Lo sagrado y el silencio
Opinión

Lo sagrado y el silencio

El ruido terminará por aplastarnos

Por:
agosto 29, 2022
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Puede ser irónico pero así sucedió. Por meses oí hablar de Byung-Chul Han por redes sociales. Varios tweets mencionaban emocionados a un filósofo surcoreano que estaba dando explicaciones satisfactorias y puntuales sobre la actualidad del mundo. Por supuesto, y teniendo en cuenta la naturaleza de Twitter, para algunos otros, el autor era vacío y circunstancial; su falta de profundidad y juicio hacían de sus textos remedos de filosofía. Quedé intrigado por la discusión, lo reconozco. Aprovechando una promoción en la Librería Nacional, compré seis de sus libros. Empecé la lectura por su título más célebre No-Cosas.

La ironía se explica porque parte sustancial del texto es una crítica desatada contra la atroz tendencia de la “hipercomunicación” -como la denomina Byung-Chul- y en la cual las redes sociales son protagonistas principales. El autor, sin extenderse ni excederse, repara en los efectos materiales de un mundo que se imita a sí mismo y que está empezando a creer que es la imitación: la máscara, la pose, el disfraz. Todo lo cual conlleva a habernos convertido, y haber convertido nuestras vidas, en simple, llana e inexistente información publicada. Una puesta en escena en la cual las cosas dejan de ser cosas para convertirse en datos almacenados controlados por un algoritmo al servicio de un negocio. La cosa que es una tarde deja de serlo cuando se convierte en una foto del Instagram. La cosa que es el amor desparece cuando se transfigura en empalagosas declaraciones en Facebook o Twitter. La cosa que somos nosotros mismos se esfuma cuando nos apegamos a una versión creada, editada e insaciable de likes en Tik-Tok. Nos estamos rodeando de no-cosas: invenciones incapaces de oponernos resistencia y sin obstáculos la vida se llena de agujeros hasta vaciarse.

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Nos estamos rodeando de no-cosas: invenciones incapaces de oponernos resistencia y sin obstáculos la vida se llena de agujeros hasta vaciarse

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En particular, el capitulo llamado El Silencio, fue el que mas disfruté. Según el filósofo, la información desproporcionada (no-cosas) impide el silencio al llenarnos de ruido constante. En esa medida, el ser humano pierde uno de sus atributos y funcionalidades más indispensables:  el  silencio nos permite habitar el pensamiento y sus formas. Callar es una forma sutil de existir. Byung-Chul afirma que el frenesí en la creación de contenidos (no-cosas) implica que los ojos de las personas siempre deben estar abiertos; como en la escena sobrecogedora de La Naranja Mecánica. En otras palabras, la pérdida del silencio nos sume en una opresión profanadora del mundo al obligar a todos a estar siempre disponibles. El reflejo mecánico y neurótico de mirar un teléfono nos mantiene aislados del mundo y nos está llevando a una dolorosa soledad. Solos pero conectados es la paradoja de nuestros días. El ruido es una forma de desatención: una distracción que nos separa de nosotros mismos.

Hace años supe de una adivinanza que recuerdo con frecuencia: “Si me nombras desaparezco”. El silencio es la oportunidad más contundente para observar al mundo y sus relieves. Por eso, en tiempos de escasez, debemos defender su delicada y frágil sustancia y, aunque y parezca imposible, callar de vez en cuando. Desde niños nos enseñan que el silencio se guarda, se cuida y se vigila. En caso contrario, el ruido terminará por aplastarnos.

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