Los aplausos no pagan la pensión de los artistas
Opinión

Los aplausos no pagan la pensión de los artistas

Más allá de la paga del momento, premios y aplausos los actores nunca vuelven a recibir nada más allá del reconocimiento público

Por:
enero 13, 2016
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 El requisito definitivo para la grandeza de un artista es su propia muerte.
Thiessen.

La muerte de Carlos Muñoz vuelve a poner en el escenario la situación de los actores. No voy a decir que él murió en la inopia porque no es cierto, pero tampoco en la abundancia. ¿Que tenía lo necesario? Sí, pero hasta ahí. Batallaba como cualquier colombiano de a pie para sobrevivir. Y definitivamente no era un ciudadano de a pie. ¡Era el magistral Carlos Muñoz!

Tal vez estoy siendo algo infidente y no debiera, pero no hay derecho a que un hombre excepcional como él estuviera buscando contratos hasta el final de sus días para tener el sustento diario. Ahora, cada quien tiene que ir armando desde sus comienzos laborales su futuro en la vejez, pero también las empresas que ofrecen el trabajo deben comprometerse con quienes les producen montones de dinero, y ese es el caso de los actores.

Hoy, en el funeral de Carlitos, observamos con varios colegas detenidamente a los artistas. La verdad, muchas de esas viejas glorias nos dejaron impactados, como también otros más jóvenes. En conjunto, los percibimos decadentes, empobrecidos… tristes. No era solo la muerte del más grande de sus representantes. Más allá de sus fachas, que también pueden obedecer a su estilo de vida, percibimos a un gremio golpeado por la ausencia de solidaridad entre ellos mismos, la ausencia de políticas de Estado que los respalde como debe ser y la ausencia de conciencia de que hay que tomar medidas porque algún día se va a llegar a viejo y por mismo nadie les va a dar un papel distinto al de la realidad dura y despiadada del olvido y de la vida.

El tiempo fue muy corto pero no insuficiente para investigar que más allá de la casa de la Fundación del Artista Mayor y del Círculo del Artista Colombiano (Cica), que cumplen un papel meritorio pero muy exiguo, no tienen nada más. Las partidas presupuestales de los gobiernos de turno para apoyar y proteger a los artistas y la cultura en este país, no dejan de ser paliativos… un canto a la bandera. Si no se apoya el deporte, menos a los artistas.

Después de que dejamos a Carlos Muñoz en su última morada nos preguntamos ¿por qué no cotizan los actores si la ley lo obliga tanto a empleadores como a empleados? Carlitos decía que como los contratos eran inciertos, temporales, no había constancia en los aportes. Entonces alguien comentó sobre los contratos cada vez más leoninos y ventajosos que les toca firmar, en los que casi todo termina siendo para quien da el trabajo con la excusa de que “mire la oportunidad que le estamos dando. Esto le va a traer más contratos”. Como si con la fama se llegara al supermercado y los empleados dijeran: “Siga señor actor, escoja su mercado sin pagar”. Cómo se me parece al periodismo.

En este punto, alguno de mis colegas dijo que los artistas debían ser más verracos y estructurar una organización estilo Sayco y Acimpro (no en lo cuestionados, eso sí), que les dé regalías sobre todos los negocios que se hacen con seriados y telenovelas, por ejemplo. Es que los actores hacen trabajos valiosísimos, premiadísimos, pero más allá de la paga del momento, premios y aplausos nunca vuelven a recibir nada más allá del reconocimiento público que claramente no es el que paga cuotas de casas, ni estudio de los hijos y menos vejez digna. Canales y productoras venden y revenden sus novelas y seriados al exterior y les sacan todo el jugo, lo que no está mal; claro que es un negocio. ¡Pero participen sus ganancias a quienes las hicieron grandes con sus actuaciones, les dieron valor con sus interpretaciones, con su trabajo!

 

Con la efervescencia del momento,
pensamos en la Ley Carlos Muñoz para los artistas colombianos.
Alguien la tiene que abanderar

 Entonces, con la efervescencia del momento, pensamos en la Ley Carlos Muñoz para los artistas colombianos. Alguien la tiene que abanderar. ¿Pero quién si en su funeral no hubo presencia ni del legislativo (Muñoz fue senador de la República), ni del Partido Liberal del que hizo parte, ni del Estado que no pasó de un trino del presidente Santos, un pequeño escuadrón del Batallón Guardia Presidencial y un increíble silencio de la Ministra de Cultura que ni un mensaje mandó a la misa? No será el médico de la Clínica Reina Sofía que sí se tomó el trabajo de ir a darle el último adiós a nuestro grande de la actuación en el país.

Carlos Muñoz siempre soñó con un mejor futuro para sus colegas, pero también fue víctima del inclemente paso de los años. Siendo quien era, el actor más reputado y más representativo de los colombianos, con permiso irrestricto para entrar a nuestras casas y hacernos felices por años desde la cajita mágica de la televisión, se fue con el deseo reprimido pero muy luchado de hacer de la vida de los artistas un escenario construido sobre las mejores tablas. Ojalá alguien tome las riendas.

 

¡Hasta el próximo miércoles!

 

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