Mi nombre es Juan David Millán, tengo 34 años, soy presidente del sindicato de trabajadores de la UAESP y del sector hábitat, y fui electo en el comité ejecutivo nacional de la Confederación General del Trabajo con los mismos votos que Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT hace cuarenta años y quien hoy me tilda públicamente como enemigo de la misma, hasta el punto de expulsarme por mis posiciones ideológicas y políticas.
Por lo anterior, teniendo en cuenta que para el sindicalismo nacional soy un desconocido, me permito dar respuesta de esta forma a las acusaciones que se me hacen para equilibrar un poco la balanza informativa de la militancia de la CGT.
1. Es antidemocrático perpetuarse en el poder: Julio Roberto Gómez lleva cuarenta años de presidente de la CGT y es lógico que en ese tiempo ha granjeado lealtades internas y externas. Sin embargo, aunque haga un papel extraordinario, la alternancia en los órganos de dirección de cualquier tipo de organización o Estado es la que permite que la misma evolucione, se reinvente y cambie; no es sano en ninguna circunstancia eternizarse en el poder.
2. Micropoderes regionales: la forma en que Julio Roberto se ha eternizado es eternizando a los dirigentes regionales, son ellos quienes determinan el cómo, cuándo y dónde en la CGT regional. Quien se sale de la lógica no sirve y dura poco, esto según la premisa de Julio Roberto que dice que “la puerta de la CGT es grande para entrar, pero más grande para salir”.
3. Representaciones internacionales: el movimiento sindical es internacionalista y los trabajadores del mundo han intentado unirse en organizaciones supranacionales desde los inicios del sindicalismo mismo. Es allí donde Julio Roberto es más hábil, por esto ha ocupado altos cargos en las diferentes organizaciones sindicales internacionales; sin embargo, su última aventura, que nace en una diferencia burocrática en la Confederación Sindical de las Américas, ha sumido principalmente a la CGT de Colombia en un ostracismo internacional, perdiendo recursos de cooperación internacional, visibilidad regional y, como último elemento, asiento en el consejo de administración de la OIT.
4. Posición política: aunque parezca triste, en Colombia la posición política se resume en dos discursos principales, uribista y antiuribista, tan opuestos entre sí como multitudinarios. Las bases de la CGT se levantan por la izquierda, mientras Julio Roberto lo hace por la derecha.
5. Culto a la personalidad: por su larga trayectoria, el presidente de la CGT ha sido divinizado. Muchos lo respetamos desde la diferencia, pero esa diferencia no se puede expresar, ya que la palabra del presidente es la palabra de Dios, quien resume en sus brazos y sus verbos el sentir de la CGT. Quien se opone… pa' fuera.
6. Sindicalismo envejecido: al tener el mismo dirigente por muchos años es lógico que ese líder envejezca, y por ende su posición se desactualize, vea sus formas como dogmas, no evolucione, se niege al cambio y a lo nuevo. Lo joven es el enemigo a vencer.
Por estas posiciones, fui expulsado de la CGT. No obstante, el juez sexto civil del circuito tuteló mis derechos y ordenó a la CGT reintegrarme en los cargos que fui electo, dando 48 horas para cumplir el fallo. Por supuesto, a la fecha no se acata el fallo, no hay pronunciamiento, solo un desconocimiento a la rama judicial.
Más allá de discusiones burocráticas, es momento de tomar acciones. No podemos permitir que una organización tan emblemática como la CGT continúe derrumbándose a diario. Es hora de una gran cumbre ideológica y política que clarifique el rumbo, y que renueve la presidencia.
¡Se tenía que decir y se dijo!
