Hace exactamente un año (20 de octubre de 2019), el pueblo boliviano asistió a las urnas y reeligió como presidente al hombre que durante los últimos 13 años había ocupado el cargo de presidente.
Durante todo ese tiempo, cientos de miles de personas habían sentido que el trabajo realizado por Evo Morales y su partido MAS (Movimiento Al Socialismo) era el indicado y que llevaba al país en un permanente crecimiento.
Fue por ello que en esas elecciones 2 '889.359 le volvieron a votar, permitiéndole ganar en primera vuelta con el 47,08% y superando a su rival más cercano, quien obtuvo el 36,51% (una diferencia suficiente como lo define la normatividad boliviana).
Este resultado no le gustó para nada a la derecha de este país, ni a las derechas de Latinoamérica, argumentaron fraude por parte del candidato Morales, quien ostentaba el poder.
Desconociendo los resultados, emprendieron una serie de actividades que llevaron a la desestabilización del orden público, y con la ayuda de la policía y los militares acorralaron al presidente Morales, hasta obligarlo a renunciar y salir huyendo del país, pues su seguridad no estaba garantizada.
La derecha, al mejor estilo de los conquistadores, entró a tomar el control de las instituciones y con la biblia en una mano y la espada (armas) en la otra atropellaron a quienes hasta ese momento habían trabajado para el gobierno de Evo. Fue sin duda alguna un golpe de Estado.
El cargo de presidente lo asumió Jeanine Áñez, una mujer ultraderechista, inquisidora y ordinaria, quien lo primero que hizo fue desconocer las insignias de los pueblos andinos, que ya habían logrado un espacio en el ejercicio de gobernar el país. Además, destruyó sus símbolos ancestrales y de organización indígena, y sobre la constitución impuso el libro del cristianismo traído de Europa e instaurado a los pueblos de América a sangre y fuego.
El 18 de octubre de 2020, Bolivia volvió a las urnas. Esta vez, las instituciones y el poder lo tienen la derecha golpista. Aun así, se ratificó el deseo del pueblo expresado en las anteriores elecciones.
El candidato del MAS, el de Evo, obtiene más del 52%, mientras que su adversario (el mismo de la vez pasada) quedó rezagado con el 32%. Una demostración de que no es lo que digan los medios internacionales al servicio del imperialismo, ni los gobiernos de países cómplices de golpes de Estado, ni la derecha ortodoxa e intolerante, sino lo que diga un pueblo que no quiere que sea manoseada su dignidad, ni su soberanía.
Y a esa derecha, decirle en su lenguaje… Vox populi, vox dei.