El anuncio de este magno evento en Colombia a finales de 2015 causó euforia. Era una manera especial de decir que Bogotá se estaba convirtiendo en uno de los grandes públicos del mundo para este tipo de eventos culturales de talla mundial. Posteriormente, se anunció que iba a ser en octubre del 2016: hasta ahí todo muy bien y bonito.
Sin embargo, el primer signo de rareza fue el cambio de mes. Recordemos que se cambió de octubre a septiembre, y ahí empezaron mis dudas de que algo había pasado: primer signo vital de que las cosas no estaban saliendo bien.
El 31 de Mayo de este año se abrió la venta de la boletería -- cuyo nombre era Early Birds--- con un precio de 395 mil pesos, una suma bastante creyente a pesar de no haber visto los artistas. Bueno, si yo hubiera tenido el dinero, hasta también la compro, no hay lio, es Lollapalooza, un monstruo cultural. Las personas que fueron juiciosas y pagaron de una vez esa totalidad, apenas abrieron ventanilla y debieron haber estado muy felices. ¿Por qué no? es muy buen precio para alguien que espera ir dos días a ver semejantes artistas como los que siempre llevan.
Mes y medio después --claramente toda una estrategia de marketing con los Early Birds-- se realiza el anuncio del cartel. A pesar de los reconocidos artistas que encabezaban el lineup, la gente quedó muy inconforme. Y eso sin hablar del odio que se lanzó a diestra y siniestra, Mucha gente habla del "colombiano inconforme con todo", otros de "su mente no alcanza a tolerar lo que es la nueva música".
En mi mente en realidad llegó el segundo signo vital de un fracaso, ya sea por boletería o por cancelación, así lo hiciesen o no. El gran error fue que no mostraron el cartel completo; garrafal error y más de un headliner (artista de peso), faltando ya 4 meses para el evento. Es decir, gravísimo que no mostraran al artista principal: eso demostraba que se falló con la contratación de los artistas y por qué hubo un cambio de fecha . Y aún así, si pudieran reemplazar al artista, el tiempo quedaba corto por cuestiones de boletería. Por eso fue que desartaron, según mi hipótesis.
Como conclusión, quiero dejar una reflexión: el público no se queja por quejarse. Estoy muy agradecido, y creo que muchísimos más lo están, con los organizadores de T310 por todos los artistas que iban a traer . Sé que se habían sacado las garras para hacernos felices, pero no podemos evitar que no tener a los headliners presentes en un cartel y en algo llamado Lollapalooza, fue un fallo tenaz. Quizá fue un error de logística, es claro, y de pronto también de suerte; quizá las cosas no se dieron ni para la búsqueda de los artistas pesados. Y eso no puede ser digno de un festival como Lollapalooza.