El domingo, mientras el avión que traía a Gustavo Petro aterrizaba en el aeropuerto Kennedy, en el Refugio Hollis Family, localizado a unas cinco millas, una mujer colombiana de 32 años, se quitaba la vida.
La mujer, una inmigrante indocumentada, envió a sus hijos a jugar. El mayor es un adolescente de 15 años y la menor es una nena de 7 años.
Eric Adams, alcalde de Nueva York, convocó a conferencia de prensa para contar la triste noticia.
Si el Consulado de Nueva York tuviera un personal idóneo para manejar las noticias al estilo de la Gran Manzana: se hubiera hablado con la alcaldía para que Petro estuviera presente y el mandatario colombiano hubiera tenido una cobertura global.
De paso, se hubiera enterado por boca del propio Adams y de una vez hubiera podido presionar por un encuentro con Joe Biden, el presidente estadounidense y de ñapa, se mete al diálogo con Andrés Manuel López Obrador.
Es que aunque tenemos cerca de 65 mil colombianos solicitando asilo político en USA, Petro y el canciller Álvaro Leyva, cómo que no tienen idea de la situación que enfrentamos los colombianos de USA.
Otro encuentro que hubiera sido por todo lo alto, hubiera sido con el cardenal Dolan de Nueva York, quien desde agosto mantiene una polémica viva con el gobernador de Texas, Greg Abbott, “por usar a los inmigrantes como sparrings”.
Es que si alguna entidad es solidaria con los 2.3 millones de indocumentados que han sido detenidos, es la iglesia católica.
Mientras los políticos de ambos partidos callan por los abusos y aberraciones que están siendo objeto los millares de inmigrantes indocumentados que están siendo enviados en bus a las ciudades santuarios—es decir protegen a los migrantes sin papeles, los obispos Católicos arremeten contra los gobernadores republicanos.
“Es degradante el irrespeto con que los inmigrantes indocumentados son tratados en este país, es una desgracia”, expresó monseñor Daniel Flores, obispo de Brownsville, Texas, criticando al gobernador Abbott por enviar más de diez mil migrantes indocumentados que solicitan asilo político, a ciudades como Nueva York, Chicago, Washington DC y Martha’s Vineyard.
“Esto que están haciendo no es de católicos”, criticó monseñor Sean O’Malley arzobispo de Boston, quien está solicitando una reforma migratoria.
A nadie se le ocurrió contarte a Petro la gran organización realizada por el consulado colombiano de Newark para ayudar a los migrantes que están llegando.
Desde la pandemia, el cónsul Diego Fernando Mora y los líderes colombianos organizaron un equipo con el cual han ayudado a organizarse a unas 1.500 familias a instalarse en Nueva Jersey.
Tal vez la próxima visita, a Petro le organicen una gira provechosa.
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