Un informe desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de marzo de 2001 fue la clave para entender la colaboración del Estado colombiano con el Bloque Central Bolívar, liderado por alias 'Macaco' pocos meses antes del asesinato del periodista Eduardo Estrada y, en general, con los paramilitares. En los documentos se puede notar vínculos del ejército colombiano con el grupo paramilitar conocido como Triple -A finales de la década de 1970 y registros relacionados con la masacre de febrero de 2000 en El Salado.
El documento más antiguo data del 24 de diciembre de 1997 y asegura, según la versión de un Coronel retirado, que la Brigada 17 en Urabá había estado cooperando con los paramilitares durante varios años pero que había empeorado mucho bajo el mando del general Rito Alejo Del Río. "Nunca se permitieron involucrarse directamente en el fomento o apoyo de las actividades paramilitares, pero dieron la espalda a lo que estaba sucediendo" asegura el documento.
El segundo, una evaluación de Inteligencia del Departamento de Estado de EE.UU con fecha de enero 6 de 1998, explica que si bien el historial militar había mejorado en el papel para esa fecha, en la práctica muchos oficiales militares colombianos se hacían, en sus palabras, los de la vista gorda ante las actividades paramilitares en sus áreas de responsabilidad. Todo esto en medio de aires de frustración por la incapacidad de enfrentar eficazmente a la guerrilla, lo que había contribuido a un salto en las violaciones paramilitares, disminución de la agresividad militar en el campo y apoyo tácito a los paramilitares que liquidaban presuntos guerrilleros y simpatizantes sin preocupaciones legales.
El tercer informe, que data del 4 de marzo de 1998, guarda el testimonio de un ex oficial del Ejército de Colombia que habló con un funcionario de la Embajada de los Estados Unidos. El uniformado contó que el general Rito Alejo Del Río Rojas, ex comandante de la Brigada 17 del Ejército en Urabá, fue uno de los dos oficiales del Ejército más corruptos de Colombia y que durante su comandancia le ordenó a sus subordinados cooperar con los paramilitares siempre que se encontrara fuera de la zona.
El cuarto, con fecha del 13 de agosto de 1998, un cable de la embajada de los Estados Unidos en Colombia, informa, entre otras cosas, que el mismo Del Río estaba siendo investigado por vínculos con grupos paramilitares ilegales. En lo que era una "Nota biográfica", la Embajada dice que el armamento y equipamiento sistemático de los paramilitares regionales agresivos por parte de Del Río fue fundamental para su éxito militar en ese momento.
Ya para el año 1999, otro cable de la embajada norteamericana, el ejército se lavó las manos con el tema de los paras y le aseguró a los funcionarios estadounidenses que el sistema judicial militar no necesita ser reformado y que las Fuerzas Armadas no tienen por qué luchar contra las fuerzas paramilitares pues serían responsabilidad de la Policía Nacional.
En el mismo mes de enero del 99 llegó a las manos del entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, Curtis Kamman, un informe de los funcionarios del Departamento de Estado Phil Chicola (Oficina de Asuntos Andinos) y Leslie Gerson (Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo) para contar su visión de la situación militar y paramilitar en Colombia. Allí manifestaron su preocupación por el nombramiento a puestos clave de generales acusados de manera creíble de vínculos con paramilitares, incluidos los generales Fernando Millán, Rito Alejo del Río y Rafael Hernández López. Su mayor conclusión fue que el paramilitarismo ha seguido creciendo durante el gobierno de Pastrana, quien habría hecho poco para enfrentarlos.
El séptimo es un análisis de los grupos guerrilleros y paramilitares colombianos, la conclusión es clara: "las Fuerzas Armadas no han perseguido activamente a los miembros de los grupos paramilitares porque los ven como aliados en la lucha contra la guerrilla, su enemigo común".
Para el año 2000, cerca de la fecha del asesinato del periodista Eduardo Estrada, un informe de inteligencia de la CIA de unos meses antes del asesinato de dice que las fuerzas del Ejército de Colombia trataron bien al BCB y a otros paramilitares de las AUC durante un operativo el mes anterior, liberándolos con sus armas luego de reubicarlos brevemente desde un área en el sur de Bolívar.
En el 2001 funcionarios de la embajada de Estados Unidos que informan desde Barrancabermeja dijeron que la violencia había disminuido en la región desde que los paramilitares expulsaron a los insurgentes del ELN y las FARC. Explicaban que las fuerzas de seguridad colombianas dicen que la mayor presencia de los paramilitares ha reducido el caos y la violencia en Barrancabermeja, pero su éxito se debe mucho al hecho de que, a diferencia del ELN y las FARC, los paramilitares no atacan a las fuerzas de seguridad del Gobierno de Colombia que patrullan la ciudad.
El último documento, con fecha del 23 de marzo de 2007 y uno de los más contundentes contra 'Macaco', fue este cable sobre los grupos criminales que emergen en Colombia a raíz de la desmovilización de las AUC, indicando que Macaco había seguido manejando a su grupo delictivo desde la cárcel y estaba explorando una nueva alianza paramilitar con el exlíder de las AUC Vicente Castaño, a quien dijo el jefe de la Policía Nacional de Colombia disfruta del apoyo entusiasta de elementos de la policía y el ejército.