Estados Unidos nos tiene acostumbrados a una retórica de héroes y villanos. De hecho, esta está presente en todos los aspectos de la vida de los estadounidenses. ¿Y cómo iba a ser de otra forma? Los superhéroes siempre son de EE.UU. Ahora bien, en las últimas elecciones este relato del superhéroe fuerte y vengador que iba a salvar al país del norte de todos sus enemigos fue encarnado por Trump. Sin embargo, este “superhéroe” tiene las características propias de un supervillano, de un sociópata.
Según dicen los expertos, la sociopatía es un trastorno antisocial de la personalidad. Entre las características más comunes se señalan: el egocentrismo, la megalomanía, la extroversión, la ausencia de empatía y remordimiento, la falta de responsabilidad, la falta de preocupación por las consecuencias de sus decisiones, impulsividad y la necesidad de sentirse poderoso y controlador. Características que parecen definir con gran precisión el comportamiento de Trump.
Con eso en mente, el problema es que este personaje salido de las pantallas de televisión y los concursos de belleza se encuentra al frente de las decisiones políticas de la hasta ahora principal potencia militar y económica del mundo. Así, este personaje que se viste como un vengador de Marvel, se va inventando enemigos en cualquier parte con el fin de manipular a la población para obtener sus objetivos personales y los de su camarilla de allegados.
Los últimos movimientos de este personaje a nivel mundial son muy peligrosos y dejan clara su búsqueda incesable de guerras y conflictos o, dicho de otra manera, la creación de archienemigos. El primero de estos fantasmas creados ha sido la inmigración. Los retrata como personas altamente peligrosas y no como lo que son. Personas humildes que están buscando mejorar sus condiciones de vida y cuya actividad en EE.UU. representa una parte importante de la economía doméstica del país.
El segundo de sus archienemigos es Maduro y el chavismo, que retrata como altamente peligrosos y con ello esconde sus verdaderos propósitos, hacerse con los recursos minero-energéticos de aquel país. Así amenaza constantemente con la posibilidad de una intervención militar, aunque en este caso pretende llevarla a cabo por medio del escuadrón de mercenarios que lleva el nombre de Blackwater, que no es otra cosa que gente que se dedica a matar por dinero.
El tercero es nada más ni nada menos que Corea del Norte, a quien este jueves la armada de los EE.UU. le retuvo un barco carguero lleno de carbón que iba a ser exportado por este régimen. ¿Cuál será su reacción a este hecho? La desconocemos, así como desconocemos mucho de aquel hermético régimen. Sin embargo, parece que es claro que esos señores tienen armas atómicas, por lo tanto ser bravucón con estos no parece ser una muy buena decisión.
El último de sus archienemigos es Irán, al que desde la misma llegada a la Casa Blanca ha decidido atacar. EE.UU. empezó con retirarse del acuerdo nuclear suscrito por Irán y el grupo de países 5+1 (EE.UU., UK., Francia, Rusia, China y Alemania). Error, pues este acuerdo se hizo para garantizar que estos señores no fueran a desarrollar armas nucleares. Según los informes del Organismo Internacional de Energía Atómica, Irán viene cumpliendo el acuerdo firmado. Después de retirarse sin ninguna razón del acuerdo, los EE.UU. emprendieron lo que llaman: batería de sanciones. Con esto pretenden asfixiar la economía iraní. En primer lugar, han querido acabar por completo su exportación de petróleo y ahora también su industria metalúrgica.
Pero además de todo esto, el señor que ocupa hoy el sillón de la Casa Blanca declaró “terroristas” al cuerpo de élite del ejército de Irán, a lo cual este último respondió con proporcionalidad, calificando a su vez de “terroristas” al comando central del ejército de EE.UU. en la región. No satisfecho con este aumento de la tensión, el “vengador” sociópata ha decidido enviar a la zona de Oriente Medi, al portaaviones USS Abraham Lincoln, acompañado de destructores, F-35 y bombarderos.
¿Qué busca realmente Trump? Es difícil predecir el comportamiento de un personaje como este, pero según todos sus movimientos quiere una guerra. Pero, además, según sus razonamientos la necesita para seguir manteniéndose en el poder. Según sus cálculos, si obtiene una guerra, presentando a los EE.UU. como víctimas de un ataque, su discurso fuerte y militarista se vería respaldado y así garantizaría su reelección en el 2020, además de las ganancias propias que deja para algunos mercaderes una guerra.
Sin embargo, aunque Trump está empecinado en su guerra, creo que el pueblo de los EE.UU. y la comunidad internacional lograran pararle los pies. Y seguramente en el 2020 los electores de Estados Unidos darán el gobierno a los demócratas, y esta vez al sector más progresista dentro de estos.
