Fueron dos amigas Camila y Cristina las que empezaron hace cincuenta y nueve años un emprendimiento. El negocio comenzó con un pequeño taller y almacén, una tienda modesta donde vendían uniformes para las empleadas del servicio de limpieza del hogar. El nombre del local fue Camila y Cristina. Luego, una de ellas Cristina Meira se independizó y armó su propio negocio y lo bautizó Cachivaches. Cristina, aunque nació en Argentina hizo su vida en Colombia, un efecto de tener padres diplomáticos.
El nombre Cachivaches proviene del origen de la tienda, un sitio donde se podía encontrar múltiples accesorios domésticos, regalos, uniformes y delantales, es decir un comercio donde hay bastante variedad. La fundadora Meira murió en la pandemia, no obstante, sus hijos Juan y Andrés De la Espriella continuaron con el negocio.
Los descendientes de la emprendedora han logrado mantener la empresa y continúan yendo a las grandes ferias del mundo para importar tapetes, espejos, floreros, cojines, loza, vasos, cristalería, adornos etc. Y en general los dueños de Cachivaches siguen comercializando enseres decorativos para el hogar, es decir, el almacén es un gran bazar de objetos internacionales y nacionales, entre ellos los famosos disfraces de octubre, el mes de las brujas.
Para la tienda Cachivaches la venta de atuendos para Halloween, en un comienzo, fue producto del azar. El resultado de un negocio fallido con unos títeres; no obstante, con la tela de los muñecos la dueña del local confecciono unos disfraces para sus hijos y para la tienda. La ropa gustó bastante y los clientes comenzaron a pedir más. El éxito en las ventas fue rotundo, y logró generar una asociación entre Cachivaches y la vestimenta del 31 de octubre.
La investigación de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC)
En una inspección de rutina, los funcionarios de la Superintendencia de Industria y Comercio notaron unos disfraces con una característica especial: podían tapar las vías respiratorias. Es decir, existía un posible riesgo de ahogo con las máscaras. La ropa con los accesorios potencialmente riesgosos, eran los atuendos de: muñeca, Sub-zero, Alien y Spiderman. Todos los productos venían de la tienda Cachivaches, de la seccional ubicada en la Calle 109.
La mayoría de los disfraces eran importados con lo cual la multa también debía cubrir a la empresa importadora no solo a la comercializadora. Con la misma pesquisa los empleados de la SIC lograron determinar como responsables dos empresas: Otavi y Morai S. A. S. La primera es la dueña de Cachivaches y tiene como representante legal a Juan De La Espriella y la segunda es una importadora y fabricante de ropa, que tiene de representante al mismo Juan De La Espriella.
La respuesta de las sociedades
Las firmas por las acusaciones de la entidad del gobierno decidieron primero retirar y recuperar todos los disfraces con riesgos. Segundo formularon la petición de no recibir ningún castigo o multa por la venta de los disfraces. La Superindustria, hoy bajo la dirección de Cielo Rusinque, respondió negativamente. La razón consistió en las leyes de protección al menor y el argumento de: haber retirado la mercancía dañina no exime de la sanción por la comercialización de la misma.
El castigo quedó en firme en la resolución número 1572 de 2024. El documento fue expedido el 31 de enero de 2024. Tanto Otavi como Morai deben pagar cada una 390 millones de pesos. Ambas entidades pueden impugnar la decisión.
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