En medio de este bombardeo de odio, rencor y guayabo de poder, hay una ciudadanía sedienta de honradez e integridad. Somos más los ciudadanos que no le hacemos juego a los ataques de la izquierda o la derecha colombiana, por ello podemos ser tildados de guerrilleros o paramilitares. Vemos agresiones a diario pero ninguno de esos bandos nos identifican, pues históricamente han actuado de forma similar, en contra de la población. Estamos viviendo un punto importante de la historia que también deja ver el odio que estos dos extremos llevan y que en ocasiones guía su actuar.
Hace poco fue la marcha del Centro Democrático, manifestación que jamás apoyaría, pero que, sin duda, están en su derecho constitucional de realizar. Fue interesante ver cómo algunos falsos pacifistas tildaban de ignorantes paramilitares a todos los que acudieran a dicha manifestación. Pero por el otro lado pregonaban la paz con un grupo ilegal. Estoy totalmente de acuerdo con el proceso de Paz; hay cosas que incluso para mí, sin ser una víctima del conflicto armado, serán difíciles de digerir, aceptar y entender. Sin embargo, la paz no se pregona sembrado el odio, satanizando y desconociendo la democracia. Ese doble discurso de la paz, en nada se diferencia con el discurso que llama guerrilleros a todos aquellos que condenamos los falsos positivos y la corrupción estatal.
Por mi salud y la de los lectores no nombraré los dos nombres que más le hacen juego a la guerra. Pero ambos son ex, son el pasado de proyectos que pudieron ser pero que fracasaron. Uno logró dividir a un país, y el otro hizo lo mismo con una ciudad. Y aunque defiendo que estén en democracia y que desde allí defiendan sus posturas e ideales, tienen la obligación junto con sus seguidores de jugarle limpio al país. No es serio en un país tan resentido, lleno de odio y violento, afirmar que un periodista es parte del ELN por el único hecho de criticar, con argumentos, el actuar de un senador. Pero no es menos peligroso, decir que por medio de la creación de la secretaría de seguridad se está volviendo a hacer un llamado al paramilitarismo.
Doy gracias a este país, por permitir que hoy tengamos cabezas visibles que no representan a esas extremas que tanto daño hacen a la paz. Doy gracias porque en el fondo se ven figuras que con trabajo y sin infundir odio pudieron cambiar e unir a un departamento. Hago este pequeño texto, porque Colombia entera debe comenzar a reconocer estas nuevas fuerzas políticas, que pueden inspirar a jóvenes y adultos. Además, porque no podemos perder la esperanza y seguir dejando que nuestra nación sea guiada por el rencor. Creo que esta vez tenemos que ser parte activa del cambio, y así nos encontremos entre los insultos de las extremas, tenemos que estar firmes para que Colombia pueda tener otra cara.
@JaimeFajardoB
