Los 5 pecados del colombiano promedio

Los 5 pecados del colombiano promedio

Reflexión ciudadana sobre nuestra idiosincrasia

Por: Felipe Bonilla Serna
febrero 02, 2015
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Los 5 pecados del colombiano promedio

“Ser colombiano es un acto de fe”. Sin duda las palabras del escritor Jorge Luis Borges deben ponernos a indagar un poco sobre lo que somos, o lo que creemos ser. No hay nada más sano para una sociedad, que exponerse ante la crítica, y mejor aún, ante la autocrítica, porque como cualquier ciudadano me siento en el derecho de decir lo que no me gusta de ser colombiano. Por eso presento, a continuación, lo que a mi juicio, son los 5 pecados de quienes nacimos en este terruño llamado Colombia.

1. No lee – No debate

Las redes sociales nos han brindado grandes herramientas de educación e información. Y creo que hablo por muchos, cuando considero que en ocasiones, “la caja de comentarios” de las publicaciones, resulta siendo más interesante que los mismos artículos o noticias. Es notable, que muchas de las personas que comentan en determinados “post” no se toman el tiempo de leer lo que el reportero o columnista se ha tomado el tiempo de escribir, y esto provoca, aguerridos debates entre los internautas.

La constante pugna de superioridad se ve reflejada en comentarios absurdamente destructivos, que no sólo carecen de argumentación sino que recurren a falacias, que terminan, de una u otra forma, agrediendo verbalmente a su contrincante. El colombiano promedio no sabe leer, por lo tanto tampoco sabe debatir.

2. La ley del más fuerte

El colombiano promedio se jacta de una intelectualidad superior que carece de profundidad, y ojo, que educación no es sinónimo de sistema educativo. A esta sociedad se le ha olvidado decir las palabras mágicas: Hola, por favor, gracias, permiso, hasta luego. Y sin esas normas básicas de convivencia de primero de primaria, posiblemente, lo primero que fluye en la dinámica social, sea la violencia.

Este colombiano se caracteriza por comportarse bajo el lema de “como todo buen colombiano” o por aquella equivocada ley del más fuerte. A él no le interesa nadie más que él mismo.

3. Él tiene la última palabra

Una reina gana una competencia internacional: malo. Una reina no gana una competencia internacional: malo. Un medio de comunicación habla del proceso de paz: malo. Un medio de comunicación no habla del proceso de paz: malo. El gobierno construye una carretera: malo. El gobierno no construye una carretera: malo. Y así puedo seguir nombrando infinitas dicotomías que caracterizan el discurso negativo del colombiano.

No sé a qué se deberá esto, pero resulta curioso ver, que no importa el esfuerzo, el mérito o la dedicación que una persona invierta en sus intereses, siempre llegaran aquellos que se dedican a destruir verbalmente todo por lo que han luchado. Y no olvidemos, las palabras también representan una fuerte agresión

4. Síndrome del enemigo/ Doble moral

Tal vez este es el mayor pecado de todos. Diana Uribe, en una de sus tantas clases de historia, habla de algo que se denomina como “El síndrome del enemigo”. Este planteamiento cae como anillo al dedo para explicar nuestra forma de ser. Creerse el bueno del cuento y con la verdad absoluta ha imposibilitado en muchos casos solucionar conflictos pequeños. Cuando dos personas que poseen este síndrome se encuentran, no hay nada que hacer. Una va a querer pisotear a la otra, y la otra a la una, y ambas se sentirán más buenas por acabar con su opuesto.

Este pecado va de la mano con la “Doble moral”, del cual no vale la pena conversar.

5. Critica sin propuesta

Al no estar contento con nada, aquel colombiano se dedica a criticar todo lo que, a su parecer, está mal. Y bueno, criticar no es malo, el problema es hacerlo bajo los vicios y prejuicios personales, sin proponer nada.

Para no caer en la lógica del colombiano promedio, propongo lo siguiente:

1. Piense antes de hablar, y piense el doble antes de escribir.
2. Salude, pida permiso, pida el favor y despídase con cordialidad, no hay nada mejor que trate a una persona como quiera que lo traten a usted.
3. Valore el esfuerzo de los demás, por más mínimo que sea.
4. Dude acerca de todo lo que le han enseñado, creerse el dueño de la verdad, sólo lo llevará a seguir encerrado dentro sus paradigmas.
5. Dese un respiro, y piense en cómo podemos mejorar la vaina entre todos.

A pesar de los anteriores pecados, y en modo de conclusión, cito a Ana Frank y su frase “Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre” y un poco colombianizada puedo decir: “Sigo confiando en la buena fe de las personas”

@bonserfelipe

Link de la imagen: https://twitter.com/cedemocratico

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