El pasado domingo 13 de marzo, los colombianos dejamos la pereza y nos levantamos de nuestras camas para salir a cumplir nuestro deber patriótico de sufragar en las elecciones legislativas.
Según me manifestaron amigos y familiares, en las principales ciudades y municipios de Colombia, la presencia de ciudadanos fue masiva. Y sí, es verdad, porque mi esposa Janin y yo, cuando íbamos en el carro a depositar nuestros votos, fuimos testigos acá en Barranquilla de los fuertes trancones vehiculares, de las largas e interminables filas a las afueras de distintas instituciones educativas que se parecían a la muralla China.
En la jornada democrática se eligieron 108 senadores y 188 representantes a la Cámara, que conformarían el nuevo Congreso, y se decanta la fuerza electoral de tres candidatos presidenciales: Federido Gutiérrez, Sergio Fajardo y Gustavo Petro, pertenecientes a las más duras coaliciones que darán una ardua pelea en la primera vuelta de las próximas elecciones del 29 de mayo (2022).
La ciudadanía descreida de la democracia colombiana vuelve a creer en el poder de participar en las elecciones. Veremos si la credibilidad se mantiene en las elecciones a Presidencia, pues sería una demostración de que el voto sí es una fuerza poderosa del ciudadano de a pie.