¡Qué alguien le haga entender a algunos taxistas que el taxímetro no es un adorno! La situación de los taxis en Colombia, en especial en ciudades como Bogotá donde el uso de diversas plataformas digitales de transporte es masivo, va de mal en peor. Las razones son variadas y la mayoría, a diferencia de lo que piensan los propios taxistas, son a causa de ellos mismos, no de la competencia. Si bien la oferta de diferentes empresas que ofrecen otra alternativa de transporte en Bogotá es amplia y en algunos casos más económica, esta no es la principal causa del declive del taxi tradicional. Por el contrario, sus propias acciones con el usuario es lo que ha provocado que este decida dejar de usar el servicio.
No se puede desconocer que en los últimos años han llegado al país diferentes aplicaciones móviles de transporte, las cuales han ampliado el abanico de ofertas para la movilidad de los colombianos. En ciudades como Bogotá y Medellín es donde más impacto y acogida han tenido estas aplicaciones, lo que ha ocasionado una disminución considerable en la frecuencia del uso del taxi amarillo por parte de los ciudadanos. Pero este cambio no se debe exclusivamente a que la competencia en algunas ocasiones ofrezca mejores precios y mayor eficiencia, el trato que recibe el usuario y el tipo de experiencia que vive durante el viaje son otros factores muy importantes que estimulan esta decisión. Los usuarios han encontrado en estas aplicaciones un trato mucho más respetuoso, cómodo, seguro y, lo más importante: ¡honesto!
El trato desagradable y el cínico abuso de algunos taxistas han rebasado la paciencia de muchos ciudadanos. Resulta paradójico y casi tragicómico que la principal razón y argumento que usa el gremio taxista para atacar la competencia, es decir la ilegalidad, sea una de las principales características de su actividad laboral. ¿Acaso no es ilegal pasarse semáforos en rojo, cometer diversas infracciones de tráfico, elegir a su gusto a donde lleva el usuario y, lo más grave, saltarse el uso del taxímetro y fijar a su gusto el precio de los viajes? ¿No es ilegal establecer un precio desproporcionado de una carrera y ponerse de acuerdo con los colegas para obligar al usuario a aceptarlo? Todas estas acciones son el día a día, lamentablemente, de varios conductores de taxi, por lo menos, en Bogotá.
Lo digo como usuario, en el último mes al salir de dos eventos nocturnos y ante la ausencia de conductores de diferentes plataformas digitales, me vi obligado a recurrir al taxi amarillo. En ambas oportunidades, después de ingresar al vehículo y decir la dirección a la que me quería desplazar, los taxistas me respondían con un precio exorbitante, atrevido e ilegal. "¿Cuánto?, ¿y el taxímetro'", preguntaba yo. "Eso se está cobrando" y "Aquí no se usa" fueron algunas de las respuestas que recibí. Señores, el taxímetro siempre se usa, de día y de noche, de lunes a domingo, con sol o con lluvia. Es el instrumento legal y designado por el Estado y las empresas para estimar el precio de un viaje, saltarse el uso de este o ignorarlo, como con frecuencia algunos hacen, es totalmente ilegal y abusivo. Ponerse de acuerdo con otros taxistas para obligar al ciudadano a aceptar un precio desproporcional es aún peor.
De todas las faltas que comenten algunos conductores de taxi, esta es la peor y la más grave. Es indignante y ridículo que se rasguen las vestiduras, convoquen paros e incluso agredan a ciudadanos por el carácter "ilegal" del oficio de conductores y pasajeros de diferentes plataformas de movilidad, cuando esa misma categoría marca varias de las prácticas que ustedes mismos cometen en su trabajo. Si el propio gremio de taxistas no empieza por hacer un ejercicio crítico de introspección para reconocer así en lo que fallan, su trabajo será cada vez menos necesario ya que el usuario seguirá encontrado mayores beneficios en otros tipos de transporte.
Es claro que es un oficio difícil. Trabajar como conductor de taxi en una de las ciudades con el peor tráfico del mundo, con una malla vial limitada y con altos niveles de intolerancia hacen del taxi una labor estresante. También es claro que estas prácticas no son cometidas por todos los taxistas, hay muchos hombres honestos y respetuosos que como la gran mayoría de colombianos salen día a día a ganarse la vida de una manera responsable. No es una regla general, pero sí frecuente. Es necesario que los mismos taxistas condenen estas prácticas entre ellos, pues más rápido que lento, está acabando con ellos. Esta situación sumada a otros factores que actualmente se asocian a los taxistas, en su mayoría negativos y a causa de su propio comportamiento, resulta pareciendo un suicidio amarillo.