Daniela Yanguma tiene 17 años y, en las noches, después de jornadas extenuantes en donde le ayudaba a su mamá a hacer rellenas en Natagaima, se encerraba en su cuarto a imaginarse, a punta de folletos, como sería el funcionamiento de un computador. Ese interés por la informática había surgido desde los primeros años que estuvo en el colegio del Sena. Su panorama se aclaró cuando a principios del 2016, justo después de cumplir los 17 años, se fue a Ibagué a estudiar el programa tecnológico del Sena Análisis y desarrollo de sistemas informáticos. Yanguma no sólo se adaptó al cambio de vivir en una ciudad sino que empezó a destacarse.
A finales de octubre se enfrentó al reto de su vida: participar en la séptima versión de Senasoft, un concurso tecnológico que tenía como premio un viaje a Silicon Valley, el corazón de la tecnología, el lugar en donde se encubó Apple y Facebook. El concurso se realizaría en Armenia y la misión que tenían que acabar era desarrollar un software determinado a partir de unos problemas y una temática en popular. A punta de análisis aplicaron los patrones de diseño y en tres días fue escogida, junto con Juan Sebastian Martínez, como los representantes del Tolima que viajarían, junto a otros 30 aprendices del Sena de todo el país, a California.
Nunca había viajado en avión y estaba nerviosa. En el Dorado, poco antes de partir, conoció a Mateo Castro, un muchacho del barrio Buenos Aires de Medellín que se había ganado el derecho a conocer Silicon Valley por haber creado Donamás, una app que, con sólo apretar un botón, puede ayudar a detectar posibles donantes de sangre para que él lo necesite. La emoción los embargaba de tal manera que les curó el miedo que les podía generar el vuelo de seis horas hasta San Francisco. Mateo no podía creer que se iba a tomar una foto al lado de la figura gigante de Android o conocer el inmenso complejo de Microsoft.
Fueron cuatro días intensos en donde intentaron probar todo: desde las gafas HoloLens que más allá de ofrecer una imagen en 3D le entrega la sensación de estar frente a un holograma hasta deslumbrarse con el barrio Cupertino en donde dos muchachos, Steve Jobs y Stephen Wozniak, crearon en uno de esos garajes cochambrosos el computador personal provocando la revolución más importante del mundo desde el Renacimiento.
La experiencia será imborrable. Daniela irá en vacaciones a Natagaima, su mamá seguirá haciendo las rellenas más deliciosas del pueblo y ella, complacida y feliz, le ayudará con gusto. Pero ya sus ojos vieron, como los de Mateo y otros 30 aprendices más del Sena, el lugar en donde las máquinas, que ellos anhelan construir, dominan el mundo.