Los Millenials no lo pueden entender pero las noches de sábados de los ochenta tenían un solo programa: Sábados Felices. No solo eran los sketches estrambóticos de Covalizza o Hugo Patiño sino que era el concurso como tal. Era ver a nuevos talentos como Jeringa o Alerta ganar cada semana hasta romper récords ganar un carro y luego volverse parte del elenco. Era tan divertido. Además es que no había más para ver. El telecable era un lujo q solo se podían dar algunos bogotanos y la oferta de esa primera parabólica no pasaba de los 13 canales.
Pero Sábados Felices nos alegraba la vida y de qué manera en la época en la que la extrema derecha y Pablo Escobar decidieron poner carro bombas cada vez que les daba la gana. Una de sus secciones más aclamadas y q más nos sirvió a los colombianos fue Lleva una escuelita en tu corazón. El glorioso equipo de Sábados felices, con su delantero estrella el Flaco Agúdelo, llevaba la felicidad a donde menos lo esperaba, a los lugares más recónditos y, de paso, construía una escuela y la dejaba. Hacía más que el propio gobierno.
Hoy en día la gloria del programa hace rato terminó y lo q queda son los escombros. La muerte de Ali Humar es sintomática de esta decadencia. Hoy en día Sábados felices es noticia solo por sus escándalos, por sus despidos. Que esa mala fama no los confunda porque si hubo algo importante en la televisión nacional fue este show.
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