Ante el dolor masivo desatado por la casi inminente eliminación de la selección colombiana de fútbol, es menester precisar algunas aseveraciones que parecen escaparse de lo evidente, debido al cegador apasionamiento que provoca en las multitudes este sobrevalorado deporte.
La representatividad de la selección colombiana de fútbol sobre el pueblo colombiano es apenas simbólica, por cuanto dicha selección corresponde a una entidad privada y no pública; es decir, que técnicamente pertenece a unos pocos y no a todos, como se menciona repetida y astutamente a través de medios.
Quienes obtienen los reales y tangibles beneficios de una clasificación y posterior participación en un mundial son los reducidos grupos de futbolistas, cuerpo técnico y socios de la federación, además de periodistas deportivos. Son ellos quienes viajan, reciben viáticos, premios y jugosos salarios. Todo ello adquirido principalmente gracias a las marcas patrocinadoras, que se surten a su vez del consumo excesivo de sus productos por parte de los incautos aficionados.
Los aficionados, a su vez, no obtienen nada distinto a un sedante frente a las dificultades y a la monotonía inherente de la cotidianidad; junto a algunas pinceladas de dopamina cuando irrumpen los goles y las victorias. Eso sí, nunca faltan los cuantitativamente mayores momentos de frustración e indignación posteriores a las derrotas y las eliminaciones. Como si no fuese suficiente con los numerosos episodios de indignación provocados por la realidad política del país.
El principal propósito del periodismo en torno al fútbol no es informar ni analizar las incidencias alrededor de un partido, cuya simplicidad no requiere de tanto despliegue. El principal propósito del periodismo en torno al fútbol es exacerbar el apasionamiento de los aficionados a este deporte fortaleciendo su dependencia emocional y acaparando su total atención a través de copiosos programas radiales y televisivos, largos informes en noticieros y comentarios exaltados durante las transmisiones de los juegos en vivo; a sabiendas de que la atención es el recurso perseguido por la pauta publicitaria.
El fútbol solo es una fuente de entretenimiento y por tanto no es sano sobredimensionarlo más allá de ello. Quienes consciente o inconscientemente equiparan su afición al fútbol en la misma categoría de importancia de un ser querido, un ideal o un proyecto personal deberían reconsiderar su capacidad de establecer prioridades y quizás dirigir ocasionalmente una mirada profunda y contemplativa hacia el sentido de la existencia.
