PARA EL POST-CONFLICTO
El gobierno nacional está tratando de apagar el fuego con más combustible, se está comentando la emisión de nuevos billetes con denominación de 100.000 y los dueños o “capos” del sector financiero pegaron el grito en el cielo, porque esto posibilitaría la circulación de mucho más dinero del que está hoy en el mercado que apunta al 50%, que son 50 billones en efectivo, según el sector financiero son los pagos que se hacen en el país y ellos en su terrorismo económico dicen que esto podría aumentar el lavado de dinero y el manejo ilícito de negocios porque bajaría el volumen y el peso especifico de la circulación de billetes.
Los ecologistas creemos que los billetes de alta denominación mermarían la tala de árboles y no afectan en nada el flujo de pagos a nivel nacional, sin embargo los que tienen el monopolio del manejo del dinero y que mantienen altísimos costos financieros quieren que cada día se de una mayor concentración del dinero plástico o electrónico, para acrecentar las redes de su telaraña financiera; manteniendo con ello el privilegio de succionar con su filosofía vampiresca, el bajo poder adquisitivo del pueblo para engordar sus arcas privilegiadas, obligando a todos y cada uno de los colombianos y colombianas a estar en su red económica para que le aumentemos su exagerada cuota de ganancia.
El vampiresco temor a que se emitan billetes de 100.000 choca en el ridículo, si se tiene en cuenta que hay monedas como el euro cuya denominación en billete de 500 que en pesos colombianos a la fecha de hoy, marzo 13 equivale a 1.400.000 muy por encima del billete de 100.000 o sea más de 10 veces el billete de cien mil y el dólar circulante de denominación de 100 tiene un valor de 261.000 pesos colombianos, más que el billete de cien mil colombiano y el presidente que no hace nada para bajar los costos financieros, está ofreciéndose para que a corto plazo desaparezca el dinero circulante; así lo ha dicho en conferencias internacionales.
Será que en el post-conflicto, los pobres de la calle se pueden comparar un corrientazo, una paleta, un jugo, una gaseosa, una fruta o lo que hoy está sucediendo pagando una carrera en el transporte llamado Uber con tarjeta débito, cuando la mayoría de los colombianos y colombianas no tenemos cuenta ni en el Banco de Sangre. Las causas como la miseria, el desempleo, la falta de vivienda y de todo tipo de oportunidades a sido la chispita de la inconformidad popular, que hoy en las puertas del cese bilateral al fuego fueron el fundamento o causa del conflicto que no se puede apagar, ayudándole a los “amos de la usura” a que sumando más a sus exageradas ganancias, lleven a este pueblo que hoy se debate en la miseria por los altos impuestos, las tarifas exageradas de servicios públicos, combustibles, seguros, educación y salud; donde hoy tenemos la educación con los precios más altos de América Latina, la moneda con que más comerciamos subiendo a la velocidad de los misiles como el dólar y el euro, mientras nuestra deuda externa aumenta y los costos para la importación de maquinarias, electrónica, insumos tecnológicos, productos farmacéuticos, transportes aéreos y terrestres, avalado por el gobierno y cuando el peso colombiano gana poder adquisitivo, el Banco de la República compra los dólares aumentando la demanda y en consecuencia la escalada alcista que sólo beneficia al Fondo Monetario Internacional y aumenta nuestra deuda externa.
Ante la entrega del gobierno, cada vez más manifiesta al sector financiero a nivel nacional e internacional, creo que hay la necesidad de hacer una reforma constitucional que ponga unos códigos de carácter permanente a nivel constitucional y legal, para que se regule el manejo del dinero con un equilibrio social que hoy no existe.