Se ha vuelto común en todo el Caribe colombiano escuchar los apellidos: Bossio, Marrugo, Bonfante, Tatis, Pupo, Calvo, Peluffo, Turizo, Paniza, Estarita, Gnecco, Carbonó, Capella, Esquiaqui, Bonoli, Bettin, Benedetti, Francheschi, Gulfo, Castellón; entre otros tantos que ya forman parte de la historia de nuestra región, lo que muy pocos saben es que estos apellidos guardan el relato de una importante migración de hombres italianos que traían sobre sus espaldas un cajón lleno de sueños y una memoria que quería olvidar la pobreza de la que venían huyendo, pero sin dejar atrás su cultura y su sentimiento patriótico.
La República de Génova venía en proceso de decadencia, las pestes habían arrasado a más de la mitad de los habitantes y su intervención en diferentes guerras a favor de España había dejado en la pobreza a la gran mayoría de la población, consecuencia también de las retaliaciones francesas; atrás había quedado la gran nación llena de ricos banqueros que prestaban su dinero a los monarcas españoles, atrás quedaba su poderosa fuerza naval que en algún tiempo le había convertido en uno de los principales dominadores del comercio de la Europa Occidental, ya muy poco quedaba de la gran República Genovesa y sus enemigos hacían cada vez más fuerza para hacerse con su control total.
La crisis en Génova fue un puntapié para que muchos genoveses emigraran a España, en donde habían recibido el protectorado de Carlos V de España por medio de su alianza con el almirante Andrea Doria; la gran mayoría de los migrantes llegarían a Cádiz, en donde florecía el comercio con las Indias, esto significó una gran oportunidad para muchas familias que lo habían perdido todo en su amada patria pudieran renacer y restablecerse en nuevas tierras europeas.
Los genoveses rápidamente entrarían a formar parte en España de sus expediciones marítimas, a obtener permisos para el comercio de productos indianos, como la cochinilla, el azúcar y los cueros; a entrar en diferentes servicios financieros, como préstamos, letras y cédulas de cambio e hipotecas, y una vez adaptados en las Indias, a formar parte de las élites locales.
Muchos genoveses e hijos de genoveses comenzaban a llegar a Cartagena de Indias por aquel entonces, en su gran mayoría con el oficio de comerciantes y otros tantos ligados al servicio militar, fue así como empezó a establecerse una minoritaria élite genovesa como las familias Tatis, Paniza, Blanco, Esquiaqui, Castellón y Baloco.
Ya para mediados y finales del siglo XVII, las familias de ascendencia genovesa poseían grandes haciendas y terrenos que fueron usados para fines de comercio con sus socios genoveses que se movían por todos los mares gracias a una poderosa activación económica que se vivía desde 1780 en Génova; unos de los más ricos y prósperos comerciantes fueron Juan Bautista Trucco Lanfranco y el teniente gaditano y de origen genovés Pablo Juan Bossio, quienes junto con Santiago Capurro Mercenare, socios y amigos de los Bossio, habían quebrado con su empresa comercial que hacía rutas entre Génova y la isla de Cerdeña, motivo por el cual pidieron ayuda a sus socios en Cartagena, pues su tierra amada se encontraba en guerra y al no nacer en España, como muchos de sus colegas comerciantes en las Indias, tenían pocas posibilidades de acceder a formar parte del comercio español; fue así, arruinados y sin un peso en el bolsillo, que llegaron a la ciudad a comienzos del siglo XIX.
Juan Bautista Trucco, una vez instalado en la ciudad y empezando a prosperar en sus negocios de comercio al detal, comenzó a participar en pequeñas empresas de navegación que comerciaban con la provincia de Panamá y los Estados Unidos. Se hizo con las tierras de los terrenos de Mosú, corregimiento de Ballestas, municipio de Turbana, en donde cultivaban y exportaban algodón, Donaldo Bossa Herazo nos comenta que «estas mismas eran administradas y atendidas por italianos naturales del pueblo de Pietra Liguere, Savona, cuna del señor Trucco Lanfranco».
Pues bien, entre los terrenos actuales de San Jacinto hasta Ballestas fue traído el genovés Francisco Marugno o Marrugo, quien se había amancebado con varias mujeres de todos los colores y junto con varios de sus hijos administraba distintas haciendas de productos agrícolas de pancoger como el tabaco y el café. Varias de sus hijas se habían casado con los jóvenes comerciantes de la familia Bossio o tenido hijos naturales con otros italianos llegados que hacían de capataces y administradores en los terrenos del señor Trucco; el proceso endogámico entre los Bossio y los Marrugo aún se conserva en el corregimiento de Ballestas, Turbana.