El turismo interno es el sector económico que más se activa una vez llega diciembre. Por lo menos con lo que respecta a Bogotá, la capital y ciudad más poblada, en dicha temporada la emigración de ciudadanos es masiva, todos buscando un lugar de descanso. La mayoría de los bogotanos que viajan al interior de país, se dirigen al norte y suroccidente, en busca de playas y tierra caliente. Santa Marta y Cartagena, dos de los destinos preferidos por los capitalinos, alcanzarán un 95% de ocupación de hoteles por cuenta del éxodo de los miles de buses y millones de carros que se movilizan por esta temporada.
Sin embargo, por fuera de la ruta turística tradicional de los colombianos corrientes que deciden no salir del país durante la navidad, hay una serie de pueblo en donde el costo de vida dista radicalmente a la cotidianidad en las principales ciudades de Colombia. Algunos adentrados en la profunda ruralidad, las tarifas de hospedaje, comida y entretenimiento son muy competitivos para el bolsillo de la clase media colombiana y también de los mochileros internacionales que encuentran en el país, uno de los destinos donde más rinden las monedas extranjeras, debido a la devaluación del peso colombiano.
Estos son algunos de los pueblos más baratos para visitar, que tienen un gran potencial turístico debido a su belleza, valor cultural y culinario:
Barichara, Santander: el pueblo más bonito de Colombia.
Con hostales desde los 25 mil pesos ubicados entre las empedradas calles de un pueblo que evoca a una época medieval pacifica, Barichara es uno de los destinos favoritos para los viajeros internacionales que visitan Colombia.
Con el estreno de la película de Disney “Encanto”, son muchos los conocedores que han señalado a dicho municipio como la fuente de inspiración de los creadores de la producción que puso en el mapa del mundo el folclor colombiano y su potencial belleza.
Y es que Barichara, ubicado en la cumbre de una montaña que da a un valle que cuando está despejado puede ser escenario propio para ver volar cóndores sobre su aire, se ha convertido en uno de los paseos más populares en el país. Llegar a este municipio desde Bogotá, cuesta solo 60 mil pesos y un viaje de 13 horas desde Bogotá. Con un presupuesto diario de 40 mil pesos colombianos, una persona adulta puede fácilmente alimentarse en este lugar.
Monguí, Boyacá: el pueblo de los balones colombianos.
Con hospedajes desde los 15 mil pesos, Mongui en Boyaca se ha ganado la fama de ser un tranquilo pesebre boyacense, perfecto para escapar de la intensidad citadina de Tunja o Bogotá. Considerado uno de los pueblos más bonitos de Colombia, la vida pasa lenta y tranquila entre sus pequeñas calles y vacías plazas, en las que no se respira humo de ningún tipo.
Este municipio, de mayoría campesina se volvió famoso por su catedral y porque, cada 7 de diciembre desde los años 90, sus habitantes elevanban globos de aire para pedir deseos, provocando una escenografia de película para los aficionados. Su clima es frío, la temperatura mínima es de 8 ºC; máxima, 16,6 ºC y media, 13 ºC.
Por ello sus pobladores se abrigan con ruanas. Según datos del ministerio de comercio, de este pueblo se surte el 25% de la demanda de balones en Colombia. Desde Tunja, hay que recorrer un total de 97 km para llegar a Mongui. Diferentes flotas de buses hacen este recorrido por un aproximado de 25 mil pesos por persona. Se encuentra a 3 horas y media de Bogotá, y a 40 minutos de la ciudad de Sogamoso.
Bahía Málaga, Valle del Cauca: el nacedero de ballenas jorobadas.
A un viaje en lancha de 30 minutos desde Buenaventura hay un paraíso terrenal que pocos bogotanos recorren. Un mar azul oscuro, se mezcla con acantilados de un verde profundo. La mezcla entre selva tropical y mar pacifico crea un escenario como ningún otro en el norte de Colombia. La costa pacifica, en su esplendor más adversa, no se compara con el Caribe, una región preferida por los amantes del océano.
El cielo, que en su mayor parte del tiempo se mantendrá nublado, crea un escenario de película que contrasta perfecto con el verde-azul del mar y la selva tupida. Allá, entre las aguas oscuras del pacifico, el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga, es hogar de varios caseríos dignos de describir en los mejores libros. Juanchaco y Ladrilleros, o Juan del Mar, entre otros muchos, son pequeños pueblitos con gente hermosa en su interior. Lo único remotamente costoso en este lugar es el transporte que no supera los 50 mil pesos el trayecto en lancha, que mucho se puede acompañar de ballenas y ballenatos durante la época de apareamiento que va desde agosto hasta noviembre.
Un hospedaje en este paraíso se encuentra desde los 20 mil pesos en un cuarto de hogar de un residente. La playa, siempre al frente, es el punto de partido a un millón de oportunidades: pesca, natación, buceo o simple navegación y exploración, hacen de este un tesoro del Valle del Cauca.
Minca, Santa Marta: La tierra de las cascadas
Opuesto a los tradicionales planes de playa que ofrece la capital del Magdalena, el corregimiento de Minca es como la escapada fresca al caluroso sol caribeño. A escasos 50 minutos del mar, camino arriba rumbo a la majestuosa Sierra Nevada, una red entrelazada de ríos y riachuelos marcan un ambiente fresco en el que en la tarde hace frio, muy a pesar de ser un lugar costero, caribeño y absolutamente húmedo.
“Tierra de cascadas” le dicen muchos en el sector porque son más de 20 registradas, aunque la cifra podría ser el doble en un radio de 40 kilómetros del cacerío que hace de pueblo en la falda baja de la gran Sierra.
Su Boom turístico ha sido tan exitoso que son varios los inversionistas internacionales que han llegado al territorio a abril hostales y hoteles en el que llegan cada año miles de turistas, jalados por los precios que por noche tienen un promedio de 40 mil pesos con desayuno incluido. Lo mejor de Minca es caminar, recorrer, explorar. Disfrutar del rio y el buen clima. Cientos de samarios utilizan este lugar para escapar del calor.
La laguna de la Cocha, Nariño: el pueblito suizo en Colombia
Como si se tratara de un pueblo italiano, suizo y andino a la vez, el caserío de la Laguna de la Cocha, a las afueras de Pasto, es uno de los lugares más pintorescos y pacíficos que hay en Colombia. Un lugar de descanso para los pastusos, llegar acá toma menos de una hora y el pasaje no cuesta más de 8 mil pesos desde el centro de la capital nariñense.
Una vez ahí, los hospedajes ofrecen estadía por semanas a menos de 20 mil pesos la noche. Además, de almuerzo, catalogada como la mejor trucha al ajillo de Colombia se puede comprar por 10 mil pesos colombianos.
La mayoría de las personas quedan encantadas por la energía europea que se percibe. Según cuenta la leyenda, en los años 50, un suizo residente en Colombia se enamoró de este lugar y decidió establecerse ahí hasta el final de sus días. Proveniente del país helvético, construyó una pintoresca casa al mejor estilo de Chalé suizo. Los pobladores poco a poco lo fueron copiando y entonces se terminó convirtiendo en un poblado muy parecido a suiza, en donde abundan las flores, las casas lindas y sobre todo la paz, el aire tranquilo.
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