Tenías que ser nuestro, como nuestra ha sido tu huella inefable.
Y en tu nombre miles de historias, de sueños y fantásticas memorias de pueblos caribeños. Niños que lloran tu ausencia, porque en ellos existirá un país a su alcance. Un país ilusorio que te amó en la distancia y en las verdades desnudas de tu añoranza.
Tenías que ser nuestro, querido Gabo, para vivir en tu espacio y en tu tiempo. Para reír y llorar de nuestro pasado, ese mismo que siempre estuvo en tus letras como una sombra y una metáfora.
Para cantarle, con voz liviana y al oído, a nuestra tierra, ese polvo fantástico de la realidad que inmortalizaba cada línea de tu obra. Esa imagen ceñida en nuestros genes, acto que se debe a tu inyección literaria, líquido que ha quedado en todo aquél que tomó sorbo a sorbo tus versos y luego lo hizo suyo, para siempre.
Loa a tu mirada triste, a tu respiración agitada y a tu bello e irónico humor consagrado. Loa a tu sonrisa tierna, porque volviste a ser niño, pudiste nadar en la luz y recibir la carta sentado, esa misma que te escriben hoy millones de almas. Loa a tantas y tantas reconstrucciones históricas que universalizaron nuestra pequeña aldea.
La soledad no es tuya, ni de nadie, tal vez de aquellos que no te han tocado o han preferido vivir en un macondo desconocido.
Las amarillas siempre serán nuestras, esas se quedan aquí, en cuyo color se ha simbolizado tu carácter y también tus sueños. No volarán, tampoco perderán su fragilidad genuina.
Gabo, has sido sinónimo de la luz en medio del olvido coloquial e inmediato de la cotidianidad como tema literario, has trazado un camino perfecto entre la brillantez de la palabra y la magia de cada pensamiento.
Nuestro Gabo, en la distancia o en la cercanía de su espíritu literario, no morirá jamás, es y seguirá siendo el Cervantes de nuestra memoria, de nuestro tiempo.
“en cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”
G.G.M