Por el odio de clases que han avivado entre nuestras gentes nuestros dirigentes irresponsables, tanto de izquierda como de derecha, es que estamos llenos de "ñeros" y "gomelos" en Colombia. Es triste que un pichón de médico diga "ñero" al joven que murió en los disturbios de Ibagué. Peor aún que eso es que el presidente Duque se refiera despectivamente con "¿de qué me hablas, viejo?" cuando se le pregunta sobre la violencia de este país. Ambas situaciones reflejan indolencia, altivez y clasismo.
Pero no solo es de las clases altas que se emana esto. El odio se percibe en la quema de un CAI en Usme, ¡con policías adentro!
El pueblo, no hablo solo del pueblo raso sino de todo el pueblo (la clase media, los empleados, los trabajadores y hasta la policía y los jueces y fiscales), está harto de la ineptitud del gobierno actual, pero más aún de la indolencia de este y también de algunos políticos de la oposición que irresponsablemente azuzan desde afuera.
Estamos cansados los ciudadanos de a pie, de los abusos de los bancos, de peajes y multas de tránsito privados que solo enriquecen a pocos; de los abusos de la fiscalía y el sometimiento de los órganos de control, todos arrodillados a Uribe. Tantas mentiras de Duque, que no iba a subir impuestos y sí los salarios... lo definen como un pinocho gomelo...
¿Para qué se requieren EPS, si no es para que más de la mitad del dinero de la salud se quede en manos de corruptos?
¿Por qué regalamos la plata de educación a universidades privadas ricas, con convenios del Icetex, en vez de inyectar este a la Universidad Nacional, a la UIS y a la Universidad de Antioquia?
¿Cómo se le ocurre decir al director general de la policía, que las balas de goma sacaojos no son letales? ¿Dilan Cruz sigue vivo? Oro para que la niña de Cali y otros cientos de nuestros jóvenes no queden tuertos o ciegos.
Asqueroso también es el proceder de vándalos, no los marchantes, los vándalos asesinos disfrazados de estudiantes y obreros que infiltran las marchas.
Uribe lleva 20 años en el poder y pretende montarnos a Tomás. Y si dejamos, seguramente al hijo de este con la bella modelo. Y Petro y los izquierdistas radicales no es que propongan mucho, o peor aún los presidiarios del desfalco a Bogotá, los Moreno, o incluso Lucho Garzón que se viste de obrero aquí, pero compra en Gucci en Madrid, como lo vi en Barajas con mis propios ojitos que se comerán los gusanos algún día. Solo ayer, por primera vez, oí algo coherente de Nayibe, al decir que el gobierno debe sentarse con los estudiantes y los obreros, y no con Petro porque este señor "despacha desde una biblioteca, mientras nuestros jóvenes marchan en las calles siendo carne de cañón".
Es absolutamente urgente una constituyente abierta donde nos representemos nosotros mismos, los de a pie: los estudiantes, los obreros, los médicos, los policías, la verdadera izquierda, la derecha que no esté manchada de sangre y la que esté arrepentida, los ecologistas, los deportistas, los viejos, los negros, los LGTBI, los ..., en fin, los colombianos comunes y corrientes. Hay gente preparada para sacar adelante una nueva constitución que vuelva el poder verdadero a la tutela y a las acciones populares, disminuidas en treinta años desde la carta de 1991 por los gobernantes de turno; y que ordene y limpie la casa: este país descuadernado e igual que su bandera, patas arriba.
No es como dice el fiscal Barbosa que se autoproclama como "la persona más preparada que ha parido Colombia". Hay muchos profesionales, doctores, magísteres en este país, tecnócratas, políticos consensuales y gente empírica del común con experiencia en muchas áreas, capaces de construir un nuevo país. No tiene que ser los mismos de siempre, por los que, debemos prometerlo, ¡nunca más volvamos a votar!
Duque taparía sus errores y se haría acreedor del perdón de la historia si escuchara la voz de los que no tenemos voz y por primera vez hiciera algo grande: se separara de los Sarmiento y los Uribe, y convocara a una constituyente amplia y democrática. Sería su aporte a lo que mal llamamos democracia. Por ahora puede ya sentarse a escuchar a los que protestan, no dejar para la próxima semana algo que es urgente.
Y los colombianos a votar bien, pues de nada serviría la rabia del momento. No vale ser hipócritas.