En el Museo del Banco de la República desde el 26 de octubre se está presentando la obra de Los Carpinteros. Los artistas que conforman este grupo, Marco Castillo y Dagoberto Rodríguez, están por primera vez en Colombia. Ellos nacen alrededor del año setenta en pleno auge del comunismo en Cuba, el cual posteriormente se intensificó durante lo que se conoció como Guerra Fría. Una disputa tácita entre dos países, los EE.UU. y la URSS, por imponer el capitalismo o el comunismo como el orden imperante en el mundo. Sin embargo, en los años noventa el capitalismo ganó terreno con la caída del régimen soviético que apoyaba económicamente a la isla, y Los Carpinteros, con apenas veinte años, experimentan las terribles condiciones económicas a las que se enfrentaría en adelante el pueblo cubano.
Este contexto sirve para entender el compromiso político de los artistas cuando ironizan sobre el modelo político al que decidió acogerse la isla cuando otros lo desmontaban. En su obra de 2015, Torre de Platos, muestran platos con un defecto intencional que subraya la pérdida de su utilidad. No tiene sentido servir comida en un recipiente que no la puede albergar. Esta instalación arruma 63 de estos platos uno encima del otro. El número representa los 63 años que han transcurrido desde la revolución cubana hasta la fecha de la obra. En pocas palabras simboliza la larga historia del régimen en una acumulación de hambre y vacío.
Torre de platos, 2015. 63 platos de porcelana. 62 x 25 x 25 cm. © Los Carpinteros. Cortesía Sean Kelly, New York
Torre de platos, 2015. 63 platos de porcelana. 62 x 25 x 25 cm. © Los Carpinteros. Cortesía Sean Kelly, New YorkCabe anotar que las dictaduras deben ser repudiables sin importar si son de izquierda o derecha. En la dictadura no hay oposición y por tanto no ha libertad. Tampoco hay igualdad porque una clase privilegiada toma eternamente decisiones por los demás, y los demás deben estar activos trabajando o estudiando. No obstante, el modelo opuesto al comunismo no es mejor en ningún sentido. En ambos el ocio no es bien visto. El capitalismo hace creer a los hombres libres, aunque todos son esclavos de concebir la vida como una actividad de producción, consumo y acumulación imparables. Las personas compiten por un ascenso social que se expresa en la cantidad y el valor de las posesiones materiales. Esto implica un trabajo continuo donde no hay posibilidad para el descanso. Tampoco hay igualdad porque quienes más acumulan son los que ganan el poder de influenciar la toma de decisiones con las que se someten a las grandes mayorías, y quienes tienen menos son marginados y excluidos del juego social.
Retomando, en la obra Sala de Juntas (2011), pieza construida con la ayuda paredes de drywall, nylon de pesca y muebles viejos del Banco de la República, se representa lo deseable de que del capitalismo desaparezcan los escenarios donde grupos de poder toman decisiones favorables para el incremento de sus ingresos y de sus poder.
Sala de Juntas (Bogotá), 2017. Pared de pladur, nylon de pescar, madera, metal, papel, plástico y muebles. Dimensiones Variables. © Los Carpinteros
Sala de Juntas (Bogotá), 2017. Pared de pladur, nylon de pescar, madera, metal, papel, plástico y muebles. Dimensiones Variables. © Los CarpinterosLa curadora Andrea Pacheco escribe acertadamente que “el poder, el consumo, el control, la libertad y la represión son asuntos universales que estos artistas abordan, huyendo del dogmatismo y la propaganda” y agrega con razón que “lo que proclaman esas obras es una ideología del contrasentido”.
