Los campesinos paisas que controlan los San Andresito del país

Los campesinos paisas que controlan los San Andresito del país

Llegaron de Santuario y Marinilla y con su habilidad de culebreros revolucionaron las ventas con organización y buen precio en locales donde hay de todo

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diciembre 23, 2023
Los campesinos paisas que controlan los San Andresito del país

Salir de Santuario y Marinilla fue por muchos años uno de los eventos más importantes para las familias que habitaban aquellos municipios antioqueños. Antes de sacar la cédula, por allá en los años 40, los muchachos ya habían empacado en cajas de cartón atravesadas con cabuyas unas pocas mudas de ropa y armaban camino para ciudades como Risaralda, Caldas y Quindío, como jornaleros en fincas productoras. Más que para buscar futuro, se iban buscando plata, que era lo que faltaba en el pueblo de malas tierras, tan áridas y ácidas que la agricultura nunca ha sido una opción para nadie.

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Un par de décadas más tarde, las siguientes generaciones de Santuario y Marinilla se volcaron a las calles de las mismas ciudades a vender baratijas y artesanías en las calles. La gran mayoría de vendedores ambulantes de los años 50 y 60 eran paisanos. Unos apoyaban a otros y estos otros a los que llegaban detrás. Todos ellos aprendieron muy bien el oficio de vender y revender. Se volvieron comerciantes por necesidad. Y el ser comerciantes se les pegó tanto en la piel y la sangre que la experticia fue pasando de generación en generación como si fuese una condición genética exclusiva de los montañeros de Santuario y Marinilla.

De todos aquellos campesinos con alma de comerciantes, Luis Gómez fue el primero en salir del país para llenar de productos baratos las estanterías de local y de paso llenar el local de sus paisanos. Después de que le contaron que en China se podía comprar de todo lo que quisiera, ahorró durante dos años y en 1976 se empacó por más de 40 horas en un avión rumbó al país asiático. Para tener más ganancias necesitaba llegar al origen de los productos más baratos del planeta y en China lo encontró.

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Para poder hacer negocios con los chinos solo necesitaba una calculadora y tres fases en chino que traducen “Cuánto vale” “Está muy caro” “Hágame una rebaja”. Un par de meses después Luis Gómez volvió con un container repleto de baratijas que repartió en su tienda y en la de sus paisanos. A los productos que trajo desde China, los cuales vendió muy barato, les sacó ganancias del 200%. Fue un negocio redondo.

Algunos años después, llegada la década de los 80, las calles del mercado de Yiwu había ya más de 20 paisas de Santuario y Marinilla haciendo negocios. Algunos de los paisas fueron más allá y se quedaron en el gigante asiático y montaron oficina en Beijing, Shen Shen o Guangzhow. Teniendo ya el control de la mercancía barata, manejada solamente por la colonia paisa de Santuario y Marinilla, empezaron también a controlar los comercios populares de los Sanandresitos en Colombia.

Al cabo de varios años, de ir y venir desde y hacia China, de donde ya traían de todo, desde pequeñas hebillas para el pelo hasta electrodomésticos gigantes, aquellos paisas, con Luis Gómez a la cabeza, volvieron a Santuario y Marinilla siendo muy ricos sin dejar de ser montañeros. Los comerciantes llegaron a sus pueblos en lujosas camionetas.

Desde el mismo momento en que los hombres empezaron a salir del pueblo en busca de fortuna, aquellos campesinos ya vueltos comerciantes ricos eran tan esperados en sus pueblos que a mitad de la década del 60 el párroco de Santuario, el padre Damián Ramírez le cambió el nombre a las fiestas del pueblo, que se hacían en el mes de agosto, se llamaban festividades de la Papa, por el de las fiestas del retorno.

De aquella bandada de campesinos paisas salieron comerciantes que se hicieron muy famosos con sus historias que alentaban a los más jóvenes a seguirles sus pasos. Uno de ellos fue el reconocido y afamado comerciante Iván Botero Gómez, quien empezó vendiendo muebles por encargo. Luego se hizo a una fábrica de camisas para hombres. Botero levantó su primera empresa en 1964, llamada Ivanok. Luego montó otra y luego otra más, principalmente de muebles y electrodomésticos. Después levantó el Hotel Internacional en Armenia y el Internacional del Mueble en Pereira.

Como buen paisa, Botero Gómez pensó primero en su familia y puso a sus 14 hermanos a dirigir cada una de sus empresas, las cuales también aterrizaron en Perú y Ecuador. Uno de sus hermanos, Darío, llegó a Pereira a inicios de los 80 e hizo fortuna a pulso con almacenes, empresas y hoteles como el Sonesta. Pero los paisas no solo colonizaron sus tierras antioqueñas, pereiranas, quindianas y sus alrededores. Una vez monopolizado el comercio en aquellas regiones, se lanzaron a la capital, donde no les nada quedó difícil mandar en el mercado de los San Andresitos bogotanos, con el poncho terciado, desayunando con arepa y almorzando día tras día con su buen platado de frijoles y protegidos por el que desde que salieron de sus pueblos les protege la vida y los negocitos, el Sagrado Corazón de Jesús, donde trabajan alrededor de un millón de personas, liderados desde hace 40 años por generaciones de colonias de montañeros paisas que algún día se volvieron comerciantes por obligación y necesidad.

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