Ahora tirios y troyanos nos rasgamos las vestiduras; los que se autoproclaman "amigos de la paz" celebran a rabiar, y tienen sus razones, argumentos que son tan válidos como los de la otra orilla, los que con escepticismo ven la entrega de armas de las FARC como un show mediático y hasta macondiano.
Todos pelamos el cobre; unos, restregando a otros el hecho que en el país se acaban de silenciar 7.132 fusiles, lo que a su modo de ver, son menos muertos —algo profundamente válido y loable—, sobre todo en un país donde el conflicto armado deja ya 300 mil almas sacrificadas bajo las balas de la más absurda de las guerras.
De otro lado, están quienes no creen que el proceso de paz con las FARC signifique que Colombia está en paz, o mejor, viviendo lo que según el Gobierno, es "Paz estable y duradera". Estas personas también tienen argumentos válidos, —muchos de ellos fueron víctimas de las FARC— pero también han caído en juego de una polarización que le viene como anillo al dedo al gobierno nacional, para ocultar su fracaso en materia de transparencia, justo cuando el país atraviesa la peor crisis de su historia por cuenta de la maldita corrupción.
Hoy en día, el tema noticioso en nuestro país no es la corrupción, (Debería serlo pero no) Aquí el circo gira en torno al mal llamado proceso de paz, que mueve miles de millones de pesos diariamente, (platica de los colombianos) y que nos mantiene pegados al twitter y al facebook, para insultar a Uribe o cualquiera que piense como él, o para madrear a Santos, Timochenko o cualquiera de los protagonistas de este reallity.
Pelamos el cobre, lo unos y los otros. en tanto el gobierno prepara sus baterías para poner presidente en el 2018, cuando la plata de las FARC comience a verse rodar como en épocas pasadas rodó la plata de Odebrecht, la de los rodríguez Orejuela, Pablo Escobar y otros tristemente célebres, que permearon hasta la médula las campañas políticas con su soborno maldito.
Pelamos el cobre porque nos dejamos llevar del show que armaron Uribe y Santos —no conozco mejores culebreros— y nosotros como colombianos caímos en el juego de los reproches y la palabrería.
Pero ojo, esto no significa que unos y otros no tengamos razón en nuestros argumentos. Unos, porque su dolor es tan grande ante la barbarie, que aunque el mundo entero lo pida, no pueden ser obligados a mirar como héroes a sujetos como Timochenko, porque se quiera o no, es innegable que la guerrilla de las FARC hizo demasiado daño a este país. Los otros, tampoco pueden ser macartizados por creer en el proceso de paz, y querer que este país por fin un día tenga paz.
Claro que hay que respetarnos como compatriotas, tenemos que perdonarnos para poder seguir. Pero tampoco dejemos de expresar lo que sentimos, unos y otros, eso sería peor, tragarnos la barbarie de la guerrilla y la de los paramilitares, eso sí sería enfermarnos el alma de odio. Lo que construye es la memoria, no el olvido.
Por mucho perdón que haya, aquí hay muchos culpables. Ni los jefes de la guerrilla ni los jefes paramilitares son ángeles, mucho menos dioses, todos son responsables de esta infamia. No sé por qué los queremos endiosar. Debe ser por eso de que "matamos a una persona y nos llaman asesinos, matamos a un millar y nos llaman conquistadores"
Y ya a que unos y otros pelamos el cobre, pues hagámoslo bien. Dejemos de utilizar términos como "Uribestia", "Guerrerista" o "Borrego" o cualquier otro descalificativo, en contra de aquellos que no creen en el proceso.
De igual manera, tampoco nos ensañemos con improperios en contra de quienes le apuestan a las desmovilización de las FARC como el camino para lograr la tan anhelada paz.
Creo que el gobierno limaría muchas asperezas con el pueblo, si en vez de hablar de "Paz y estable y duradera" utilizara una definición como "Proceso de reconciliación con las FARC" o algo así.
No nos engañemos, la paz no se logrará volviendo héroes a los miembros del secretariado de las FARC, tampoco se logrará poniéndolos presos. La paz vendrá cuando entendamos que la corrupción es el verdadero enemigo de Colombia. Un enemigo que solo podremos vencer en las urnas.