Como si no fuera suficiente con padecer las dificultades que implica el escribir un poema; como si no fuera bastante con echarse enemigos mediante artículos de opinión (que, más que textos, parecen granadas de fragmentación), la periodista y poeta Eva Durán viene emprendiendo una cruzada en defensa de los animales y en un país que no está acostumbrado a mirarlos como hermanos.
Por el momento, en Cartagena ha recogido perros desvalidos y los ha convertido en sus mejore compañía. Pero también hace parte de grupos animalistas como la “Fundación S.O.S. Apoyo Animal” y el “Colectivo Acción Animal”, que organizan marchas, hacen plantones y escriben manifiestos contra el Estado que no sabe o no quiere apersonarse de la situación de los animales que habitan el Distrito.
Su incursión más reciente tuvo que ver con el debate de los caballos cocheros de Cartagena, discusión que aún no ha terminado de saldarse y por la cual vamosaandar.com se interesó en conversar con la escritora de marras.
-¿Cuál es su visión respecto a la situación de los animales en Cartagena?
-Absolutamente dramática, porque, de manera endémica e histórica, las alcaldías de Cartagena jamás han tenido sensibilidad hacia los animales y hacia el medio ambiente.
-¿Y un signo de eso serían los caballos cocheros?
-Por supuesto. Por esa razón, nosotros los activistas hemos trabajado en varios frentes: primero, la denuncia; segundo, el auxiliar a los animales; y tercero, ayudar a presentar propuestas para mejorar esa situación en beneficio de la ciudad. Hay una cosa que no nos cansamos de repetir y es que cuando recientemente colapsó un caballo en el barrio El Laguito, el alcalde de Cartagena mintió reiteradamente ante la opinión pública, diciendo que el caballo estaba siendo atendido por gente de Bogotá y Medellín, cuando en realidad fuimos nosotros los animalistas quienes sacamos, de nuestro bolsillo, 500 mil pesos para sacar adelante al caballo. La Alcaldía no dio ni un peso.
-¿Por qué los cartageneros no tratamos bien a los animales?
-Empecemos diciendo que Cartagena es una bomba humanitaria que ya estalló. Aquí, más del 50% de la población está por debajo de la línea de la miseria; y, obviamente, cuando tú tienes la barriga vacía no estás en condiciones de querer a nadie. Aquí no hay respeto por la dignidad humana; por eso, parece que estuviéramos arando en el desierto al pedir respeto para los animales, pero ese es el trabajo, es el reto y lo estamos asumiendo.
-¿Qué puede decir de su periplo por Europa y la situación de los animales allá?
-España es el país más maltratador y más psicópata con los animales. Eso explicaría también el porqué lo somos en Colombia. Por eso reitero que así como nos hemos ido sacudiendo de males heredados de los españoles (la esclavitud, la inquisición, el racismo, etc.) también podemos sacudirnos la costumbre de maltratar a los animales. En el centro y norte de Europa la cosa mejora. Viví ocho años en Alemania y jamás vi un perro maltratado o abandonado en la calle. Y eso es lo que me anima a batallar en Colombia, porque si otros países lo han entendido y conseguido, significa que vale la pena luchar y conseguirlo.
Tengo entendido que en algunos de esos países los animales son considerados personas no humanas…
-Claro, porque la última frontera de los derechos civiles son los derechos civiles hacia los animales. Hace 200 años era una locura pensar que se pudiera acabar la esclavitud. Hace 100 años era imposible creer que las mujeres algún día tuviéramos derechos civiles, que estudiáramos, que trabajáramos, que hubiese una mujer presidente; o que un negro pudiera ser presidente de los Estados Unidos, pero se consiguió. Entonces, nosotros estamos pidiendo derechos civiles para los animales. Parece una locura, y será largo el camino, pero lo vamos a conseguir. ¿Qué significa derechos civiles? Significa derecho a la dignidad, a la vida, al buen trato, a tener estabilidad, a que sean registrados civilmente, a que el maltrato animal entre al Código Penal, etc. En ese sentido se han dado pasos muy importantes: el Consejo de Estado de Colombia reconoce a los animales como sujetos de derecho.
¿Cómo ve el cartagenero el trabajo de los animalistas?
-En realidad este trabajo comenzó hace 30 años, pero era muy disperso. Es decir, en cuanto a movimiento visible, apenas nos estamos dando a conocer. Sin embargo, el hecho de que nos hayamos pronunciado cuando el alcalde Dionisio Vélez quiso hacer una corrida de toros fortaleció al movimiento. Todo lo malo que ha ocurrido últimamente en torno a los animales y por la negligencia de la Alcaldía y de la Umata para detener el maltrato animal, está sacudiendo las conciencias y se está levantando un movimiento muy interesante. En este momento en Cartagena hay cuatro fundaciones que están trabajando muy fuertemente por la ciudad: Ángeles con patas, Fundación Frac, Amigo fiel y Alma animal. Ellas han ayudado a crear conciencia. Ahora, por lo menos, la gente protesta. Pero antes, veíamos el maltrato animal como algo normal. Ya no es así, ya sabemos que ellos tienen derechos.
¿Se han reducido las burlas y las amenazas?
-Las amenazas han seguido, pero de parte de los cocheros. Y nosotros hemos llegado a la conclusión de que ellos siempre se han salido con la suya, porque nunca nadie los enfrentó con fundamento. Entonces dijimos: si nos van matar, que nos maten, pero no se van a salir con la suya. Al contrario, sus amenazas nos están fortaleciendo y no pensamos permitir que ellos sigan torturando a unos seres tan maravillosos como los caballos.
Rodrigo Ramírez
Director
Vamos a andar Cartagena
