Ubicado en los cerros Orientales de Bogotá, el sendero Umbral Cultural Horizontes – Las Moyas es uno más de los espacios que la naturaleza nos concede a los habitantes de esta ciudad y visitantes para disfrutarlo; eso sí, bajo el respeto que se merece.
El pasado 31 de agosto, la Corporación Autónoma Regional (CAR) suspendió temporalmente el acceso a actividades de senderismo en la quebrada La Vieja porque, según señaló, estaba recibiendo más visitantes de los que su bienestar ecológico podía soportar.
Debido al cierre, los caminantes que recibía cada fin de semana La Vieja se han desplazado en busca de otros senderos, tal es el caso de Horizontes - Las Moyas. Como caminante aficionado me preocupa que el impacto del senderismo inconsciente se reproduzca ahora en estos senderos y que en unos años sean más caminos en la montaña los que se cierren porque fuimos incapaces de respetar y proteger estos espacios.
De acuerdo con lo que he podido presenciar los últimos fines de semana en Horizontes – Las Moyas, el reto que se enfrenta es grandísimo. Para empezar, es muy grande el número de personas que buscan subir a la montaña. De hecho, sobrepasa su carga estimada, la cual es de 300 personas.
Aunque la Fundación Cerros de Bogotá está llevando a cabo control del acceso, hay quienes tratan de ingresar por lugares no permitidos, poniendo en riesgo su seguridad y el bienestar ecológico de la montaña; abrir un “nuevo sendero” destruye los árboles en crecimiento y daña la cama vegetal, esenciales para la restauración y conservación del ecosistema.
Por otro lado, si bien se ha permitido el ingreso de mascotas, es preocupante ver a orillas del camino bolsas con heces de perros, cuyos dueños no son capaces de bajar consigo. Sucede lo mismo —a pesar de las campañas que se han hecho y se siguen haciendo— con los paquetes de comida, los envases de agua y toda la basura que se genera.
La montaña que le permite al caminante la contemplación del paisaje, la limpieza de su espíritu y mente, un lugar en donde se puede pensar y ejercitar, termina volviéndose una caneca de basura y sufriendo las consecuencias que esto demanda.
Por último, es importante comprender que estos espacios más que parques son reservas naturales, en las que también debemos respetar la armonía de las especies que las habitan. Aprovechemos el silencio para disfrutar sus sonidos y no para perturbarlas o incomodarlas.
Gracias a la Fundación Cerros de Bogotá, encargada de la Reserva Umbral Cultural Horizontes, y al trabajo que cada fin de semana hacen sus voluntarios, informando y educando sobre la responsabilidad de caminar las montañas conscientemente, se espera que el impacto se pueda reducir cada día.
Amiga y amigo caminante, permitámonos recibir con cordialidad y respeto las indicaciones. En nuestros pasos conscientes está la protección de estos espacios que tanto usted y yo disfrutamos.