Lo que revela el abrazo entre Francia Márquez y Teresita Gómez

Lo que revela el abrazo entre Francia Márquez y Teresita Gómez

El emotivo abrazo de bienvenida que se dieron la pianista y Francia Márquez evoca no solo el encuentro de dos historias de dolor, discriminación y antipatías

Por: Luis Alfredo Muñoz Wilches
abril 22, 2022
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Lo que revela el abrazo entre Francia Márquez y Teresita Gómez
Fotos: Instagram/Wikimedia

Las fábulas inventadas, la calumnia y la satanización de los contrincantes son un claro síntoma de la decadencia, del empequeñecimiento y el recelo frente a la vida”: El Crepúsculo de los ídolos, Federico Nietzsche

El emotivo abrazo de bienvenida que se dieron Teresita Gómez y Francia Márquez, en la casa de Medellín de la pianista antioqueña, evoca no solo el encuentro de dos historias de dolor, discriminación y antipatías, sino que marca un hito histórico en las relaciones entre la política y el arte.

El encuentro de estas dos grandes mujeres negras, en compañía de las lideresas paisas del Pacto Histórico, representa el reencuentro con sus raíces, con la memoria de sus “ancestros y ancentras”, pero también con la nostalgia, la sabrosura y la alegría de las comunidades afrocolombianas, que han enriquecido la diversidad y la multiculturalidad de nuestro país.

Los acordes musicales de Chopin, Luis A Calvo y la poesía de Dora Castellanos, que engalanaron este encuentro, son la expresión del poder transformador del arte. Los hermosos Nocturnos de Chopin, fueron compuestos en la época de mayor sufrimiento del compositor, debido a su delicado estado de salud y a su condición de exiliado polaco en Francia, durante la ocupación nazi.

Luis Antonio Calvo, el compositor de música colombiana más destacado de comienzos del siglo XX, sufrió los rigores de la guerra, el destierro y la estigmatización. Y la poetisa Dora Castellanos asumió como propios el sufrimiento y la vulneración de los derechos de esos colombianos que han tenido que vivir en la pobreza, la segregación y el abandono.

La llegada de Francia Márquez a la política, como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, representa la esperanza y la fuerza de los pueblos afrocolombianos, indígenas, mulatos y mestizos, de los olvidados, de los “nadie”.

Teresita Gómez dijo que ella está logrando lo que ha sido el gran anhelo de los sectores populares de este país en sus más de doscientos años de vida republicana: la unidad de los de abajo y los de arriba, de los que están a la izquierda y a la derecha, de los que están en el centro y los que están al lado. Francia es “nuestra mandela colombiana”, expresó.

Y lo está logrando, no solo con su discurso de inclusión, de diversidad y de fraternidad, sino especialmente por su sensibilidad social, su empatía, su 'queridura'. Eso que el filosofo Nietzsche describió poéticamente como la “voluntad de poder”, que es esa capacidad de ir más allá de nosotros mismos para abrazarse con el otro.

Sin embargo, este encuentro fue registrado por la banalidad de los grandes medios como el mordisco de Frida, la pequeña anfitriona Shih Tzu, a la lideresa Francia Márquez.

E incluso, destacaron el comentario racista y ofensivo de la cantante de música guascarrilera Marbelle, quien aprovechó el incidente para dispararle con el antipático trino del “mordisco ancestral”.

De acuerdo con el reciente estudio de medios (Buho, 2022), durante los meses de febrero y marzo de este año, han aumentado los ataques racistas, misóginos y aporofóbicos. Estos ataques se incrementaron entre el 3 % al 13,5 %, respectivamente.

El informe indica que en los casi 20.000 artículos de prensa de más de 600 medios y 1.057 columnistas que se han referido al debate electoral, se utilizan más los estereotipos y los ataques personales que los argumentos y las propuestas de los candidatos.

De esta forma, los medios han contribuido a enrarecer el clima electoral y a degradar la cultura política de los colombianos; transformando el debate electoral en un juego sucio, un espectáculo antipático, cargado de ataques y descalificaciones personales.

Una sola perla basta para ilustrar la degradación del debate electoral. La propuesta de reforma pensional del candidato Gustavo Petro fue satanizada con una seguidilla de ataques que la descalificaron como una “medida de corte populista" y como un intento de expropiar el ahorro de los 18 millones de colombianos que están en fondos pensionales privados.

Incluso, el presidente Duque, quién no tiene el menor empacho para brincarse los controles legales y constitucionales, se refirió a la propuesta pensional de Petro como un “atraco de las 3 P” y tomó partido por el candidato de sus preferencias y su partido, Federico Gutiérrez.

Hoy en día son cada vez menos las personas que creen que la democracia funciona en Colombia. De acuerdo con los resultados de la última Encuesta de Cultura Política (Dane, 2021), el 55.6 % de los colombianos se declararon “desencantados” con la precaria democracia.

Las razones de este desencanto tienen que ver con la corrupción de la dirigencia política (32,9 %), la falta de credibilidad en el sistema electoral (27,7 %) y la escasa representatividad de los partidos y movimientos políticos (25,9 %).

De igual manera, la mayoría de las personas creen que en el país NO se protegen ni garantizan los derechos humanos (43,2 %). El número de personas que creen que en Colombia no se respeta la libertad de expresión, conciencia, difusión y divulgación de la información, aumentó entre el 5,7 % y el 5,1% entre el año 2019 y 2021.
Menos aún los colombianos creen que se protejan los derechos de las mujeres (26 %), de las minorías étnicas (23,8 %) y de los campesinos (21,6 %).

Estas desalentadoras cifras de la cultura política, o mejor de la falta de cultura política, se acompañan con pérdida de credibilidad en las instituciones. Menos del 20 % de los ciudadanos confían en las fuerzas militares y de policía. Muchos menos le creen al presidente de la República (17,9 %), a la Fiscalía (16 %), al Congreso (10,6 %) y los partidos políticos (8,5%) que constituyen las columnas vertebrales del régimen democrático.

Más preocupante es que la desconfianza generalizada de los ciudadanos con el funcionamiento de las instituciones democráticas, está erosionando el precario capital social. En el país solo 13% de las personas están vinculadas a alguna organización o forman parte de un grupo o una acción colectiva. No obstante, el hecho que las mujeres, los pobladores rurales y de la Colombia profunda tengan mejores niveles de asociatividad y cuenten con redes cercanas de confianza y apoyo (52,7 %, 51,5 % y 52,8 %, respectivamente), representa una importante reserva del capital social en nuestro país.

En estás dramáticas circunstancias, la llegada de Francia Márquez como formula vicepresidencial del Pacto Histórico y el reciente triunfo electoral de las fuerzas de izquierda y populares representa un gran desafío: la oportunidad histórica para que Colombia pueda dar un giro a la izquierda y podamos encaminarnos por la senda de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales.

No obstante, para que este anhelado cambio llegue y se pueda consolidar un gobierno de unidad popular, es necesario enfrentar varios retos y desafíos. El primero y más importante de ellos lo constituye la construcción de una gran reforma cultural y educativa, capaz juntarnos a todos y de sanar las heridas de la guerra, la discriminación y el odio.

Y en esto, cómo lo afirmará Nietzsche, solo la verdad, la sensibilidad y la voluntad de poder serán los ingredientes para reconstruir el tejido social. La verdad es la cantera para transformar y crear nuevos valores, aquellos que sean afirmadores de la convivencia y la vida.

La sensibilidad es esa fuerza creadora de la empatía, capaz de curar nuestras heridas y juntarnos para la hacer de Colombia una potencia mundial de la vida. La sensibilidad y la empatía son la piel del cuerpo social, algo mucho más profundo que el pensamiento y la mera razón práctica. La empatía nos conecta con la vida, con la sabrosura, con los sueños y con el placer de vivir. Porque la sensibilidad y la empatía son también la fuerza creadora de la diversidad y la multiculturalidad de los pueblos y grupos sociales.

Y la “voluntad del poder” es esa capacidad de juntarnos con los otros, de tender puentes y superar el egoísmo propio de estas sociedades consumistas y enajenadas. Solo con una voluntad del poder es posible lograr esa comunión de voluntades humanas, capaz de construir propósitos comunes, transformar la realidad y crear nuevos mundos. Mundos donde quepamos todos: blancos y negros, mestizos y mulatos, ateos y cristianos, conservadores y revolucionarios, uribistas, liberales, demócratas y comunistas.

Pero para lograr esa anhelada transformación social y cultural es necesario primero construir un gran pacto social por la dignidad, la diversidad de los pueblos, la inclusión económica, social y cultural de todos los colombianos y colombianas y el rescate de “lo público”, de los bienes comunes.

En segundo lugar, será necesario que el nuevo gobierno asuma los compromisos y acuerdos, internos e internacionales, logrados para hacer de la paz el bien supremo, silenciar los fusiles, hacer plausibles las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a los cuales se comprometió Colombia y transitar hacia una economía amable con el medio ambiente y más resiliente a los efectos del cambio climático.

En tercer lugar, es urgente y necesario emprender una gran reforma educativa y ética que genere nuevas sensibilidades y capacidades creativas y de innovación que nos acerque a la sociedad del conocimiento, del aprendizaje y de la cuarta revolución industrial (4Ri) y la tercera agrícola y rural.

Para ello hay que retomar las experiencias exitosas que se han comenzado a transitar en colegios y universidades, públicos y privados, tales como el Liceo Campo David de Tunjuelito, el Instituto Alberto Merani, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Los Andes, la Pontificia Universidad Javeriana y los maestros de colegios públicos de Boyacá, Santander y Nariño, donde la preocupación por formar la sensibilidad, la empatía y los valores de los jóvenes estudiantes, se ha convertido en una prioridad de sus currículos pedagógicos y académicos.

Tal como lo señalo recientemente José Fernando Isaza, en su columna de El Espectador: Fecode y el magisterio nacional tiene que entender que la justa reclamación de los derechos de los maestros tiene que ir de la mano de los derechos y resultados de sus estudiantes.

Cerrar la brecha educativa tiene que ser un compromiso del nuevo gobierno y toda la comunidad educativa.

Adenda 1: Algo muy podrido debe haber en la Casa de Nariño, para que el presidente Duque le diera mensaje de urgencia a una ley que busca regular el empalme con el nuevo gobierno, impidiéndole el acceso a lo que denominan “información confidencial” y de “seguridad nacional”. ¿Será que en Palacio están muertos del susto con el inminente triunfo de Gustavo Petro, que quieren barrer por debajo de la alfombra roja, toda la podredumbre de este gobierno?

Adenda 2: Muy costosas le están saliendo las mentiras de Duque sobre la implementación de los acuerdos de paz, que en la última reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la mayoría de los países miembros le sacaron tarjeta amarilla y Rusia le impuso la roja.

Adenda 3: El favoritismo descarado del gobierno de Duque en favor del candidato de sus preferencias y de su partido, parece que no le está funcionando bien, porque el candidato de la oposición sigue sumando puntos en las encuestas cada vez que Duque sale a ofenderlo.

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