En la intersección de la calle 26 con carrera séptima, en Bogotá, se alza uno de los edificios más importantes en la historia económica colombiana. La Torre Colpatria, con sus imponentes 196 metros de altura, adorna el horizonte de la capital, haciendo una combinación extraña, pero perfecta, con los cerros orientales. Su historia, como la de muchos de los edificios de la ciudad, se dio en lo que se conoció como el Plan Piloto de Bogotá, una idea del famoso arquitecto suizo, Le Corbusier, quien fue el único en pensar el crecimiento de la ciudad de manera ordenada. En ese plan, la firma Obregón, Valenzuela y Cía. cumplió un papel más que importante, pues fueron los arquitectos de la Torre Colpatria.
Y es que, con una trayectoria de 30 años en el mundo de la arquitectura, tanto José María Obregón Rocha, como Pablo de Valenzuela y Vega, Rafael Obregón González del Corral y los demás arquitectos e ingenieros que hacían parte del equipo de trabajo, se ganaron el concurso auspiciado por el famoso banco Colpatria en 1973. La idea era materializar el sueño de un edificio que fuera testimonio de la solidez de la empresa, pero también de lo lejos que quería llegar en el mercado de la banca colombiana e internacional; y así fue como el conjunto de profesionales trabajó en los planos y el diseño del que, para entonces, iba a ser el edificio más alto de Bogotá, Colombia y Latinoamérica.
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La historia de Obregón, Valenzuela y Cía., los arquitectos de la Torre Colpatria
La firma Obregón, Valenzuela y Cía. se inició en 1944 sólo como Obregón y Valenzuela Arquitectos. De la mano de José María Obregón Rocha, y Pablo de Valenzuela y Vega, dos arquitectos graduados de la Universidad Católica de América, en Washington D.C., la empresa empezó a dar sus primeros pinitos en el mundo de la arquitectura, diseñando, en primer lugar, proyectos de carácter familiar. Sin embargo, fue tal la riqueza de sus diseños, que rápidamente se puso entre las compañías más prometedoras de la arquitectura colombiana y, para 1952, se convirtió en Obregón, Valenzuela y Cía. Ltda. Arquitectos-Ingeniero, tras la adición de Rafael Obregón González.
La metodología de trabajo de la firma era simple y se basaba en la idea de un taller. Llegaban los proyectos, se les daba una primera solución y, después, cada uno se ponía a trabajar. Al principio, solo eran los 3; pero después fueron sumándose más personas, como estudiantes de arquitectura, constructores, ingenieros, dibujantes y hasta jardineros. Fue entonces cuando el equipo logró cubrir la mayoría de los aspectos que se necesitaban para desarrollar de manera casi perfecta los diseños y empezaron a participar y a ganar concursos, que ejecutaron de manera óptima gracias a asociaciones que hicieron con firmas constructoras en Bogotá, Manizales, Ibagué, B/quilla y Cartagena.
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El concurso para hacer el que fue el edificio más alto de Bogotá
El concurso del banco Colpatria llegó a ellos cuando ya llevaban una larga trayectoria de trabajo con empresas estatales, bancarias, comerciales y educativas. En 1956, por ejemplo, estuvieron detrás del Banco de Bogotá de Cartagena y del Colegio Marymount en Bogotá. Un año después diseñaron el mítico Teatro México, que se ubica en el centro de la capital y es propiedad de la Universidad Central, y con el tiempo también fueron las mentes detrás de la Escuela Naval de Cadetes de Cartagena, el Country Club de Bogotá y más. Era tal su reconocimiento, que participaron en los concursos del Edificio Avianca en Bogotá o el Edificio Coltejer en Medellín, pero fueron superados por la firma Esguerra, Sáenz y Samper.
Aun así, el concurso que sí ganaron fue el del edificio que iba a adornar la intersección de la calle 26 con carrera séptima en Bogotá, con un diseño que rompía por completo los estándares de los edificios de la capital. Obregón, Valenzuela y Cía. presentaron unos planos donde dispusieron de espacios domésticos, oficinas, espacios comerciales, entre otros, eso sin contar que el diseño prometió construir el edificio más alto de Bogotá y Latinoamérica para la época, algo que al banco le llamó de más la atención. Entonces se empezó con la construcción, que no solo significó un reto por las novedosas técnicas que se usaron, sino que marcó el inicio de la modernidad en la arquitectura bogotana.
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La Torre Colpatria, un hito de la arquitectura capitalina
Los encargados de materializar lo que las mentes de José María Obregón Rocha, Pablo de Valenzuela y Vega, Rafael Obregón González del Corral y todo el equipo de trabajo había creado fueron unos viejos conocidos. La constructora Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo fue la que se puso manos a la obra e inició la construcción del edificio en 1973. Se empezó, por supuesto, con la cimentación, que marcó un hito en el tema de estudios del suelo y de normas de sismorresistencia, después de excavar aproximadamente 120 metros para solidificar el terreno en el que se iba a levantar la estructura y hacer 24 pozos que necesitaron 6 mil toneladas de hormigón y 3 mil toneladas de acero.
Luego de eso, se llevó a cabo el levantamiento del edificio, que también significó un hito para la arquitectura colombiana, no solo por los novedosos diseños estructurales, que se basaron en un núcleo interior sólido que cumple la función de columna vertebral y sostiene al núcleo exterior (las fachadas), sino porque toda la mano de obra y los materiales que se utilizaron para su construcción fueron 100% colombianos. El edificio estuvo listo en 1978 y se convirtió en el más alto de Bogotá, Colombia y Latinoamérica con 50 pisos y 196 metros de alto, superando al Edificio Davivienda, que también se encuentra en la capital.
Desde entonces, la Torre Colpatria se ha convertido en un ícono de Bogotá, siendo el edificio, históricamente hablando, más importante de la capital. En él, no solo se desarrolla un importante sector de la economía capitalina, sino que también se puede disfrutar del turismo, con su impresionante mirador, y hasta del deporte, con la ya famosa ‘carrera de ascenso’ que se ha hecho por sus escaleras. Además, sus interminables ventanales que van desde la planta baja hasta la azotea también se han vuelto protagonistas con sus luces led, mismas que son un atractivo casi único de un edificio en Colombia y comparten mensajes, campañas y rinden homenajes, además de mostrar orgullosas la bandera del país.
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