Los "campus" universitarios no son "campos" de ocupación y guerra

Los "campus" universitarios no son "campos" de ocupación y guerra

Hay que abandonar los prejuicios sobre una universidad reproductora de violencia. Por ello fue desafortunada la decisión de la alcaldesa de llamar la Policía a la UN

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez
junio 15, 2023
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El 18 de septiembre de 1968 en la UNAM de México D.F “ocurrió la más grave violación a la autonomía universitaria” “Las tropas federales invadieron el campus como si se tratara de territorio enemigo”. Diez mil soldados con tanques ligeros justificaron el asalto diciendo que quienes tenían tomados los campus ilegalmente cometían actos antisociales y delictuosos.

El 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la universidad de Salamanca asediada por militares, el franquista José Millan-Astray grito: “¡muera la inteligencia!”, aunque también pudo ser “mueran los intelectuales traidores” o “muera la intelectualidad traidora” y el filósofo rector, Miguel de Unamuno, relevante miembro de la generación del 98, lo enfrentó abiertamente diciendo “venceréis, pero no convenceréis” (Mientras Dure la Guerra, film de Amenábar trata de esta historia).

El 11 de junio de 1967, la ciudad universitaria de Colombia fue ocupada por militares que allanaron y detuvieron a 600 estudiantes. Se repitió el hecho en agosto de 1969 para mantener a Rockefeller a salvo de los estudiantes y días después fue asesinado Rómulo Carvalho, no lejos en 1971 en la universidad del Valle fueron asesinadas 20 personas entre estudiantes y campesinos.

La autonomía universitaria es el candado que impide el asalto al campus de la inteligencia, la ciencia y el saber y, no puede ser alterada, por intervención militar alguna. La autonomía es un derecho que el estado debe proteger con su omisión. Las universidades públicas tienen marcas de lutos producidos entre resistencias y autoritarismos, y ahí se define el marco de conmemoración de los días del estudiante. Los contextos han cambiado, no son tiempos de estigmatización, ni de condiciones propicias para “temer” la penetración de la acción guerrillera en los campus. Tampoco para creer que la confrontación popular o estudiantil es contra el gobierno. Las conmemoraciones del día del estudiante ponen en escena la memoria, la historia que todavía tiene heridas sin sanar.

Queda claro que cualquier hecho de violencia en los campus, sin importar quien lo provoque merece todo el rechazo, es condenable. Así lo hace la academia. Por eso no se puede aceptar que haya intención o hechos que violenten o induzcan a atacar la autonomía universitaria, o afecten el campus como escenario del conocimiento y confrontación de ideas, libre de injerencia policial, militar, fascista, nazi, o de autoridades con libretos anti universitarios. Conmemorar el día del estudiante está lejos de pretender instrumentalizar a la universidad como un escenario más en la lucha emancipadora o como trinchera de una guerra de liberación que está en proceso de negociación política para cerrarla.

Las universidades con unanimidad, han reforzado su compromiso por culturas de no violencias y de construcción de paz. Son múltiples las acciones institucionales y de grupos. Son legatarias del informe de la comisión de la verdad, apoyo a la Jurisdicción Especial de Paz, investigadores en el macroproceso del conflicto en las universidades, persistencia de la Mesa Nacional de Gobernabilidad y Paz, apoyo e intervención en agendas territoriales de paz, pedagogías de Paz, y atención a los procesos de negociación y dialogo con los grupos insurgentes, lo cual evidencia una responsabilidad colectiva con la paz y una ratificación de su autonomía.

Es tiempo para abandonar los prejuicios sobre la existencia de un libreto de universidad militante o reproductora de violencias revolucionarias, en las universidades las cosas, las relaciones, los modos de acción cambian y es por ello que resulta desafortunada la intencionalidad de la alcaldesa de Bogotá al llamar a la policía a ocupar el campus y librarlo de delincuentes. El libreto anti universidad pública crítica y popular, si se quiere, que utiliza en su llamado indica que hay quienes creen erróneamente que la universidad puede estar tomada por operaciones directas de la guerrilla.  El llamado desconoce el valor y principio del derecho de autonomía y contribuye a amplificar la voz de la “oposición en guerra” “defendiendo su guerra” que le reporta poder y debilita aún más las ya débiles estructuras organizativas de los estamentos universitarios. Pedir a gritos a la policía “que entren a la universidad a sacar a esos delincuentes” desconcierta, a pesar de consecuencias trágicas evitables. Son tiempos de cambio de las lógicas de muerte a las de paz, por eso el llamado de la alcaldesa resulta antidemocrático y en cambio apreciable el respeto y actitud democrática del director general de la policía al decir que “la policía no entrará a los campus universitarios”, porque tienen autonomía.

Los días 8 y 9 de junio, días del estudiante, hacen parte de la historia de las Universidades con origen en el asesinato de Gonzalo Bravo Pérez en 1929, Uriel Gutiérrez en 1954 junto a otros 13 estudiantes asesinados y más de 100 heridos y que sucesivamente la fecha convoca el ritual de memoria durante ya casi cien años, pero memoria para los estudiantes implica rigor y respeto, no traduce violencias, ni puede recibir manipulación de ningún tercero para promover venganzas, odios, o padecer hechos contrarios a la paz y tampoco servir para alentar cacerías de brujas o estigmatizar otra vez la grandeza universitaria. Pedirle a la policía que ocupe los campus como si fueran campos de guerra, es un grito desesperado, sin eco, absurdo, contra la autonomía, en épocas de construcción de paz y de comprensión de lo ocurrido, que con datos de la comisión de la verdad señala cerca de 600 universitarios asesinados en el marco del conflicto que dio lugar a una ya paz firmada.

P.D. Una indígena emberá amontonada en algún lugar de la capital (La Rioja), dijo de la alcaldesa, que “ella tiene un corazón malo, es mala”, y anunció que es cruel ver que los niños solo comen un refrigerio al día y que hayan muerto varios y seguir sin recibir nada. 2. Bienvenido el cese de fuego pactado por primera vez entre el ELN y el estado colombiano, buena noticia para la construcción de paz, la desestigmatización de los jóvenes universitarios y el silencio de las armas. 3. Bienvenidos los 4 niños devueltos por la madre selva que durante 40 días enseñó a mezclar saberes y sabidurías.

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