Quién iba a pensar que este hombre sigiloso de 65 años, extranjero, nacido en uno de los países con la fama de ser arrogante, de creer poseer la mano derecha de Dios en su territorio, iba a crear una serie de abusos que hasta el momento son recopilados ha dejado grandes secuelas entre las personas que los han vivido. Lo que se tiene que saber en su ámbito deportivo de don José Pékerman lo pueden encontrar en Wikipedia. Allí va encontrar una serie de resúmenes de los abusos que ha cometido este señor por donde va pasando como entrenador.
El 29 de febrero de 2012, fecha en la que José Pékerman debutó como seleccionador nacional en la victoria 2-0 en un amistoso ante México, le inyectó algo nuevo a cada jugador, una sustancia que muchos decían los hacía sentir fuerte, dinámicos, les proporcionaba una tranquilidad pero al mismo tiempo unas ansías de jugar al fútbol. Estaban como hipnotizados con aquella sustancia que este señor arbitrariamente les había inyectado antes de jugar. Pero antes de ese partido Pékerman había hecho el atentado contra la base cultural de la Federación, violar todos los cánones consagrados antiguamente en la Selección, es decir llevar 'niñitos' a la concentración de una Selección de adultos. A los de la Federación de Fútbol les disgustó al punto de inflarle los bigotes a su presidente, Luis Bedoya. Esto les dio desconfianza, un señor tan canoso rodearse de tantos “culicagados” como decía su presidente, daba mucha desconfianza. Pero él hizo caso omiso y se rodeó más y más de ellos, como una amenaza, como un lobo entrando en el rebaño. Pero Bedoya lo fisgoneaba por precaución hasta que se dio cuenta de aquella rara sustancia que les inyectó a vapor. Preguntó, pero el veterano entrenador se negó a responder y mandaron a realizar pruebas de laboratorio después del partido contra México.
A Bedoya le habían dicho que fuera muy cuidadoso con este señor porque transformaba a la gente con un secreto que descubrió con los exámenes que marcaron positivo en una sustancia que no era más que confianza; una extraña sustancia que los jugadores nunca habían sentido. Bedoya se enfureció ante aquellos dos primeros abusos, el técnico solo sonrió candorosamente.
El partido contra México (en el Mundial del 2014) marcó el inicio de los abusos, luego vinieron charlas motivacionales en las que les lavaron el cerebro a nuestros jóvenes. Ellos fueron cambiando aquella mentalidad de "Perder es ganar un poco”, y “El mejor jugador del mundo sin balón”. ¿Cómo se atrevía este señor a violar nuestra tradición?, esa forma de pensar que había dado cátedra y que tuvo por fuera de mundiales a valientes jugadores como: Iván Ramiro Córdoba, Frankie Oviedo, Fabián Vargas y Juan Pablo Ángel, entre otros que no pudieron cantar el himno nacional en un estadio mundialista pero respetaron la tradición de la que este señor abusó. Y con ese abuso del cambio de mentalidad vino un peligro enorme, el cual ya demostraba que tenía fuerza, la credibilidad; los hizo soñar, ¡ Qué ridiculez, qué abuso tan grande de este señor!
¿Cómo se atrevió a cambiar las reglas de juego y lo que es peor, encrespó al sabio de los sabios deportivos, al maestro y al mismo tiempo emperador de la palabra técnica, a Carlos Antonio Vélez, su santidad del deporte colombiano? ¡Qué abuso! Enseñarnos que la humildad es superior a cualquier pragmatismo. Pero cuando todos pensábamos que ya este señor había cometido todos los abusos deseados, roto todas las tradiciones de nuestra amada Federación, aquella disciplina de valorar sobre la vanidad, de que aunque nos patrocine una bebida embriagante no era bueno tomársela, les cambió el libreto de la idiosincrasia de nuestro fútbol y puso lo colectivo por encima de lo personal y qué consiguió: En 28 meses de su gestión, el combinado patrio jugó 27 partidos. Ganó 18, empató seis y solo sumó tres derrotas. Propuso un fútbol ofensivo que le dejó un balance de 56 goles a favor y 16 en contra y en sus convocatorias 44 jugadores se vistieron de amarillo, azul y rojo.
Pero todos esos abusos contra esos jóvenes llevaron a una crisis peor, lo que les había inyectado a esos muchachos logró contagiar a 47 millones de habitantes, el abuso más grande, el que hizo perder hogares, trabajo, deudas. Todo un peligro hacia un país del cual abusó psicológicamente y que pide una indemnización de parte de este señor por todos los daños causados: llevarnos al próximo Mundial y tan siquiera por no ser tan exigentes, cosa que aún no hemos aprendido, quedar de campeones, porque resulta que después de tantos abusos la Federación no ha logrado renovarle el contrato y en la prensa internacional ya hay ecos del presunto interés de varias selecciones del mundo como Japón y Arabia Saudita, en contratarlo. ¿Acaso quieren vivir lo mismo de ese abuso constante el cual nos tiene sicosiados/as con que ya venga el próximo Mundial?
No señor Pékerman usted tiene que pagar todo lo que hizo con nuestro país, que si la Federación no se sintió abusada, 47 millones de colombianos sí y por lo tanto presentaremos nuestras demandas ante organismos judiciales para que lo retengan, ante la Interpol para que lo busquen por cielo y tierra para que pague por 10 años entrenando las divisiones menores de nuestra Selección y se le refuerzan sus trabajos siendo el director técnico general, porque su delito es uno de los mejores abusos que le han cometido a este país y que ni de vaina puede quedarse impune.
¿Por qué demandaría a Pékerman para retenerlo en el país?