“Siempre he apoyado las sinvergüencerías”, contestó de manera socarrona el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, a la nueva novelista tulueña, que a sus 75 años le dijo con voz entrecortada que agradecía todo su apoyo en la realización de ese proyecto llamado ‘Ofelia, pero no la Shakespeare’.
La novela, editada por editorial Rocca, llegó al público tras pasar por un trabajo de ‘costura’ que Cilia Rojas de Molano, con la paciencia de los sastres de la vieja escuela construyó como trabajo de grado de la carrera de Creación Literaria, en la universidad Central de Bogotá.
El lanzamiento del libro terminó en una amena conversación entre el avezado escritor y la novel literata tulueña, quienes dialogaron y soltaron anécdotas divertidas como si estuvieran en la intimida de sus casas, “escribí poesía porque estaba enamorada de la vida”, refutó ella cuando ‘Gardiz’ la increpó por hacerlo cuando ya se había desenamorado.
En medio de una lluvia torrencial que caía sobre el ‘Corazón del Valle’ siguieron cociendo sus historias, así se conoció que Cilia se convirtió en sastre por necesidad y en bacterióloga por imposición, “el 1 de diciembre de 1956 salimos de Tuluá porque le dijeron a mi papá, que era liberal, sí amanece aquí no respondemos por usted ni por su familia”.
Con cuarto de bachillerato llegó a Bogotá, y todas las mujeres de la familia debieron aprender el arte de la sastrería para ayudar con la manutención de la casa, y aunque quiso estudiar química el pensamiento conservador y machista de su hermano la llevaron a decantarse por la bacteriología, “debes escoger una carrera eminentemente femenina” le habría dicho.
En el año 1965 regresó a la Villa de Céspedes a ejercer su profesión, hasta el 2011 cuando regresa a la capital por decisión de su hija, quien según Gardeazábal, al igual que ella siempre ha hecho lo que le da la gana. Allá empezó a cocer con su habitual tenacidad su nuevo rol de novelista; para llegar al final de su novela debió escribir y reescribir muchos borradores y muchos finales, incluso contó en medio de risas tímidas que leyó varios libros sobre sexualidad para estructurar el personaje de Ofelia.
“Ofelia pertenecía a una familia tradicional donde estilaban nombrar a la primer mujer Angelina, pero después de 6 años de buscar un varón, nació ella, y como ya había una Angelina en la casa decidieron que el primer nombre que se les ocurriera, así le colocarían. Su padre al verla exclamó ¡Ofelia!, pero conociendo el final de la Ofelia del escritor inglés, exclamó como exculpándola, pero no la de Shakespeare”, así explicó la escritora el nombre de su proyecto literario.
Gardeazábal, el escritor de Tuluá, no ahorró elogios para su ahora colega, “A la edad en que todos cuelgan el sombrero en la percha ella volvió a la Universidad para graduarse de esta forma”, concluyó con orgullo.