“La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”. (Anónimo)
Un tamal (por lo general con medio huevo, arroz y masa), un plato de lechona (grasosa para que no repita), un vaso de gaseosa (de 7 onzas, obvio), una o dos cervezas (las demás las paga usted), ida y vuelta en bus (en el mejor de los casos), una camiseta (de un color que a lo mejor a usted no le guste y el estampado menos), un mercadito (con productos próximos a vencerse o vencidos y de dudosa procedencia), una promesa política utópica (en la cual queda empeñada la palabra vana e inocua del futuro burócrata en espera); lo anterior es lo que podríamos llamar el “pago” dado por los futuros barones electorales, a los cuales yo denominaría con justa razón como politiqueros electoreros, a la gran mayoría de ciudadanos humildes y necesitados que están a la espera de ver como con su voto y el de su familia se le da la oportunidad a otro ciudadano de que los represente de la mejor forma, esta representación puede ser de tipo local como es el caso de concejales y alcaldes, de carácter departamental como son los diputados y gobernadores, o aspirando a un cargo de representación nacional como son el Presidente, los Representantes a la Cámara o los Senadores.
Lo único en lo que si podemos estar de acuerdo es que el gran beneficiado con la política de “pagar” por el voto no es el ciudadano del común, a este tipo de personas humildes y crédulas a lo más que pueden aspirar es a alguno de los ítems mencionados en el párrafo anterior y en el mejor de los casos llegar a un puesto de bajo perfil en alguna institución del Estado, el pago de un recibo de servicios públicos o a un subsidio para adquirir una “ratonera” de interés social; pero nuestros politiqueros son inteligentes y a la vez sin escrúpulos ya que al saber que los índices de pobreza en Colombia superan el 67%, pues ese es el grupo objetivo al que hay que atacar, perdón convencer, para lograr un número de votos suficientes para darle el poder con el que tanto sueña y así beneficiar a su séquito de ilustres seguidores, estos si de las familias más prestantes de nuestra mal llamada sociedad (a estos personajes les corresponden los contratos multimillonarios, las secretarías de despacho, los subsidios no reembolsables, las licitaciones, etc.) y aquí si todos salen beneficiados ya que la clase media alta y alta en nuestro país no supera el 10%.
Para demostrar lo anterior solo hay que pasar por cualquier sede política y podremos ver cómo están llenas de pueblo, de gente con ansias de superación y con la esperanza de que el personaje al cual le están entregando sus sueños en bandeja de barro no los vaya a defraudar como es costumbre en esta especie vulgar y deshonesta que sufre de amnesia a la hora de cumplir con sus promesas; al parecer estamos condenados a ceder nuestra libertad de decisión en favor de vendedores baratos de ilusiones.
Es una pena que nuestros dirigentes sean escogidos con el estomago y no con la razón, pero este es un tema de educación, de democracia, de valores, de honestidad, de orgullo, de amor propio y esto es como una impronta con la cual al parecer pocas personas nacen en la actualidad.
“La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente”.
(George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés).