El municipio de Dosquebradas, Risaralda debe su nombre a la quebrada de Santa Teresita, la misma que bautizó al primer acueducto comunitario en Colombia. Era 1964 y ante el abandono de un Estado que no garantizaba el acceso al agua potable en territorio risaraldense y rural del país, el urbanista Jaime Giraldo, a punta de tubos de barro y concreto, decidió crear el primer sistema de suministro de agua potable para no dejar morir de sed a sus habitantes.
El acueducto de Santa Teresita se caracterizaba por ser un sistema que funcionaba de manera autosostenible: recogía agua de la quebrada, las transportaba hasta los tanques de almacenamiento de agua cruda, pasaba por filtros de purificación, reposaba en los tanques de agua limpia y llegaba a los hogares. En contribución, los usuarios pagaban una suma simbólica y el dinero recaudado se destinaba al mantenimiento de aquellas tuberías, tanques, material de purificación y demás gastos administrativos. No era una práctica que daba ganancias económicas, las únicas eran el bienestar de la comunidad.
Veintiún años después, con el ejemplo de Santa Teresita y la unión de 26 acueductos a través de la Asociación Municipal de Acueductos Comunitarios –AMAC-- Dosquebradas se convertiría en la meca de los acueductos comunitarios en Colombia. El modelo atravesaba fronteras, se replicaba en las regiones y funcionaba como un ejemplo para brindar agua potable, en su mayoría, a la población rural del país.
Actualmente la defensa de los acueductos comunitarios es uno de los temas más importantes para discutir en la Agenda Común Para la Paz, un programa apoyado por Oxfam y Planeta Paz donde 250 organizaciones de todo el país – incluida la Red Nacional de Acueductos Comunitarios-- aportan su visión y propuestas en torno a una Colombia con más oportunidades para los que viven en el campo. Gracias a esta iniciativa, miles de colombianos se han unido para decir, en unísono, que paz, entre muchas otras cosas, significa poder recibir agua pura a precios dignos.
En Colombia existen alrededor de 13 mil acueductos comunitarios, según la corporación Sensat Agua Viva. Estas pequeñas organizaciones abastecen agua pura a 12 millones de personas: a campesinos, indígenas, comunidades afro y habitantes que no cuentan con un sistema de acueducto y alcantarillado en sus hogares, la mayoría ubicados en zonas rurales y urbanas donde la palabra Estado no existe.
Aunque el modelo es un éxito, los acueductos comunitarios sufren hoy en día dos amenazas que podrían condenarlos si no se tratan a tiempo: el Cambio Climático y el interés de las empresas que quieren lucrarse económicamente a costa de este recurso básico.
En el caso de la primera, las fuertes sequías que comenzaron en 2015 y se han extendido durante el 2016, han hecho que, en el caso de Dosquebradas, las familias solo puedan usar el servicio durante cuatro horas al día. Las 33 quebradas que le suministran agua al municipio, tienen sed, están secas, lo cual ha creado una cultura de prevención y reorganización para un uso moderado del agua. 40 mil habitantes de este municipio ya no se pueden bañar más de una vez al día; deben reducir el uso de agua en sus cultivos; no pueden lavar sus carros como lo hacían antes y deben programarse para hacer su comida y entrar al baño en horarios específicos. Esta situación los tiene alarmados, como lo asegura Durabio Márquez, el Presidente de la Asociación de Acueductos Comunitarios de Colombia, beneficiario de este sistema, quien no duda que la próxima guerra en el mundo será por la lucha de este recurso.
La segunda amenaza viene desde las reformas a la Constitución Política de 1991. “La Política Nacional de Aguas en Colombia sufrió una transformación reglamentada por las leyes 142 y 143 de 1994. Estas últimas abrieron paso para que agentes privados pudieran tener el control del agua y la energía en el país, lo que ha generado una disputa económica de varias empresas para lucrarse a costa de los recursos naturales y, en algunos casos, haciendo daño al medio ambiente”, como lo señala Censat Agua Viva.
Ocho mil familias en Dosquebradas día beben agua hoy en día por 100 mil pesos al año, gracias a los acueductos comunitarios. Si los acueductos pertenecientes a la AMAC pasaran a manos de una empresa como Serviciudad, quien comercializa y revende agua proveniente de Pereira y el municipio de Santa Rosa, las familias tendrían que invertir 5 ó 6 veces más por tener agua potable durante un año. Esto traduciría a que, en vez de invertir 8 mil pesos mensuales tendrían que pagar alrededor de 50 mil pesos por un mes de agua.
En un mes se pagaría lo que los acueductos comunitarios ofrecen en 6 meses.