La evaluación en la educación cumple diferentes papeles, pasando por un mecanismo de coerción con el cual se pretende presionar a los estudiantes para lograr objetivos del maestro o del sistema, hasta el principal de ellos que es la revisión de lo aprendido y la comprobación del alcance de los objetivos. De igual forma, en épocas recientes ha tomado importancia el tema de la calidad en la educación, como una forma de garantizar los resultados que la sociedad espera de ésta.
Una de las formas de asegurar la calidad en el proceso educativo es precisamente la estructuración de mecanismos de evaluación estandarizados. Pruebas aplicables por igual a todos los estudiantes que permitan medir de forma estadística el resultado obtenido por estos en su paso por las aulas de clase. Actualmente no solo contamos con la tradicional prueba adelantada por el Icfes, denominada prueba Saber, sino que además el estado colombiano ha presentado a sus estudiantes a diferentes pruebas internacionales como las PISA.
Esta última ha generado un gran debate debido a la clasificación que se desprende de su aplicación y en la cual nuestro país ha resultado repetidamente en los últimos puestos, fomentando conclusiones muy críticas a partir de la comparación de nuestro sistema educativo con el de los países mejor ubicados en estas pruebas. Muchas de esas críticas mal fundamentadas han sido dirigidas a los maestros, otras a los jóvenes y otras más acertadas al estado, lo cierto es que la educación es responsabilidad de todos y todos tenemos que comprometernos a mejorar.
Pero la pregunta que tal vez hace falta plantear es ¿Qué clase de calidad debemos fomentar en la educación de nuestras niñas y niños? La calidad se define por objetivos, y probablemente falta claridad sobre los objetivos que los colombianos perseguimos al formar a las nuevas generaciones. Creo que este es el debate que se debe dar a todos los niveles de la sociedad colombiana, dejando de un lado la búsqueda de culpables.
Me permito proponer un objetivo, como resultado de más de diez años ejerciendo la labor docente, y por supuesto los muchos años en los que hice parte de ese sistema en que las niñas y niños nos formamos para ser adultos de bien. El objetivo que como docente quiero para mis estudiantes es el mismo que como padre quiero para mis hijos: La Felicidad.