Infame y censurable desde cualquier ángulo del decoro y dignidad, el contenido audiovisual
que está de moda en estos días por las redes cuyo protagonista es el inefable Benedetti. Toda víctima tiene derecho a la defensa con cualquier elemento probatorio que confirme o desvirtúe una hipótesis.
Los argumentos ponzoñosos y el lenguaje tan chabacano y tan soez que utiliza Benedetti en su contienda demuestran que esta trama tiene sus raíces en el despecho y los celos con una excompinche simplemente por un afán frustrado de ostentación de cargos administrativos.
Adrede o sin querer, quedó confeso de cualquier culpabilidad y, además, reconoce que el estatus de poder, para él, está por encima de sus funciones como servidor público. Lo que se trasluce con estos evidentes hechos es, en las miserias humanas en que han caído muchos de los políticos de turno.
Benedetti, además, dentro de las incógnitas y puntos suspensivos abominables que expone en los susodichos videos, se ufana sin ningún ápice de remordimientos, de ser cómplice de delitos previstos por la ley.
No defenderemos nunca los vicios, corrupción o gestiones erráticas que se han enquistado en la sociedad a través de los años, vengan de donde vengan; y lo triste es que, el funcionario público, con la complacencia de los mismos gobiernos, le rindan honores a la oligarquía y hagan muy poco para erradicar los males.
Los que votamos por Petro con seguridad lo hicimos porque en el catalejo de nuestra conciencia, era la única promesa de cambio, sería que se avizoraba en el actual mapa político. No quiere decir con ello que con nuestro sufragio le dimos un cheque en blanco, para que como portador de nuestra confianza siguiera avalando lo que por años el pueblo colombiano ha venido condenando con rabia reprimida.
Que sea la justicia imparcial y despolitizada la que enjuicie y condene a quien tenga que castigar.
Lo que causa estupor y nos deja a veces boquiabierto es que, estos nefastos personajes como Benedetti salen de nuevo al ruedo como si nada; abrazados otra vez de la malsana política, se acomodan, apertrechan y se ponen de nuevo a la orden de cualquier partido político. Sus toldas los lanzan al tinglado de un pueblo aletargado y ciego, para que este mismo pueblo los "castiguen" con sus votos para un mejor cargo de elección popular.
Ya salieron voces agoreras pidiendo a los cuatro vientos archivar los proyectos de reformas de Petro, porque su gobierno es ilegítimo. Que más pueden pedir estos mercachifles frustrados, si no es proteger y preservar la tula de sus patrones. Claro, para ellos, los tenebrosos sátrapas de la derecha endógena son los legítimos dueños del botín estatal. Me vino a la mente el grito de guerra de un colega fallecido: "Están descubiertos, vamos tras ellos"