Dos hechos que se presentaron en los últimos días, comprometen a los estudiantes de colegios oficiales los cuales deben llamar la atención de las autoridades y de la sociedad en general; el primero la intoxicación de varios adolescentes con una mezcla de alcohol industrial (metanol –tóxico-) con gaseosa preparado por un alumno y repartido a unos compañeritos del mismo plantel en la localidad de San Cristóbal y el segundo en dos colegios en donde atracan a los estudiantes al salir de clases (localidades de San Cristóbal y Rafael Uribe ) al sur de Bogotá.
Lo anterior, pareciera que es otro de los temas que son motivo de titulares e informes que se pasan con cierta periodicidad en los noticieros con el tinte amarillista al parecer para mantener cierta audiencia.
Los eventos citados al inicio de esta nota, corresponden a faltas a la sana convivencia o a casos de violencia que se dan dentro o fuera de los colegios (tanto oficiales como privados, aunque con menor frecuencia los últimos) y obedece a causas múltiples y mucho más profundas que las que pretenden dar algunos representantes de las autoridades, a los medios de comunicación cuando se presentan estos hechos y es acusar a directivos y docentes de los colegios por “la falta de control, la falta de aplicar medidas preventivas o la falta de formación en valores”.
La situación en la que vive un gran porcentaje de los niños y jóvenes de las ciudades, la mayor parte del tiempo en la soledad de sus viviendas, en el mejor de los casos al cuidado de una abuela o de una persona que no representa autoridad para ellos, ha llevado a muchos niños a tener “deformaciones” en cuanto a los límites y el respeto, que deben observar en los espacios en los que tienen que compartir con sus semejantes, presentando dificultades con la convivencia, que se evidencia en la cotidianidad en las clases, baños o patios de descanso del colegio.
Muchos niños y adolescentes que acuden a los colegios oficiales a una jornada de clase permanecen la otra expuestos a los peligros de la calle en donde los delincuentes de toda índole: pandilleros, atracadores, microtraficantes los utilizan para sus oscuros propósitos, esto hace que muchos colegios se presenten actos que reflejan lo que ocurre en la ciudad y el país.
Estas situaciones se agudizan por la falta de compromiso de muchas familias para asumir el papel de primer educador y de los gobiernos para comprender que el Colegio no puede suplir a las autoridades, para garantizar la seguridad de los alrededores de las edificaciones escolares. Se debe considerar también la falta de coordinación entre los sectores que tienen por competencia brindar el apoyo a la salud física y mental de niños, adolescentes, madres y padres de familia, la ausencia de las autoridades que deben intervenir a las familias cuando éstas no cumplen con sus responsabilidades , la falta de control para la emisión de programas de televisión, el acceso indiscriminado a internet, son entre otros factores que afectan los comportamientos de los estudiantes y que no pueden ser responsabilidad exclusiva del colegio.
La educación de las nuevas generaciones no puede quedar en un discurso en abstracto que aparece en épocas electorales por parte de casi todos los aspirantes a ocupar curules en el legislativo o cargos en el ejecutivo, debe constituirse en políticas públicas que partan de un gran acuerdo nacional, que involucre a la familia, a los estudiantes, a los docentes, directivos, autoridades, al parlamento, a los partidos políticos, a la sociedad civil y medios de comunicación, es decir a la sociedad en general