Entre las reformas que quedaron a medio camino en el Congreso de la República al cierre de la legislatura el 16 de diciembre se encuentra la reforma laboral que logró avanzar aprobando 16 artículos, tan importantes como la jornada laboral nocturna de 7 pm a 6 am, y los incrementos en el pago de las horas en los días dominicales y festivos, que le fueron arrebatados a los trabajadores con el argumento del compromiso de los empresarios de generar nuevos puestos de trabajo, una vez desplazado los obstáculos que significaban los derechos antes mencionados, pero treinta años después se ha podido comprobar que el compromiso de los empresarios de crear nuevos empleos con este argumento ha quedado en el papel.
No se puede negar que los avances en la aprobación de los 16 artículos de la ponencia de reforma laboral que hace tránsito a la nueva legislatura de 2024, es un paso muy grande en el largo y difícil camino de la reforma laboral, pero aún quedan faltando temas de gruesa envergadura para coronar con éxito la tarea de la dignificación del trabajo en la legislatura del año entrante.
Temas como la estabilidad laboral, la intermediación, la formalización laboral, las brechas de género, las libertades sindicales, y la implementación y cumplimiento del Estado con los compromisos firmados con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Además falta una reforma importante y urgente que ni siquiera se menciona en la ponencia que se está discutiendo en el Congreso, que tiene que ver con la reestructuración del movimiento sindical colombiano, en el sentido de impulsar con fundamento legal e institucional, una sola central unitaria de trabajadores por ramas industriales a nivel nacional; el llamado sindicalismo de industria, que organice sus directivas nacionales y locales mediante la reglamentación de elecciones democráticas para que los trabajadores puedan elegir a sus representantes de tal manera que les permita asumir el papel protagónico que les corresponde en los cambios democráticos estructurales que se avecinan con la implementación de la apertura democrática.
El reto, entonces, para el movimiento popular y para las izquierdas en el 2024, será la movilización sindical, social y política para apoyar las reformas del gobierno del cambio como son la paz integral, la reforma al sistema de salud que lleva dos debates, la educación con un debate, la pensional con un debate, y la reforma laboral que apenas empieza, por segunda vez, su primer debate.
Estas reformas serán el punto clave para los desarrollos políticos del 2024 y la plataforma de lanzamiento del PH para las elecciones del 2026: salud, educación, laboral, pensional, servicios públicos, código minero, renta básica, reforma rural integral, ley de la paz total, todo un paquete que constituye la almendra democrática del gobierno del PH.
En estas circunstancias hasta donde es procedente la consigna abstracta de la “movilización permanente” del movimiento popular para el 2024? Ahora la crítica más recurrente de los enemigos del gobierno y de los medios de comunicación del sistema es la falta de realización de los programas planteados en los ministerios y agencias gubernamentales que no alcanzaron a gastar e invertir los presupuestos para los programas sociales por culpa de la paquidérmica burocracia institucional heredada de las anteriores administraciones.
Son dos años que le quedan al gobierno (2024-2025) para concretar las reformas estructurales para el cambio hacia la democracia, sobre todo en las regiones y localidades, si los indicadores económicos, sociales y políticos como el empleo, la productividad en la industria, la construcción, la vivienda social, el turismo; el incremento de las exportaciones no tradicionales, el control de la inflación sin demeritar los créditos para el emprendimiento de la economía popular, el manejo de la deuda pública, los precios del café, del petróleo, el crecimiento del PIB, el mercado de las tierras productivas para el campesino.
En fin… si la situación internacional varía a favor de las economías y los gobiernos progresistas del tercer mundo con la expansión del mercado chino hacia los países pobres, subdesarrollados y dependientes del imperialismo norteamericano, pues no cabe duda de que otros escenarios políticos se presentarán para el PH en el 2026.
Si a las reformas le unimos la consolidación del PH como una organización política no solamente coyuntural para los eventos electorales, sino como un instrumento político de pueblo para las transformaciones de largo aliento, pues las perspectivas ahora nubladas del horizonte político, se pueden transformar en un escenario para los cambios democráticos profundos con la participación masiva de los sectores populares y democráticos del país.
Si tenemos las metas programáticas claras, nos sabemos mover con habilidad en la correlación de fuerzas, si logramos el entramado institucional para los cambios democráticos, si logramos conformar el aparato político social para las transformaciones estructurales que el país necesita, no tenemos por qué tenerle miedo al futuro, todo lo contrario, la semilla sembrada por este gobierno no tiene boleto de regreso.
Estas consideraciones tienen que ser aterrizadas en las regiones, localidades y en los territorios si queremos que en realidad el sujeto político encarne en un poderoso movimiento democrático de masas, con la participación, organización y movilización de un vasto movimiento popular.
Para la administración de Las2orillas y para todos sus lectores una feliz navidad y un próspero año nuevo. Un abrazo de Tarzán.