Entre el 11 de octubre de 1987, cuando fue asesinado, mientras contestaba una llamada, el candidato presidencial Jaime Pardo Leal, hasta noviembre de 1996, fuerzas oscuras de la derecha colombiana asesinaron, con ayuda de anticomunistas reputados como los hermanos Fidel y Carlos Castaño al igual que narcos como Rodríguez Gacha, a más de 4.000 miembros de la Unión Patriótica. La razón por las que creían tener legitimidad para estos asesinatos. Eran los años en los que los carteles de la droga, una parte del Estado y del Ejército se aliaron para extirpas de raíz el germen comunista. Un año como 1989, con el bombazo al DAS y a un avión de Avianca que cubría la ruta Bogotá-Cali. Buscaban acabar con la vida de Cesar Gaviria, quien después del asesinato de Luis Carlos Galán en la plaza de Soacha, fue ungido por el joven Juan Manuel, su hijo mayor, para llevar la batuta en las elecciones presidenciales del Nuevo Liberalismo. La idea de Pablo Escobar y sus hombres era acabar con todos aquellos candidatos a las elecciones de1990 que aprobaran la extradición de narcos colombianos a los Estados Unidos. Por eso le declaró la guerra, a punta de carros bomba, al Estado.
Sin embargo, Pablo Escobar no estaba de acuerdo con que mataran a Luis Carlos Galán. Intentó oponerse a los hombres de Henry Perez, aliado de Rodríguez Gacha en el Magdalena Medio, tenebroso paramilitar que quería acabar a como diera lugar con el creador del Nuevo Liberalismo. Escobar sabía que perdería cualquier tipo de apoyo si mataban a Galán. Los paramilitares no actuaron solos y, como después se comprobó, el cambio de escolta abrupto evidenció que el director del DAS, el general Miguel Maza Márquez, participó en el asesinato.
A Jaramillo Ossa lo mataron los paras de Castaño. El carismático y joven líder de la Unión Patriótica alcanzó a reunirse con Pablo Escobar y suplicar por su vida. Pero todo fue en vano, Escobar intentó hablar con Fidel Castaño pero nada podía contrarrestar el odio visceral que sentía el Tigre de Amalfi por todo lo que oliera a comunismo. Lo mataron el 22 de marzo de 1990 en pleno aeropuerto El Dorado de Bogotá mientras iba a tomar un avión en Barranquilla, en plena campaña presidencial. En el atentado el sicario, menor de edad, mató al líder sindical José Antequera e hirió gravemente a Ernesto Samper, quien cuatro años después sería presidente.
Pocas semanas después, en un avión, y a pesar de estar fuertemente custodiado, un sicario mató, por ordenes de Castaño y con el apoyo de fuerzas ocultas de la derecha colombiana, al candidato presidencial del M-19 Carlos Pizarro. El asesinato se planeó en la casa Montecasino, en el Poblado de Medellín.
Por eso no suena a patrañas el supuesto plan para asesinar a Petro. En Colombia la vida no vale nada.