Eran tiempos de revoluciones socialistas en América Latina con el eco de la cubana y su expansión por el continente con el Che Guevara como símbolo del sueño revolucionario. Colombia no escapaba a la embullición de grupos de izquierda en las universidades y la formación de guerrillas en el campo: las Farc, el ELN, el EPL, el PRT, el M-19.
Nicaragua, el pequeño país centroamericana se convirtió entonces en el epicentro de la lucha entre la guerrilla del Ffrente Sandinista de Liberación Nacional y la dictadura de Anastasio Somoza que llevaba entronizada en el poder 50 años. Era una lucha desigual y los jóvenes combatientes apoyados por amplios sectores de la población lograron la solidaridad latinoamericana. En sus filas descollaban los hermanos Humberto y Daniel Ortega.
Edén Pastora, el mítico comandante Cero
Desde 1937 Nicaragua estuvo sepultada por ese apellido: Somoza. El 19 de junio de 1979 la dictadura de Anastasio, hijo del primer sátrapa, daba sus últimos estertores. El mundo entero se escandalizaba ante un país que no tenía congreso, ni partidos políticos, en donde la desaparición y la tortura eran la moneda que circulaba. La figura de Daniel Ortega se convertía en un símbolo de la lucha contra una dictadura feroz.
En toda Latinoamérica se veía con buenos ojos el movimiento que encabezaba junto a Humberto, su hermano y a Edén Pastora, conocido como el Comandante Cero. Era el Frente Sandinista de Liberación Nacional, el FSLN, una sigla que muchos jóvenes de esa época tatuaron en su alma. La lucha sandinista simbolizó, en ese momento, una respuesta a las sangrientas dictaduras militares que se esparcían como una enfermedad por toda América. Colombia no estaba ajena. Esa fecha, 19 de junio de 1979, el día de la caída de la dictadura, en Bogotá, un grupo de cuatrocientos voluntarios, encabezados por tres dirigentes de ala Troskista de la izquierda, el argentino Nahuel Moreno, y los colombianos Camilo Gonzalez y Kemel George, se organizaron para viajar hasta Nicaragua para apoyar la ofensiva deL Frente de Sandinista de Liberacion. Viajaron de todas partes de Latinoamérica aunque en su mayoría fueron muchachos de un promedio de edad de 22 años, que llegaron a Bogotá desde regiones como el Cauca o Nariño. Muchos de ellos pertenecían a las filas del M-19, simpatizantes de otras guerrillas pero también simples militantes de distintos gripos de izquierda que soñaban con que la fiebre revolucionaria iba a contagiar a todo el continente. La llamaron la Brigada Simón Bolívar.
La Brigada tenía un antecedente. En 1978, y bajo la tutela del general Torrijos, se formó la brigada de voluntarios panameños llamada Victoriano Lorenzo. Esta se había inspirado en otros experimentos libertarios previos. La más simbólica de todas ellas fue la que ocurrió en España, en 1939, cuando escritores como Ernest Hemingway o George Orwell se armaron para combatir a al general Francisco Franco. Las Brigadas Internacionales, como se conocieron en su momento, llegaron a agrupar a 35 mil voluntarios. Esa fiebre revolucionaria se llegó a sentir por la lucha de los sandinistas.
El sitio de encuentro era la región fronteriza de Liberia, al norte de Costa Rica. Allí los recibieron los hombres de Edén Pastora, quienes habían pasado camuflados al otro lado del país. Mientras esperaban las órdenes de entrar a Nicaragua se refugiaron en ochenta casas de seguridad. Para mantenerse los voluntarios se dedicaron a hacer, con sus propias manos, figuras de Sandino que eran vendidas en toda Costa Rica.
Quien fue Sandino, el inspirador de la revolución de Nicaragua
Augusto César Sandino fue un guerrillero, un hombre que se convirtió en mito. En los años treinta Nicaragua estaba invadida por las tropas norteamericanas. Sandino creó una guardia que terminó expulsando a los yanquis. El 21 de enero de 1934 el temible general Anastasio Somoza, el primero de su generación de dictadores, ordenó su asesinato. Con Somoza en el poder los Estados Unidos volvían a mandar en cuerpo ajeno, a Nicaragua. Sandino representó la lucha de los que no tenían nada contra el poder de los Somoza.
Además de las figuras de Sandino la Brigada Simón Bolívar hacía pañoletas con los colores rojo y negro, los mismos que tenía la bandera del FSLN. La Brigada entró a Nicaragua por la región de Bluefields, perteneciente a la Costa Atlántica nicaragüense, un bastión harto importante para los Somoza por sus recursos s pesqueros, petroleros, agrícolas y madereros. La Simón Bolívar no sólo fue importante por su aporte en armas sino en la organización. Nicaragua, desde que los Somoza mandaban en el país, en 1934, era un país sin sindicatos. En Bluefields, en unas cuantas semanas lograron crear 92 sindicatos para desestabilizar aún más la fuerza de trabajo del régimen.
El revolucionario Augusto César Sandino
Los colombianos que ayudaron a barrer con las fuerzas de Somoza
La Brigada Simón Bolívar entró a combate sólo en la ofensiva final, la que los llevo a la región de Sapoá. En esa ofensiva los jóvenes voluntarios fueron comandados por dirigentes nicaragüenses. La ayuda de la Simón Bolívar fue vital para barrer con las fuerzas somocistas. En la lucha mueren siete de sus integrantes.
Una vez triunfa la revolución el pueblo sale alborozado a las calles, se hacen y se fortalecen sindicatos, se fijan salarios y horarios más justos. A “Tachito” Somoza lo único que le queda es el exilio en Paraguay invitado por Alfredo Stroessner, el temible dictador. Justamente un bazucazo, un año después, en 1980, convertiría en átomos al último de los Somoza.
La Brigada Simón Bolivar se une a las luchas por expropaciones de tierras y también la creación de tribunales donde juzgaron a poderosos del régimen que habían intentado con todos los métodos violentos perpetuar la dictadura. Sin embargo el final que tuvo la Brigada Simón Bolivar en Nicaragua no fue la mejor. Entre los sobrevivientes se siente una traición, los dejan abandonados, como si su llegada a Nicaragua no tuviera el suficiente mérito para luchar por una causa que no era la de ellos. Un sector de los sandinistas los expulsaron del país una vez obtienen la victoria. Siete de los brigadistas mueren en los combates por la toma de Managua y los estamentos de gobierno.
La intervención del poderoso general Manuel Antonio Noriega, quien por esos años era el hombre fuerte de Panamá, logran salir de Nicaragua.
Ahora, cuarenta y cinco años con Daniel Ortega y Rosario Murillo embriagados de poder en el pequeño país centro americano, la historia da su juicio y pone al descubierto las pretensiones del supuesto líder revolucionario que desde un primer momento, como lo hizo con la <Brigada Simon Bolivar, lo único que buscaba era su poder supremo.