Vamos a asumir que el gobierno y la guerrilla llegaron finalmente a un acuerdo de paz. Inclusive, asumamos que los colombianos cedimos de cierta manera, tragándonos una plétora de sapos tales como la vinculación del narcotráfico con el delito político o el indulto absoluto para todos los miembros de la guerrilla, así hayan cometido delitos de lesa humanidad. Es más, asumamos que ni siquiera se refrendaron los acuerdos mediante el dictamen de los ciudadanos. En suma, reconocimos a los guerrilleros como individuos altruistas que ejercían su “derecho a la rebelión”.
Lo anterior ilustra las condiciones sine qua non bajo las cuales la guerrilla estaría dispuesta a firmar la paz. Ahora bien, dando por sentada tamaña abstracción, hagamos un análisis meramente económico de la coyuntura. ¿Será posible financiar un postconflicto en el corto y mediano plazo, teniendo en cuenta la aciaga coyuntura fiscal y económica que se avecina? Solo para el punto agrario, se deberán destinar alrededor de 90 billones de pesos, según el exministro Restrepo. Para reparar a las víctimas, Santos vaticina unos 54 billones de pesos. Todo esto suma grosso modo un gasto de 15 billones al año. ¿De donde va a salir esta cifra? Para hacernos una idea, el déficit fiscal de la nación oscila alrededor de los 22,9 billones (2,8% del PIB), sin contar el impacto de la caída en los precios del petróleo, la cual, según el Ministerio de Hacienda, reducirá en 9 billones los ingresos fiscales de la nación para este año. Esto aunado a la trepidante devaluación (32% en seis meses) que ya está influyendo en los precios de la canasta básica y que podría distorsionar las expectativas de inflación para este año. Ni hablar de su efecto en la deuda externa, la cual, en solo cuatro meses creció en un 26% tan solo por ajustes en la tasa de cambio.
Los años de bonanza se acabaron. El panorama a mediano y corto plazo es poco alentador. Sin tener un acuerdo de paz firmado, el gobierno ha tenido que apretarse el cinturón ante la crisis fiscal que se avecina: un recorte de 90 billones en el presupuesto del cuatrienio. Ni siquiera asumiendo una firma “ideal” de la paz, la cual, para efectos prácticos, debería darse este año, se vislumbra cómo el gobierno financiará los acuerdos. A pesar de la devaluación, ni la industria, ni el agro, ni la productividad ni la innovación despegan. Inclusive, las exportaciones en enero de este año cayeron en un 40,2% con respecto a enero del 2014.
El tiempo nos dirá qué tan irreversible es el proceso de paz. Ante la insostenibilidad del aparato estatal, el gobierno ya habló de más deuda e impuestos, los cuales, luego de arrasar con el empresariado terminarán esquilmando a las clases medias y más bajas del país. Todo indica que la falta de políticas de desarrollo, el derroche descomunal y el exiguo ahorro le pasarán la cuenta de cobro a la quimera de la paz.
@jdesign9615