Lo que revelan el fenómeno de +57 y sus raíces
Opinión

Lo que revelan el fenómeno de +57 y sus raíces

El problema no está en la letra de una canción, sino en la sociedad materialista y vulgar a la que nos empujaron

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noviembre 13, 2024
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No sé qué piensan los fans de Maluma, que entiendo son millones, pero lo más visible es el apuro de Carol G, una especie de diosa humana, adorada por fanáticos colombianos de todo orden, que pueden pensar que la cuestión no está bien, pero se niegan a atacar directamente a su ídolo, ¿o ídola? La historia de su ascenso, unida a su innegable belleza y gracia personal, su estilo entre picaresco y seductor, su voz y origen paisa, todo la hace encantadora.

Y el hecho de que saliera a reconocer de manera pública que pudo haberse equivocado, que aún le falta mucho por aprender, el hacerse responsable y pedir excusas, indudablemente conmueve a quienes pudieron haberla criticado con algo de decepción. Eso, tan diferente a lo que otros de sus compañeros manifestaron tras las críticas, como quien dice, nos importa un bledo lo que crean, nos muestra una calidad humana muy superior en Carol G.

Quizás hasta el asunto diera para bajar de YouTube la canción. De hecho, vi una campaña para que los inconformes la denuncien por su contenido. Eso, que podría significar una especie de victoria del reproche colectivo de carácter moral generado por el tema, sin duda alguna choca con los diversos intereses económicos que inspiran esas producciones artísticas, un verdadero negocio multimillonario, que finalmente puede pesar más que la reacción ética.

De todas formas, la bajen o no, puede concluirse que el mal está hecho. La canción +57 podría ser proscrita, pero eso sólo conseguiría convertirla en un éxito sin antecedentes. Nada atrae más que lo prohibido, no ser exhibida en YouTube, pero reproducida, escuchada y festejada por seguidores en todas partes. Hasta podría pensarse en una estrategia de marketing de sus creadores. El escándalo la hará más famosa y por ende más vista y oída.

Algo deliberado. Así es el capitalismo, así son los negocios. Unos obrarán a sabiendas de lo que quieren, de su carácter provocador, conscientes de la polvareda que armarán. Puede uno imaginar sus cálculos previos, las cifras que pasarán por sus mentes, su ansiedad por ver lo que sucederá. Otros quizás obren con ingenuidad, participan de la creación, la cantan pensando de modo exclusivo en los aplausos, se dejan manejar, no saben lo que hacen, como dijo Cristo.

El caso es que en esta sociedad mediática de consumo acelerado muy pronto todo esto será materia de olvido. Los creadores y productores deben estar pensando desde ya en cómo obtener más lucro del asunto. Creo que, si se mira bien el progreso del reguetón, es eso precisamente lo que han estado haciendo siempre. Esta vez coronaron, como esperaban, en dimensión incalculable. Pero no nos digamos mentiras, ese ritmo y sus letras vienen obrando igual desde hace muchos años.

Hasta el presidente salió a criticar la cultura narco por cuenta de esta canción. Y apoyado ni más ni menos que en René Pérez, Residente, a quien la gente llama Calle 13, un artista con verdadera autoridad moral, batallador incansable contra el sistema, crítico implacable de J Balvin y los que son como él. En general, en el país y el exterior, hay una inconformidad latente con el reguetón, por su pobreza musical, sus letras cargadas de sexualidad frenética, su abierta apología del vicio.


La canción solo refleja el mal que nos carcome


Lo cual me recuerda cuando un cuarto de siglo atrás, se criticaban de manera acerba los corridos prohibidos, esa música de corte mexicano que exaltaba la delincuencia mafiosa ligada al narcotráfico. Creo que finalmente terminó por naturalizarse. Al fin y al cabo, como México, el nuestro es un país dominado en gran parte por los narcos y su cultura traqueta. Tanto en la Comuna 13 de Medellín, como en Monserrate en Bogotá, las camisetas con Pablo Escobar en el pecho son objetos de compraventa masiva entre el público nacional y extranjero, eso somos.

El cine, la televisión, la música de hoy, el internet, hasta el diario vivir nos bombardean las 24 horas con temas de drogas, sexo, desenfreno y locura. Día y noche nos insinúan la provocación con el cuerpo y el trasero de las mujeres, hoy incluso hasta de los hombres y las demás diversidades. No creo que el problema esté en la letra de una canción específica, no nos escandalicemos con eso. Debiéramos aterrarnos por la sociedad materialista y vulgar a la que nos empujaron.

No es la canción sobre una niña de 14 años celebrada por su culo, su baile y la manera en que se droga, mientras sus compañeros de fiesta esperan el momento de poseerla sexualmente. Es la sociedad que produce y reproduce de manera agigantada ese tipo de realidades. La canción solo refleja el mal que nos carcome. Es a este al que debemos dar la vuelta. No es solo la vida y la naturaleza, también hay que salvarnos de la esclavizante descomposición social.

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