Todos a una, como en Fuenteovejuna, brincaron los candidatos este Jueves Santo para rasgarse las vestiduras ante la blasfemia de su rival Petro, quien habló de perdón social. Si el Tribunal de la Inquisición existiera, hoy estarían en la Plaza de Bolívar con Petro en la hoguera y probablemente Fernando Londoño de verdugo, que el semblante lo tiene.
Fueron pasmosas la acrimonia y la violencia verbal con que estos candidatos que prometen imponer la paz desparramaron odio. No se referían a un sociópata como Putin ni al funesto Pablo Escobar, sino a condenados por delitos financieros o corrupción. Como si cada uno de estos candidatos no conviviera con corruptos en su diario trasegar.
Mientras los medios le servían de caja de resonancia a los savonarolas criollos, nos daban la noticia intrascendente de que quedaba en libertad Roberto Prieto, exgerente de la campaña de Santos.
El señor Prieto está involucrado en las investigaciones por celebración indebida de contratos y otros ilícitos durante la Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena en el año 2012, por valores que superan los 4 mil millones.
Un gigantesco contrato favoreció a Marketmedios, una firma que estaba a nombre de su hermano. No se sabe de condenas penales contra nadie; y antes bien, dos funcionarias involucradas fueron enviadas a las carreras como cónsules en España. El señor Prieto cumplió una condena menor por sobornos de Odebrecht y entretanto le archivaron otra investigación por préstamos del BID.
Así se cumplen las escrituras. En el mundo entero hoy se reflexiona sobre el perdón, pero aquí loa sumos sacerdotes condenan a un candidato por hablar de perdón social, mientras ante nuestras narices sale en libertad una persona implicada en delitos de corrupción por los que ni siquiera le han formulado cargos.
Ojalá algo del espíritu de la Semana Santa ilumine a esta gente, que quiere gobernar un país tan golpeado por sus miserias.