Cuando pienso en los venezolanos, viene a mi mente la imagen de Donald Trump en sus primeros discursos proselitistas, criticando a Biden por haber decidido comprarles petróleo. Sus burdas manifestaciones sorprendieron incluso a los acostumbrados a la voz del imperio. Según Trump, él tenía ya a Venezuela al borde de la caída, todo su petróleo sería de los Estados Unidos, al costo de una invasión, de haber sido necesaria.
Pese a su habitual fantochería, sus palabras no dejaban dudas. El petróleo de Venezuela tiene un destino, ser propiedad única de los Estados Unidos. Quien se oponga a ese designio será declarado dictador. Tan brutal sinceridad lleva a recordar la tranquilidad con la que Bill Clinton, siendo presidente en los años 90, sentenció que su país tenía el sagrado derecho de invadir a cualquier otro para hacerse al recurso que requiriera.
Así las declaraciones de la jefa del comando sur, Laura Richardson, quien afirmó en una entrevista reciente, que América Latina seguía siendo el patio trasero de los Estados Unidos, imposible de abandonar, pues en ella se hallaban enormes reservas de petróleo y gas, el invalorable triángulo del litio, tan importante para la industria tecnológica, el agua y la selva amazónica. El propietario natural e indiscutible de todo aquello era los Estados Unidos.
Algo que olvidan los críticos de la revolución bolivariana, es que esta recuperó para su economía, dignamente, las mayores reservas de petróleo del mundo, una acción intolerable para el imperio. Esa disputa legítima con el expoliador fue librada en su momento por Hugo Chávez Frías, y le costó el golpe del 11 de abril de 2002, organizado desde la administración de George Bush, el mismo que invadió Irak, por su petróleo, matando un millón de civiles.
Con un pretexto fabricado, que, como se demostró luego, era completamente falso. Que Sadam Husein poseía armas químicas de destrucción masiva. La mentira no importaba, porque la repetían durante el día y la noche todas las cadenas televisivas de los Estados Unidos, y con ellas al unísono la prensa mundial, guiada por las agencias norteamericanas de inteligencia. Hoy se sabe que aquello fue un montaje criminal, pero no hay nada que se pueda hacer.
La impunidad de su autor está garantizada. Ejemplos sobran, desde Salvador Allende, derrocado el 11 de septiembre de 1973 por los militares aupados por la CIA, al mando de Augusto Pinochet, esa vez por cuenta del cobre chileno. O Muamar al Gadafi, defenestrado por una calculada revuelta popular tras el bombardeo implacable de la OTAN contra Libia, convertida hoy en tierra de nadie, después de ser la economía más desarrollada de África.
Primero crearon el monstruo, mediante todo su poder mediático, quince millones de dólares por su cabeza, el abominable dictador, amigo, además, de Rusia y China
Son los hechos que vienen a mi mente. 930 sanciones económicas decretadas arbitrariamente por los Estados Unidos, con el único propósito de destruir su economía, crear un caos social y generar la rebeldía popular que destrone violentamente a su gobierno. Primero crearon el monstruo, mediante todo su poder mediático, quince millones de dólares por su cabeza, el abominable dictador, amigo, además, de Rusia y China.
Cabe recordar que John F. Kennedy advirtió, cuando la crisis de los misiles de octubre de 1962, que, si la Unión Soviética no retiraba sus misiles de la isla, ordenaría la invasión de Cuba e iría a una guerra nuclear como garantía de seguridad para su país. Lógica que le niegan a Putin, quien advirtió que no tolerará misiles nucleares en su frontera con Ucrania, como no los admitirían los Estados Unidos si Rusia quisiera instalarlos al borde del río Bravo, en México.
Exactamente la misma situación, fundada en la seguridad nacional de sus países, admirable para uno, condenable si son los otros. De nuevo la lógica de todo para mí, nada para ti. En consecuencia, serás un monstruo, ya lo verás. Orden de captura de la Corte Penal Internacional, miles de sanciones económicas, despojo de tus recursos. Mis súper poderosos grandes medios harán legítima esa idea en la mente de la población mundial.
Si China se convierte en una economía más grande que la norteamericana, sin invadir ningún país, sin promover golpes de estado ni sembrar bases militares por todo el planeta, se convierte automáticamente en el enemigo mortal de los Estados Unidos, que planean hacerle la guerra en el Pacífico con base en la disputa por Taiwán, al que oficialmente reconocen como territorio chino, pero al que llenan de nutrido armamento para sus propios fines.
Tres dictaduras que se apoyan entre sí, lo que las hace más perversas. A otro con semejantes cuentos, la realidad es muy distinta. Lo de Venezuela es, simplemente, la arremetida despiadada para escarmentar ignominiosamente un pueblo y un proyecto de independencia y soberanía. El libreto está escrito de antemano. La campaña de prensa mundial, el descrédito, el sabotaje, el estallido prepago. No creo que lo consigan, ese pueblo lo ha soportado todo. Y vencido.