Muchos rayos y centellas han caído sobre el presidente Santos por el Proceso de PAZ en estos meses por la absurda actitud guerrerista de las Farc, por las masacres y crímenes ambientales cometidos; pero yo sigo apoyando al Gobierno especialmente en todo lo relacionado con las negociaciones, y no veo la hora de verlas plasmadas en acuerdos firmados buscando juntos, Gobierno, guerrilla y gente bien de Colombia, la refrendación popular de los mismos.
Colombia está hastiada de violencia y todos queremos la PAZ, y si algunos insisten, de acuerdo a mi modesto criterio, tercamente en la vía armada, yo aplaudo al Gobierno por tener la convicción de estar en el camino correcto.
La violencia solo genera más violencia y podría decirse que continuar en la guerra para aplastar a la guerrilla, podría extender este conflicto otras siete décadas, por lo que tenemos la obligación de evitar ese dolor a las nuevas generaciones.
¿Que a nuestros hijos les va a tocar vivir en un país demasiado complicado? Me dicen algunos, nada es peor que la guerra, que “es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente”.
Estoy analizando el segundo punto de los acuerdos de La Habana sobre participación política, firmado en noviembre de 2013, dentro del que se pactaron derechos y garantías para ejercer la actividad política, garantías especialmente para hacer oposición, en especial el acceso a los medios de comunicación, la financiación de las campañas, organizaciones y la integridad física de los activistas, entre otros.
Se quiere lograr una mayor participación de los ciudadanos, incluyendo a los más débiles, pero en igualdad de condiciones y con garantías de seguridad. Llama la atención el “Sistema Integral de Seguridad” a que se refieren en el documento, que habría que mirar su desarrollo legislativo, pues se percibe como muy esperanzador para la insurgencia.
El compromiso que tenemos hacia delante, que si bien es del Gobierno, me gustaría verlo de la sociedad entera, pues todos tenemos algo que dar para contribuir en la necesaria profundización de nuestra democracia, los políticos que la deterioran más cada día,pero los ciudadanos que permiten que esto suceda con la aparente excusa de que estamos inermes ante ello.
Pero no estamos indefensos, en octubre próximo hay elecciones y podríamos comenzar por votar responsablemente, mirar las diferentes opciones y si en nuestra ciudad hay corrupción, ineficiencia y falta de ejecuciones, hay que votar y elegir a otros que sí brinden la respuesta que se requiere.
El acuerdo de participación política firmado con las Farc cambia el paradigma de hacer política y aunque en el punto sexto se definirá el cronograma de las ejecuciones, tenemos que estar preparados para abrir nuestra mente, porque si bien allí se contempla todo lo que se viene hablando que se necesita para ampliar la participación política, el solo hecho de que algunos lo perciban como propuesto por las Farc no dejará de generar cierto recelo entre ellos.
Lo que sí debemos es estar preparados para cambiar muchas de nuestras prácticas o modos de hacer la política, generalmente no tan santos y que la abrumadora mayoría critica.
No dudo que después de firmada la PAZ, seguramente con la refrendación de los acuerdos se elegirá una asamblea constituyente, en la que debemos prepararnos desde ya para participar de alguna forma, pues no dudemos que lo que viene es una refundación de la nación en la que todos debemos quedar incluidos.
Esta es una oportunidad histórica, tanto para santistas como para uribistas, creo que los últimos son más conscientes, igual para la izquierda como para la derecha y el centro, para los partidarios como para los independientes, pero todos podemos participar y debemos prepararnos para hacerlo.
Es una apuesta arriesgada, en eso se ha metido el presidente Santos y me parece lo más importante de este Gobierno.
