En un país tan polarizado como el nuestro, los jóvenes del Congreso dieron ejemplo a la vieja política sobre cómo plantear un debate que incluya a todos, tal como el representante David Racero, que dirigió su informe de ponencia a trabajar en conjunto con los votantes del no.
El pasado lunes, en la plenaria de la Cámara de Representantes, se sentó un precedente fundamental para lo que va a ser la separación de poderes durante el gobierno de Iván Duque. Los partidos independientes y los partidos de oposición se unieron por primera vez en pleno para rechazar un mandato de vital importancia para el gobierno. En este caso, fueron las objeciones de Iván Duque para modificar la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz.
Los ponentes designados para rendir informe sobre las objeciones presidenciales al proyecto de ley estatutaria de la administración en la JEP, se dividieron en dos grupos. El primero conformado por dos representantes de los partidos de gobierno: Álvaro Hernán Prada del Centro Democrático y Jaime Felipe Lozada del Partido Conservador. Ellos presentaron ponencia positiva, defendiendo los intereses de quienes han hecho parte de esa vieja política que entorpece el progreso en Colombia. El segundo grupo de ponentes, que presentaron ponencia negativa, estuvo conformado por cinco congresistas: Juanita Goebertus de la Alianza Verde, David Racero de la Coalición Decentes, John Jairo Cárdenas del Partido de la U, José Daniel López de Cambio Radical y Carlos Adolfo Ardila del Partido Liberal. Cinco congresistas que representaron a las ciudadanías jóvenes, alternativas y opositoras del gobierno en su intento fallido (y anunciado en campaña) de acabar con la columna vertebral del proceso de paz.
Estos últimos rindieron su informe de ponencia ante la plenaria de Cámara con el fin de convencer a sus colegas de no permitir que se afecte significativamente este proceso de paz con las Farc, que ha dejado avances significativos en el camino de la paz, tal como la reducción de muertes en enfrentamientos internos que, cuando empezaron los diálogos, dejaba en promedio 3.000 muertos al año entre civiles y combatientes, y en 2017 esa cifra se ha reducido a 78, según la Unidad para las Víctimas. Así pues, a continuación se destacan los argumentos más importantes que presentaron los Representantes que elaboraron la ponencia negativa.
La línea de análisis de dos de ellos, que son de los más jóvenes del Congreso, Juanita Goebertus de 35 años y Carlos Ardila de 30, fueron hacia la argumentación jurídica de la improcedencia de dichas objeciones, por ser de inconstitucionalidad y no de inconveniencia. Por otro lado, John Jairo Cárdenas, "el viejo joven" de la Cámara, que ha ido en contra de su partido en muchos proyectos de gran trascendencia como el Presupuesto General de la Nación o la Reforma Tributaria, centró el debate en torno a "darle a la JEP una herramienta fundamental para su buen desempeño", palabras del representante para refutar las objeciones del presidente. Ahora bien, otro joven, José Daniel López de 37 años, llevó el debate al terreno de la construcción en las diferencias, invitando al gobierno de Duque a que "en lugar de dividirnos en debates extemporáneos (...) veamos hacia adelante, en vez de seguir transitando el inocuo camino de las divisiones que nos trae el pasado", dejando claras las diferencias entre las dos partes de esta discusión. Sin embargo, quien mejor interpretó el sentido del debate fue el representante David Racero, de 32 años, quien planteó desde el principio la preocupación por la separación de poderes y el peligro de la instauración de una dictadura, si las objeciones llegaban a ser aprobadas en el Congreso.
Ahondando en este argumento, el representante establece que las objeciones del presidente Duque son a todas luces una extralimitación de su poder como ejecutivo, ya que pretende pasar por encima de una decisión ya tomada mediante sentencia de la Corte Constitucional, y que ya se había discutido y aprobado previamente en el Congreso. Así, el poder ejecutivo pretendía pasar por encima del legislativo y el judicial, lo que es la definición exacta de una dictadura: las tres ramas del poder público capturadas por un mismo ente, en este caso, Duque y su partido político. Palabras más, palabras menos, Racero establece que si se aprobaran las objeciones, "se abría la puerta nefasta a vicios autoritarios y dictatoriales" por parte del gobierno en el futuro. Sin embargo, el representante dirigió su discurso, no a la división, sino a trabajar en conjunto con los votantes del no, a una verdadera reconciliación como establece el Plan de Desarrollo del presidente Duque. Así, los jóvenes de la Cámara de Representantes dieron ejemplo sobre cómo se lleva un debate que incluya a todos, al punto de lograr por primera vez, una votación ampliamente superior por parte de los sectores alternativos e independientes.
En conclusión, esta victoria no es solo una victoria de la JEP, ni es solo una victoria de la paz. Es una victoria de la democracia, de la separación de poderes y de Colombia como República, en general. Es una victoria de los movimientos alternativos que buscan renovar la política y que se ven representados en este grupo de jóvenes, que dejan el precedente de que se pueden construir debates victoriosos en este Congreso que poco a poco, tendrá la oportunidad de renovar su imagen con esta nueva generación. Son ellos la viva imagen de que se puede transformar la política desde dentro, constituyendo, pues, una invitación a los jóvenes a involucrarse en la política. Un mensaje de esperanza que nos convoca a quienes queremos un cambio, a apropiarnos de esos puestos políticos donde se toman las decisiones más importantes de este país.
