Con mucha frecuencia se ve el que, como orgulloso reflejo de una exitosa actividad profesional, muchos hijos se vean inducidos a desarrollar la actividad ejercida por sus padres.
Traigo lo anterior a colación porque de las declaraciones del Ministro de Defensa sobre la vida de burgueses y estudios en el exterior de los hijos de los miembros del secretariado de las FARC, se desprende que ninguno de los vástagos de los altivos dirigentes terroristas se ha visto tentado a imitar a sus progenitores.
De esa actitud o decisión de vida se podría derivar dos hipótesis: O, ellos, los hijos, no se sienten identificados con el atroz accionar terrorista de sus padres o estos prefieren, en forma canalla, poner de carne de cañón a hijos ajenos, generalmente de humildes campesinos, y no a los propios, a quienes mantienen resguardados estudiando en las mejores universidades europeas, aprendiendo variados idiomas y movilizándose por diferentes países del mundo, con privilegios propios de la burguesía que, hipócritamente, critican.
Y todo ello con la plata de los secuestros, la extorsión, el narcotráfico y el esquilmar, inmisericordemente, durante muchos años al pueblo colombiano.
Ese proceder bellaco es igual al que asumen quienes recorren universidades colombianas invitando a los estudiantes a integrar la subversión mientras, ellos, mantienen sus retoños en el exterior.
Qué fácil e hipócrita es inducir a caminar por el borde del abismo a jóvenes soñadores cuando a sus descendientes los mantienen en terreno seguro y bien resguardados.
Pero si esas actitudes son censurables hacia los facinerosos lo son más hacia quienes habiendo tenido altas dignidades, responsabilidades, o algún liderazgo en el país, pretenden justificar el accionar terrorista, amañado, o amparado, bajo el disfraz de las desigualdades sociales en el territorio patrio, que ciertas son, pero sin ver las injusticias que con los menos favorecidos en su organización -léase militantes rasos campesinos- cometen los aburguesados dirigentes de las FARC y el ELN. ¿Retraté a Samper?
Lo extraño es que el Ministro de Defensa, en actitud sensata, ha dicho unas verdades que su jefe, el presidente Santos, no quiere reconocer. Afirmó el jefe de la cartera que “esos mandos guerrilleros que están fuera de Colombia llevan una vida de "burgueses" con el dinero que les deja el narcotráfico y llegan a "tener a sus hijos estudiando en el exterior" mientras a la guerrilla de base, "la de extracción campesina", la tienen "totalmente engañada y llena de necesidades".
No obstante esas y otras verdades y atrocidades evidentes el presidente se empeña en lograr con los facinerosos burgueses un mal llamado acuerdo de paz, que no sería otra cosa que la claudicación de principios, autonomía, institucionalidad y decoro ante unos personajes que no la han tenido y no la van a tener.
¿Hasta cuándo va algún sector del país a permitir que le sigan tapando los ojos, cuando las verdades y situaciones son tan evidentes? ¿No se dan cuenta acaso que sobre el primer mandatario están primando, antes que los intereses superiores de la patria, sus intereses políticos?
“No hay peor ciego que el que no quiere ver”
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