A los 78 años, el bailarín más sabrosón de América regresa a Bogotá con la Orquesta Aragón

A los 78 años, el bailarín más sabrosón de América regresa a Bogotá con la Orquesta Aragón

El cubano Armando Amézaga está intacto y con la Aragón dará el gran concierto de clásicos en el Jorge Eliecer Gaitán este sábado 29 de julio a las 8:00 p.m

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julio 25, 2017
A los 78 años, el bailarín más sabrosón de América regresa a Bogotá con la Orquesta Aragón
Foto: La Pluma & La Herida

A sus 78 años, el maestro Armando Amézaga Valera, el más veterano en activo de la Orquesta Aragón de Cuba, no se duele de nada.

Con 1.85 Mts. de estatura se desplaza en avanzadas similares a las de un trotamundo de Harlem, dispuesto a resolver el punto de diferencia en el último minuto del partido para colgarse del aro en señal de júbilo ante la conquista de un nuevo campeonato de la NBA.

De espalda no vislumbra mínima curvatura. Si no fuera por la respetable mota de nieve que adorna su noble testa, cualquiera podría asegurar que el hombre de la clave, el bongó, la percusión y el dancing de la legendaria agrupación cubana, con la piel macerada por el sol habanero, como la de un Cohiba tipo exportación, no pasa de los 40 años.

Ríe mientras habla. Ríe todo el tiempo. Y cuando lo hace exhibe una dentadura digna de un comercial de enjuague bucal. Pero no es una risa impostada de luminaria superficial. A él simplemente le brota espontánea de ese almacén de su alma que es pura nobleza y calidad humana.

Armando Amézaga Valera nació con la Orquesta Aragón. Y de niño, cuando en Radio Progreso oía los primeros acordes de la agrupación fundada por el inolvidable y polifacético violinista Orestes Aragón, aunque le parecía imposible, soñaba algún día con ser uno de sus integrantes.

Hijo de un fabricante de zapatos de descendencia española, de los Amézaga de la vasta región de Galicia, Armando descubrió a temprana edad que lo suyo era la música y el baile, y Dios hizo realidad su proyecto: lleva vinculado cincuenta años con la Aragón, sólo que en varias etapas. La más larga e ininterrumpida, las dos últimas décadas.

Empezó tocando la clave en un programa de la televisión cubana que tenía su orquesta propia: La pandilla cabezas de perros. Luego se unió a orquestas de músicos consagrados como la de ‘Changuito’ y la de Raúl Gómez. De ahí pasó a la Silver Star, para rematar, a mediados de los años 50 en la Aragón de Cuba, bajo la dirección de Rafael Lay Apesteguía (padre de Rafael Felipe Lay Bravo, su actual director), en remplazo de Orestes Aragón.

De modo que en el itinerario de Amézaga Valera, en Cuba, América y en las antípodas, en “los cuatro continentes”, como él recalca, de varias vueltas por el hemisferio y con la modestia que lo caracteriza, ha compartido en la amistad y en la profesión con músicos de la talla de Benny Moré, César Portillo de la Luz, Ernesto Lecuona, Frank Fernández, Miguel Matamoros, Bebo y Chucho Valdés, Compay Segundo, Pío Leyva, Ibrahim Ferrer, Eliades Ochoa y Omara Portuondo, entre otros.

Lo que causa asombro y envidia de la buena es que con la robusta cifra de almanaques a cuestas, el ‘Pollo’ Armando, como lo llaman sus compañeros de orquesta, siga normal en su cometido, como en sus años mozos, irrumpiendo intempestivamente en el escenario con su carta de baile que recoge los ritmos esenciales de la mejor música cubana de todos los tiempos. Desde el son como plataforma mayor, pasando por la guaracha, la charanga, el danzón, la rumba, la guajira, el bolero y el cha-cha-chá, su preferido.

No será tanto por el PPG (Policosanol) —esa pildorita natural de la farmacopea cubana que reduce los niveles de colesterol y triglicéridos, y limpia las arterias— que el ‘hombre clave’ de la Aragón, acompañado de una voluntaria del público, o en solitario, realice números dancísticos que a un joven bailarín de estos tiempos le haría exprimir gruesas gotas de sudor, como por el espíritu alegre y fiestero que lo ha acompañado a lo largo de su existencia.

De eso da fe, en la palabra y en el movimiento, ahora que llegó a Bogotá con la Aragón, que es su familia, para celebrar los 75 años de esta institución musical con dos conciertos en el Teatro ‘Jorge Eliécer Gaitán’, el viernes 29 y el sábado 30 de mayo de 2015, en un mano a mano de lujo con La 33, la orquesta salsera de casa, dirigida por los hermanos Sergio y Santiago Mejía.

Pese a sus compromisos, a los ensayos, a las pruebas de sonido, La Pluma & La Herida no se podía quedar sin conversar con Armando Amézaga Valera, el abuelo gozón de la Orquesta Aragón. Aquí está, en vivo y en directo, para todos sus seguidores.

¿A los 76 años no es riesgoso jugársela con esas maromas y quiebres de cadera que usted presenta en escenario?

“No ha sido un riesgo sino una diversión. Por ahora todo marcha bien con mi cuerpo. Y seguiremos en la misma tónica hasta que el cuerpo aguante”.

¿A las damas les da más de tres vueltas?

“(Risas) Claro. Más de tres vueltas. Al derecho y al revés. De eso se trata”.

¿Con cuál de todos los ritmos se siente más a gusto a la hora de bailar?

“Con el cha-cha-chá. Es con el que más me identifico. Pero también con rumbas, danzones, sones y boleros. Estoy hecho y derecho para todos esos ritmos”.

¿Qué recomienda para desentumecerse en la tercera edad?

“Bailar, tirar paso, estar en permanente actividad. Porque cuando uno pasa de los 60 y no hay movimiento, dinámica y goce, la muerte aprovecha para llevárselo a uno más rápido”.

¿Quién fue el de la iniciativa para que usted, aparte de su responsabilidad de percusionista, le alegrara el rato al público con su particular forma de bailar?

“Eso viene de tiempo atrás y fluyó por una sugerencia del maestro Ernesto Bacallao Serrano, uno de los cantantes de época de la Aragón, que me señaló el camino. Pero eso del baile lo traía de niño y con el tiempo le fui aportando lo que inventaba y descubría.

-De todos los países en los que ha estado, ¿cuál le ha parecido el más exótico o extraño?

“Cuando estuve con la orquesta en Finlandia, donde duramos una semana, noté que todos los días, valga la redundancia, eran de día. Nunca anochecía. Y el frío era a toda hora. Aunque he sentido más frío en Canadá que en Finlandia, incluso en varias regiones de Francia”.

¿Qué experiencia le ha dejado África?

“Ese es un continente maravilloso que tiene mucho que ver con nuestro sentir y la música que interpretamos. Ahí están nuestras raíces culturales. Conocí de primera mano muchas cosas que sólo había visto en televisión”.

¿Cómo es un día en la vida de Armando Amézaga Valera?

“Duermo poco. Me despierto con la sinfonía de los pajaritos. Ya uno va a tener tiempo para descansar después de muerto. Tengo que estar en dinámica para que no se me vayan los momentos gratos que la vida ofrece. Me levanto a regar el jardín, salgo a la calle a hacer los mandados del día, regreso a casa, me pongo a ver la pelota (béisbol), o una novela, como una brasileña que se llama Dos caras, que está muy interesante, y así se me va pasando el día”.

¿Qué le llama la atención de la música colombiana?

“El vallenato”.

¿Qué vallenato?

“Bueno, en Cuba se escucha mucho Carlos Vives”.

En las tantas veces que ha venido a Colombia, ¿cómo recibe el calor de nuestra gente?

“Es que cada vez que nos paramos en un escenario colombiano, decimos que este país es nuestra segunda patria. Y eso es definitivo, porque aquí gozan nuestro repertorio con un entusiasmo que no advertimos en ninguna otra parte del mundo. Los colombianos han demostrado el enorme cariño que sienten por la Aragón”.

¿Cuáles son los temas de antología de la Orquesta Aragón que lo disparan inmediatamente a la tarima?

“Los tamalitos de Olga, No me molesto, Pare cochero, El bodeguero, son muchos los temas, pero aquí en Colombia está demostrado que el que más gusta es Quiéreme siempre. Nos lo hacen repetir”.

¿Qué le significa tener la misma edad de la Aragón?

“Yo nací el mismo año de la Aragón, en el 39, cuando se fundó la orquesta. La oía en Radio Progreso de La Habana, porque en vivo la vine a conocer tiempo después, ya que la agrupación nació en Cienfuegos. En el año 55 llegó a La Habana y se quedó hasta el sol de hoy. De modo que el afecto es inmenso. Aragón es mi familia. Y a esa familia le debo lo que soy y lo que hecho en la vida, como ser humano y como artista”.

¿Soñaba de niño hacer parte de La Aragón?

“Para que tú veas cómo es la vida. Todos esos sueños que uno tiene en la infancia se pueden hacer realidad si uno se lo propone. Y cuando Aragón llegó a La Habana empecé a perseguir esa ilusión. Me hice amigo de Rafael Lay, di a conocer lo que sabía de percusión, sobre todo con la clave, y fui haciendo parte del equipaje de la orquesta. Luego vino el baile. Y ahí me quedé”.

La Aragón de antología, a principios de los años 40, con el virtuoso violinista Orestes Aragón a la cabeza. Foto: encaribe.org

¿Se puede afirmar que usted en este momento es el integrante en activo más antiguo de Aragón?

“En este momento, aquí en Bogotá, sí. Porque Celso Valdés Santandreu, que puede tener unos 83 años, todavía interpreta el violín, sólo que ya no puede viajar”.

¿Y a usted lo respetan por ser el más antiguo? ¿Usted es el que manda y regaña?

“(Risas) No, qué va, hombre. El que manda es Rafaelito Lay, el director. Pero quiero dejar constancia de que en Aragón nadie se ofusca ni regaña. Todos nos llevamos bien. Como debe ser. Claro, habrá siempre dificultades qué superar, pero como en todas las familias, solucionamos  en común acuerdo los problemas y salimos adelante”.

¿Cuántos matrimonios, cuántos hijos?

“Un solo matrimonio. Dos hijas. Eran tres hijos, pero falleció el varón. Quedan dos hembras. Con la misma esposa. Llevamos casados cuarenta y seis años”.

¿Y cuál es el secreto para mantenerse siempre unidos?

“Saber llevarse, entenderse. Y el baile. Con mi mujer estamos bailando desde que éramos novios. Duramos diez años de novios. Y lo seguimos haciendo como cuando éramos jóvenes. Esa sana costumbre no la hemos perdido”.

¿Buen ronero, maestro? ¿Qué ron recomienda que no sea el popularísimo Havana Club?

“Yo ya no bebo. Bebí hace muchos años. Tampoco fumo. Camino mucho. Le hago mandado a las hijas, a los nietos. Si fumara no podría ser tan activo a  mi edad”.

¿A qué horas se acuesta?

“Depende. Si hay béisbol y se acaba a las doce, a esa hora me acuesto”.

¿Y cuál es el equipo suyo?

“Industriales”.

¿Qué opina del desbloqueo cubano y todo lo que se avecina?

“Ojalá se llegue a un buen acuerdo. Porque la salvación no sería solo de Cuba sino de los Estados Unidos y de todo el mundo, más cercano, de América Latina, ya que esta parte del continente, tú lo sabes, es la que más necesita apoyo. Eso a todos nos conviene. 50 años de sistema y no pasó nada. Vamos a cambiarlo todo a ver qué pasa”.

¿Cuál es la fórmula, en el caso de ustedes los cubanos, que han vivido siempre felices con lo mínimo?

“Los cubanos, como decimos en la Isla, sólo necesitamos de una lata y un palito para estar contentos. Esa es nuestra filosofía de vida. Despreocuparnos de lo que no tiene arreglo y disfrutar de lo poco que tenemos, en cuanto a lo material, porque sabemos que somos ricos en muchas cosas, empezando por la música”.

Por eso es que los cubanos duran tanto…, la mayoría aguanta más de 90 y hasta 100 años…

“(Risas). Sí. El secreto está en no darle tantas vueltas a las preocupaciones, porque de tanta importancia que les das, se te convierten en amargura”.

¿Qué le puede preocupar a usted, maestro?

“Esperar que amanezca para darle gracias a la vida por un día nuevo, pero esa no es ninguna preocupación, sino una bendición. Nosotros tenemos una forma de vivir en Cuba, muy distinta a como la viven en otro países: Poca lucha y, de alegría, mucha. Ahí está la clave. Simplemente manejar el carro de la vida sin tantas complicaciones. Pa’donde nos quiera llevar”.

Fundada por Orestes Aragón, primero bautizada como Rítmica 39, luego como Rítmica Aragón, para finalmente llevar el nombre de Orquesta Aragón, y reconocida entre las pioneras de la charanga, se ha identificado por su estilo elegante y popular a la vez de interpretar los ritmos cubanos, en los que se destacan la participación de violines, flautas e instrumentos de percusión, además del impecable frente vocal que la acredita.

Trece excelentes músicos forman parte de la orquesta cubana más famosa a nivel internacional y que con 75 años de existencia, aún permanece activa. El conductor y violinista Rafael Felipe Lay Bravo, hijo de Rafael Lay Apesteguía, integrante clave de Aragón a finales de los años cuarenta, los cantantes Ernesto Bacallao Serrano y Juan Carlos Villegas Alfonso, el flautista Eduardo Ramón Rubio Pérez, los violinistas Dagoberto Pascual González Piedra, Lázaro Dagoberto González Siboré, Celso Valdés Santandreu (quien es el miembro más antiguo), José Palma Cuesta (güiro), Roberto Espinosa Rodríguez (bajo) Orlando Jesús Pérez Montero (pianista), Guillermo Gonzalo García Valdés (percusión), Inocente Arcadio Álvarez Pagán (timbales) Armando Amézaga Valera (percusión y baile).

Temas de antología como Luna de miel en la luna y el popularísimo danzón La reina Isabel baila el danzón, Pare cochero, Tres lindas cubanas, Noche azul, El bodeguero, Sabrosona, Noche de farra, El baile suavecito, El guajirito, la siempre solícita Quiéreme siempre y la infaltable versión con improvisaciones y verseo caliente de Guantamera, entre guajiras, boleros, danzones, guaguancós, rumbas y chachachás, hacen parte del rico y variado repertorio de Aragón en sus 75 años de historia.

* Tomado de Reporteros Asociados

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