Luego de la invasión de América en 1492, y por más de 300 años, el territorio que hoy ocupa Colombia fue preso del saqueo y los pobladores originarios, víctimas del despojo de sus culturas; el proceso de mestizaje que se inició de inmediato, entre europeos y nativos americanos inicialmente y que posteriormente integraría a diferentes etnias africanas producto de la esclavitud, determinó el aumento considerable de la población mestiza que no lograba acomodarse en ninguna de las castas establecidas por la corona como un intento de clasificar y darle orden a la población del “Nuevo Mundo”.
Con el pasar del tiempo, a finales del siglo XVIII, los españoles fueron representando cada vez más una minoría en el poder y el sistema de clasificación de la población fue progresivamente más estricto y excluyente: negaba a los criollos, hijos de padres españoles nacidos aquí, la posibilidad de ascenso a los cargos de mando. Y así como los blancos nacidos en Europa discriminaban a los blancos nacidos a este lado del Atlántico, éstos a su turno marginaban al resto de la población: mestizos, indígenas, negros y mujeres, ricos y pobres. La crisis de representación social y el alza de impuestos fueron aumentando la tensión entre los grupos, al tiempo que, por otra parte, tenía lugar un proceso de autorreconocimiento de los españoles americanos con el entorno geográfico y así la reivindicación de sus derechos y privilegios como parte de la élite.
Entre mayo y agosto de 1819, un militar de 36 años, miembro de una las familias más importantes de Caracas llamado Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, emprendió junto con otros valientes hombres, desde Guasdualito, poblado fronterizo con Arauca, la que sería la más importante campaña de su vida y le daría la gloria que le había sido negada en su natal Venezuela, la campaña libertadora de gran parte del territorio del Virreinato de la Nueva Granada.
A este lado de la frontera, el virreinato se había constituido en el mayor bastión de la restauración de la monarquía española luego de haber sido expulsada por los ejércitos de Napoleón entre 1808 y 1814. El desembarco de los ejércitos de Pablo Morillo en Cartagena, significó la más sangrienta extinción de los líderes políticos y militares del virreinato entre 1815 y 1816.
La resistencia había sido desplazada de las principales ciudades andinas a los llanos orientales, y fue precisamente allí, en Tame, en 1819, donde se reunieron los hombres que traía Bolívar y los organizados aquí por el joven Francisco José de Paula Santander y Omaña para ascender la cordillera Oriental de los Andes y por la ruta de Nunchía pasar por Paya para llegar al Páramo de Pisba, y desde allí, atravesando por diferentes poblaciones de Boyacá, ir ganando posiciones estratégicas al ejército realista, sorprendido por lo difícil de la ruta elegida, especialmente en periodo de lluvias.
Los ejércitos de la campaña libertadora fueron conformados en su mayoría por gente de todas las edades y procedencias, especialmente, hombres y mujeres, campesinos, indígenas y afros, gente del llano y la altiplanicie de Venezuela y los actuales departamentos de Arauca, Casanare, Santander, Boyacá y Cundinamarca.
Entre las acciones bélicas más decisivas se puede mencionar: la batalla de las Termópilas de Paya en la que Santander se hizo digno de fama, la batalla de Tópaga que obligó a las tropas realistas a replegarse hacia Sogamoso, la batalla del puente de Gámeza, acción en la que perdió la vida el capitán Antonio Arredondo, la batalla del Pantano de Vargas donde se destacaran la infantería al mando del oficial José Antonio Anzoátegui, la acción decidida del sargento Inocencio Chincá y los lanceros llaneros al mando del coronel Juan José Rondón y, finalmente, la batalla del Puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819, donde la valentía y la honestidad de dos niños, uno de 12 años llamado Pedro Pascasio Martínez y el otro de 14 años conocido como el negro José, sellaron el final de la autoridad española en el Virreinato de la Nueva Granada al capturar a José María Barreiro, jefe del ejército realista y entregarlo al Libertador, dando lugar a la unificación de los pueblos de este y Venezuela, que dieron origen a la República de Colombia en 1821 con la reunión del Congreso en la Villa del Rosario de Cúcuta, y la posterior expulsión definitiva del poder extranjero en el resto de América del sur que se extendió hasta 1826.
Estas ilustraciones para colorear son una invitación a investigar y un tributo de reconocimiento a todos los actores invisibilizados por la historia oficial, a ellos no solo la voz sino también el color en las páginas de esta reflexión histórica.
¡Ponle color a la historia! Es un material didáctico para ser coloreado en familia o en talleres escolares sin límite de edad. La publicación el 7 de agosto de 2019 fue un obsequio para la ciudadanía colombiana con motivo de la conmemoración del bicentenario de la campaña libertadora.
Descargue aquí de forma gratuita la cartilla para colorear.