Los hermanos colombianos Rodrigo y Carlos Alberto Serna Londoño sabían que tener el nombre de Donald Trump encima de la puerta de un lujoso edificio sería un éxito en ventas. Por eso en 2005, después de haber sido contactados por el millonario inversionista panameño, Roger Khafif, armaron maletas para reunirse con el magnate gringo en sus oficinas de New York.
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Terminada la corta reunión, Ivanna Trump recibió la instruccion de su padre de ponerse al frente de un proyecto que se levantaría en Panamá, que se llamaría Trump Ocean Club. Lo único que el estadounidense tendría que poner, a manera de franquicia, sería su nombre en la entrada del edificio y a cambio recibiría como contraprestación la operación del hotel y del casino por un buen porcentaje. Además, fue la oportunidad para que Trump iniciara sus inversiones en Latinoamérica.
La torre que los Serna Londoño y su socio panameño le pitaron al magnate era un edifico de 70 pisos y 280 metros de altura. El rascacielos incluiría 369 habitaciones de hotel cinco estrellas, varios locales comerciales y en los pisos superiores un complejo de 700 apartamentos de lujo. Además, sería el edificio más alto de America Latina, título que tuvo hasta 2014, fecha en que fue superado por La Gran Torre de Santiago, en Chile, con 300 metros de altura.
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Al tener asegurado el espaldarazo de Donald Trump, el siguiente paso de los hermanos Serna Londoño fue conseguir socios para poder entrar en el negocio. Tenían previsto entrar con una participación del 30%. La estimación de un edificio como el que pretendían, levantado en Punta Pacífica, en una de las zonas más cotizadas de Ciudad de Panamá, con 37 ascensores, spa, varias piscinas, marina propia, casino, tiendas, restaurantes, boutiques e isla con playa privada y además de una terraza de más de 900 metros cuadrados con una piscina frente al océano y un centro de convenciones de 4.200 metros cuadrados, podría costar unos 500 millones de dólares. En total se invirtieron USD$430 millones.
Los hermanos Serna Londoño, con su empresa bogotana Espacios Urbanos, que ha construido proyectos públicos en Colombia, como escuelas departamentales y Estadio Municipal del municipio de Villeta en Cundinamarca, así como varios proyectos privados, ya tenían en la mira para ser su aliada a la firma de arquitectura y construcción de proyectos de lujo Arias Serna & Saravia. La oportunidad la daba el hecho de que su hermano Luis Fernando Serna es socio esta firma junto con el ingeniero civil de la universidad de Los Andes Eduardo Saravia y el arquitecto javeriano Álvaro José Arias.
La firma Arias Serna Saravia, fundada en 1980 tiene un historial de reconocidos proyectos, algunos incluso premiadoLs en Colombia y en el exterior. Tienen en su portafolio la remodelación del Hotel Santa Clara en Cartagena, el almacén Carulla en el barrio Quinta Camacho en Bogotá y el Complejo Acuático Simón Bolívar, también en Bogotá, construido durante la alcaldía de Antanas Mockus. Así como los hoteles de la cadenas española Ibis de Cali, Cartagena, Medellín y Bogotá.
Para entrar en el negocio de la torre Trump en Panamá, las dos firmas bogotanas crearon la sociedad Uper Deck Properties S.A, constituida en la capital panameña en 2005. Cada una de las empresas colombianas aportó el 15% del costo de la obra, unos 30 millones de dólares de la época. El 70% restante —unos 300 millones de dólares— fue capital del panameño Roger Khafif, el contacto con Donald Trump. Khafif es ingeniero civil y dueño en Panamá de dos empresas localizadas en la zona libre de Colón: Kenko Fashion Corp y la tienda de ropa infantil Rafkas.
Los planos arquitentónicos estuvieron a cargo de Arias Serna & Saravia y asumieron también la dirección de la obra. El diseño tipo vela de barco fue aceptado por la Organización Trump, que, aunque no entró como socia capitalista, tenía voz y voto para supervisar el proyecto que fuera acorde a las espicificaciones de las Trump Towers, que hay unas cuantas en el mundo.
Las dos firmas bogotanas no fueron las únicas colombianas en hacer parte del rascacielos panameño. La compañía barranquillera Tecnoglass, propiedad de los hermanos empresarios José Manuel y Cristian Daes mostró su destreza en la tecnología de vidrios para rascacierlos e instaló los ventanales, puertas y todos los elementos que requería el diseño del gigantesco edificio.
Daes es un viejo conocido de Donald Trump. Hace 20 años Tecnoglass instaló los ventanales de su majestuosa residencia Mar a Lago, en Palm Beach, centro de encuentros políticos y sociales del magnate gringo. La confianza de Trump con Tecnoglass lo ha llevado a contratar la empresa barranquillera para proveer la ventanería de otros edificios suyos, como el complejo de Sunny Island, el de Tampa, el de Fort Lauderdale, y el de Doral. En total suman 14 construcciones antisimicos de Trump en los que los barranquilleros han intervenido.
Los hermanos Serna Londoño y su firma Espacios Urbanos, junto con Ivanna Trump, quien actuaba desdes Estados Unidos, se ocuparon de la comerciazlización del complejo. La campaña de ventas fue tan exitosa que antes de terminarse la contruccion en 2012 se había vendido casi la totalidad de los apartamentos del complejo residencial. Dos años después se se cerro la tarea con todos los espacios entregados a sus dueños.
Una decada despues este edificio concebido y desarrollado por talento colombiano, sigue siendo un edifico icónico y punto de referencia en Ciudad de Panamá, convertida en una de las grandes capitales financieras de América Latina.