Los caños de Barranquilla y su lamentable estado

Los caños de Barranquilla y su lamentable estado

Cuarta entrega

Por: VICTOR MARENCO BOEKHOUDT
junio 22, 2015
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Los caños de Barranquilla y su lamentable estado
Foto: subida por autor

Una de las obras banderas que se preconizó en el plan de recuperación integral de los caños de Barranquilla en su sector oriental, era aniquilar al menos 37 puntos de vertimiento directo de las aguas servidas provenientes de los sectores de El Centro, Barranquillita, El Boliche, Rebolo, La Luz, San Roque, La Chinita y otros barrios periféricos. Ese "legado" doloroso, esa herencia paupérrima que ni siquiera Hollopeter pudo prever para una solución debida, había degenerado el sistema acuático en toda su extensión por espacio de más de 40 años. Todo un letargo que significó insensibilidad e indolencia por parte de toda la dirigencia de la ciudad en dos generaciones, que preferieron cerrar ojos y narices para no percatarse de un espectáculo tan grotesco. Por todos esos años la cuidad de Barranquilla presentó índices de enfermedades gastrointestinales e infectocontagiosas fuera de todo órden; Campeó la gastrointeritis, la parasitosis, las variedades de la Hepatitis, afecciones diarreicas y era de por sí, un hecho común observar a los infantes por el mercado con sus barriguitas abultadas y protuberantes.

Las diversas entidades responsables de estas obras como la Triple A, la Alcaldía de la ciudad, la CRA , El Foro Hídricos y otras, en diversos comunicados de prensa y reportajes publicitarios sentenciaron que el sistema hídrico que involucra a los caños y canales del sector oriental de Barranquilla estaban saneados. Fueron destinados más de 42 mil millones de pesos para que precisamente la empresa Triple A proyectase, planificase y realizase las obras de captación y tratamiento de aguas servidas de la periferia, con la interventoría de la CRA.

Los testimonios fotográficos aportados son elocuentes. Se siguen presentando botaduras de aguas servidas del interceptor La Chinita - La Luz por medio de los accesos de mantenimiento o aliviaderos. En la cercanías hay viviendas de tablas y cartón de familias en estado de miseria absoluta y con suma tristeza volvimos a observar a los infantes jugando al lado de la inmundicia y en condiciones de salud indignos, a expensas de padecer de nuevo las enfermedades de años atrás.
En la cercanía del sector de la carrera 20 B con la calle quinta también observamos cruces de tuberías de alcantarilla que la población local se ve en la penosa labor de abrir para facilitar el desagüe en vista de que el sistema no posee la capacidad suficiente para manejar altos volúmenes. Los mismos desagües transitan en forma de canal abierto directo a el caño de La Ahuyama. El tránsito antihumano de aguas negras por encima de las vías pavimentadas es evidente y degradante a la vez; se suponía que eran épocas ya superadas... Familias enteras en completo estado de indefección, inmersas en condiciones de una miseria paupérrima, se ven obligadas a convivir con las aguas de alcantarilla insolentemente.

Existen muchas preguntas con referencia a los porqués de esta catástrofe socioambiental... No se entienden muchas situaciones técnicas, comunitarias, humanas y de convivencia. Aquí hay una clarísima demostración de que estamos diciendo algo muy diferente a lo que se viene presentando en realidad. Para los habitantes de estos barrios tan notables en Barranquilla y además famosos como La Chinita, por el invaluable aporte de uno de sus grandes hijos como es Teófilo Gutiérrez, quien brilla hoy día en el deporte mundial, les resulta desconsolador percibir como el desarrollo y el progreso pasan raudos por el corredor portuario, mientras ellos inermes sentados a la vera del camino, respiran la pestilencia y pisan las aguas fecales por sus calles. Es obvio que sus modos de respuestas también la tienen frente a sus ojos sin ser más advenedizos... Toleran por que no tienen otra alternativa, soportan por que la esperanza la tienen, se ríen, hacen sus chanzas, hasta se burlan de su condición más sin embargo, sería de tontos pensar que su aguante será eterno. Ni más faltaba...
Es menester que se entre con suma urgencia a evaluar la condición de las labores de saneamiento ejecutadas por los diferentes entes inmersos en la problemática de los caños de Barranquilla en su sector oriental. No es óbice que tales desafueros terminen en el mismo traspaso de faltas y culpas entre las diversas entidades; quizá ese ha sido un error craso: Las obras se han diseminado entre diferentes entidades y no hay una cabeza visible que se haga responsable por tamaños despropósitos.

Es notable el aguante y la nobleza de los conciudadanos que residen con hidalguía en los barrios La Luz y La Chinita. Ellos saben por experiencias vividas y por razones sobradas que en un aguacero fuerte, sus casas se volverán a inundar. Hasta parece que han aprendido a vivir con esos signos trágicos. Como en Las Casas de Cartón, la famosísima canción de Alí Primera, sus techos se llueven con un patetismo inexorable, los niños millonarios en lombrices te alumbran con una sonrisa y la madre embarazada con sus pies embarrados espera a que su compañero traiga un poco de pan y sosiego para aliviar en algo la vida. Pero lo más doloroso es que a sabiendas que estos caños taponados impulsan con más bríos las aguas de una crecida y que en cierto modo es posible hacer una relocalización de las personas afectadas, las autoridades de la ciudad miran esta situación con suprema indiferencia. Lo más penoso de las tragedias anunciadas no es saberla de antemano, sino ver la indiferencia o quizá ineptitud de aquellos con poder de decisión, ante situaciones de esta clase. Pareciese que ellos no contasen...

Si hemos visto que todas las obras con las cuales se anunciaron la recuperación de estos recursos hídricos han fallado y no cumplen a cabalidad con sus diseños y propósitos, no significa que todo esté perdido. Mas sin embargo, las entidades a cargo tienen que responder por estas inversiones y dar las pertienentes explicaciones de tamaña dejadez. No hemos perdido el futuro, ni más faltaba... pero si duele que nuestros impuestos no se vean reflejados en obras a sabiendas de la dureza como las entidades locales, departamentales y nacionales nos los cobran, sin inclemencia alguna. Eso no es justo señores...

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt
Ing. MSc en Geominería

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